La "banca verde" en Cuba se marchitará antes de empezar

Elías Amor Bravo economista

Otra sorpresa llega de la Isla. Una noticia en la prensa estatal dice que "la Banca Verde se impulsa en Cuba y se presenta como una actividad destinada a promover productos y servicios enfocados en la biodiversidad", desde la incorporación de la gestión de riesgos ambientales regidos por regulaciones para desarrollar las finanzas verdes y prácticas de ecoeficiencia bancaria.

¿Qué les parece? En un sistema bancario controlado e intervenido por el estado, ineficiente, incapaz de incentivar el uso de instrumentos electrónicos por parte de una población que desconfía de estas entidades, ahora anuncian la "banca verde". Me recuerda a aquella frase de distracción utilizada por Fidel Castro, antes de hacerse con los medios de producción y los derechos de propiedad de todos los cubanos: “Esta es una revolución verde como las palmas”. Pues no, acabó siendo roja, sangrienta y la historia está ahí para confirmar.

Pero no se crean. Esto de la "banca verde" no tiene tanta relevancia. Para empezar, tengo mis dudas que se pueda poner en marcha en la Isla en las condiciones actuales y que esta noticia no pase a ser una más, de las muchas que se orientan por la propaganda del régimen para que no se hable del problema real de la población que es la falta de comida, de gasolina, electricidad.

Como ya se ha señalado, la banca verde viene representada por una serie de entidades financieras que ofrecen financiación a proyectos de energías renovables para activar la lucha contra el cambio climático. Las principales razones para invertir este tipo de proyectos son la preocupación por el futuro del planeta, el cambio climático y las perspectivas de crecimiento de estas energías.

Por ello, cada vez es mayor el número de entidades bancarias que están apostando por invertir en proyectos “verdes” que permitan que las energías renovables sean una fuente principal de energía en todo el mundo. En Cuba, conviene recordar, las energías renovables apenas representan el 5% de la generación eléctrica del país, y las inversiones que se deben realizar brillan por su ausencia a la espera de que algún extranjero pueda decantarse por la Isla.

En todo caso, conviene recordar que la banca verde surgió como consecuencia de las ayudas limitadas que los gobiernos de numerosos países ofrecían al desarrollo de las energías renovables, de modo que las entidades financieras, apostando por su responsabilidad social corporativa, iniciaron los programas de apoyo a las energías limpias.

A partir de ahí, la banca verde comenzó a ofrecer préstamos muy atractivos, y en condiciones más favorables que la media del mercado, a individuos privados y empresas que, al invertir en estas energías pasaban a pagar facturas más reducidas por la utilización de las renovables e incluso, en algunos países, a suministrar los excedentes a la red, por los que obtenían ingresos. De modo que la banca verde, al mismo tiempo que apostaba por proyectos de inversión rentables, impulsaba la economía, el empleo y lograba frenar el cambio climático. En muchos casos, los costes de financiación de la inversión eran cubiertos por los beneficios derivados del ahorro energético, sobre todo en los grandes consumidores.

Y aquí viene otro aspecto a tener en cuenta. Como en otros muchos ámbitos de modernización, la banca verde tuvo su origen en Estados Unidos como consecuencia de la escasa atención del gobierno de aquel país a dar soporte a las energías verdes con fondos públicos. De modo que la primera entidad que apostó por este modelo de negocio fue el Connecticut Green Bank. Se trata de instituciones públicas, controladas por los gobiernos estatales, que invierten por medio de préstamos en proyectos de energías renovables al mismo tiempo que se dedican a atraer el ahorro de inversores privados hacia este tipo de inversiones.

Otro problema. El ahorro en Cuba es escaso, y además, se encuentra sometido a las prioridades financieras del mecanismo con que el régimen cubre sus necesidades de gasto público, colocando los bonos soberanos en los bancos. Por lo tanto, será difícil movilizar recursos para este tipo de iniciativas de banca verde en Cuba.

No obstante, la prensa estatal dice en su nota que el régimen desarrolla hasta 2025 un proceso de capacitación y sensibilización para garantizar el éxito de la aplicación progresiva en el territorio nacional de la banca verde significando con ello que el tema es todavía incipiente y que puede acabar siendo archivado en un cajón si la demanda, como cabe esperar, no se activa.

Al respecto, las autoridades señalan la apuesta por “promover productos y servicios enfocados en la biodiversidad, desde la incorporación de la gestión de riesgos ambientales regidos por regulaciones para desarrollar las finanzas verdes y prácticas de ecoeficiencia bancaria, propiciando la movilización de recursos para tales fines” para movilizar recursos con destino a la gestión sostenible de la biodiversidad, el cambio climático, el uso racional de los recursos naturales y la calidad ambiental. Recursos, ¿de dónde?

Es más, los productores o actores económicos que piensen en estos proyectos como opción rentable, no se van a sentir atraídos por ventajas en tasas de interés o en algún tipo de garantías por cuanto estos indicadores en el sistema financiero cubano no se ajustan a demanda y oferta sino que son resultado de decisiones administrativas. A ello se tiene que añadir que el nivel del sector empresarial productivo en Cuba no está en condiciones de situar este tipo de iniciativas en sus planes de negocio, y a nivel individual, menos aún.

Tan solo teniendo en cuenta qué tipo de proyectos se pueden financiar con la banca verde, que, según el régimen, solo pueden ser los "destinados a la conservación de la biodiversidad, la reducción de contaminación, del uso de recursos naturales como el agua, de degradación de tierras y desertificación; además, fortalecer los sistemas agrícolas para contribuir a la seguridad alimentaria y créditos a propósitos de energías renovables". No resulta fácil identificar a los agentes económicos privados, por ejemplo, las mipymes o los trabajadores por cuenta propia, entrando en este tipo de iniciativas.

De las facilidades que dio el régimen para la importación de equipos renovables se sabe poco, más bien nada. Otra medida fracasada. Los cubanos andan preocupados en otras cosas muy distintas. Es comprensible.

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