El régimen cubano se acerca a la UEE: la geopolítica inversa
Elías Amor Bravo economista
Marrero ya llegó a Moscú, en lo que la prensa estatal dice que es su primera visita como primer ministro. Al parecer, nada más llegar se dirigió a la cumbre del consejo euroasiático en la ciudad de Sochi. Una organización en la que el régimen comunista tiene puestas grandes esperanzas, y que los medios de la prensa estatal se encargan de convertir en algo excepcional. Ya veremos en qué queda todo.
En otra entrada de este blog ya se explicó que ir a buscar relaciones económicas y comerciales a casi 10.000 kilómetros de distancia tiene poco que ver con la geopolítica, y mucho con andar como pato sin cabeza en la economía mundial. La economía cubana sigue sin definir su posición competitiva en la división internacional del trabajo y los comunistas han provocado con este tipo de operaciones, un colapso del que será difícil salir.
¿Qué es la Unión Económica Euroasiática? Básicamente, una unión de países con fines de cooperación económica y comercial, que entró en funcionamiento el 1 de enero de 2015, integrada por Rusia, Kazakstán y Bielorrusia. Posteriormente se incorporaron también Kirguistán y Armenia, de modo que en la actualidad son cinco países de la esfera de influencia de Putin, con un total de 180 millones de habitantes en una superficie de 20 millones de kilómetros cuadrados que supone el 15% de la total terrestre.
Sin embargo, al observar con detalle los datos principales de estos países se constatan notables diferencias económicas y sociales, con el liderazgo ruso, y un PIB per cápita de 33.250 dólares, superior en casi diez veces al de Kirguistán (3.361 dólares), en 4,5 veces al de Armenia (7.373 dólares), dos veces el de Bielorrusia (18.161 dólares) y 1,3 veces el de Bielorrusia (24.019 dólares). Riqueza y pobreza juntos, al servicio de qué.
Pues según se señala en los documentos fundacionales, el objetivo del Espacio Económico Único fue el desarrollo de un mercado integrado y el logro de las "cuatro libertades": la libre circulación de bienes, capitales, servicios y de personas dentro del mercado único. La libre circulación de personas permitía moverse libremente entre los Estados miembros para vivir, trabajar, estudiar o jubilarse en otro país de la UEE. Los Estados miembros tenían un arancel externo común en todos los bienes que entran en el mercado y han unificado los métodos de valoración de los bienes importados desde la creación de la Unión Aduanera Euroasiática. Los objetivos incluyeron la coordinación conjunta de proyectos en el ámbito de las infraestructuras, energía, industria, agricultura y transporte.
La Unión Económica Euroasiática ha procurado basar su modelo en la Unión Europea. Las decisiones se toman por el Consejo Económico Euroasiático Supremo, compuesto por los jefes de Estado de los países miembros. El Consejo Supremo determina la estrategia, la dirección y las perspectivas de la integración y toma decisiones encaminadas a la consecución de los objetivos de la Unión. La Comisión Económica de Eurasia lleva a cabo su trabajo en conformidad con el Tratado de la Comisión Económica Euroasiática (CEE) y con los acuerdos internacionales que constituyen el marco jurídico y normativo de la Unión Aduanera Euroasiática y el Espacio Económico único. Además de la Comisión, se ha creado un Banco de Desarrollo Euroasiático con sede en Kazajstán, y una Corte de Justicia para la resolución de conflictos y la interpretación del ordenamiento jurídico de la Unión Económica Euroasiática, su sede está en Minsk.
Y viendo todo esto, ¿Qué hace Cuba en la UEE?
En la prensa estatal castrista se celebra que Cuba sea el único país de América Latina que haya logrado la condición de estado observador de la Unión Económica Euroasiática, porque según se dice, “nos prestigia y nos pone un reto alto”, por una especialista del minrex que lleva la Dirección de Europa y Canadá. Ya me dirán cómo casa con todo esto.
Tan simple como afirmar que para Cuba es “un honor participar en este bloque integracionista, pues nos permite conocer de primera mano hacia dónde va su desarrollo”, y por ello, el primer ministro cubano, Marrero, con todo lo que está cayendo en la Isla se dirige a Sochi para “tener el dudoso honor de observar la UEE”. Increíble.
Al parecer es la primera vez que Cuba asiste presencialmente a este foro, y Marrero ha declarado en Sochi que “reafirmamos el compromiso de potenciar nuestra inserción en este mecanismo de integración y honrar la condición que recibimos hace poco más de dos años”. Otro despropósito. Junto a Cuba, también participan como observadores Moldavia y Uzbekistán y no se muestran tan eufóricos. Hubo planes para atraer a Ucrania, pero nadie espera que tengan resultado tras la devastadora guerra. El hecho de que la UEE se encuentre paralizada, sin nuevas incorporaciones, dice muy poco del logro de sus objetivos fundacionales. Se tiene la sensación que Cuba ha entrado tarde en la banda y que se puede encontrar un ambiente enrarecido, tras la destrucción rusa en Ucrania.
Los objetivos de modernización económica de la UEE, de cooperar y aumentar la competitividad de las economías nacionales y crear las condiciones para un desarrollo sostenible, se han visto interrumpidos, tal vez para siempre, tras la acción bélica de Putin en Rusia, con el temor de que la secuencia criminal pueda continuar.
El caso es que, a la chita callando, la diplomacia castrista llevaba años trabajando, prácticamente desde 2015, para meter el hocico en este foro a casi 10.000 kilómetros de distancia de las fronteras de la Isla y al parecer han logrado su objetivo que se vio acelerado a partir de 2019 tras la visita a Cuba de Sergei Glazyev, ministro de Integración y Macroeconomía de la Unión, que participó en la Feria Internacional de La Habana y sostuvo encuentros al más alto nivel. La solicitud fue presentada formalmente en enero de 2020 y se concretó a finales de ese año, a pesar de la pandemia.
El régimen ha detectado oportunidades para ampliar las relaciones económicas, comerciales y de cooperación con el estatus de observador, y en concreto “para el registro y posicionamiento de productos biotecnológicos y farmacéuticos, así como de servicios en mercados de alto poder adquisitivo, como son la Federación de Rusia y la República de Kazajistán”.
Despejada la incógnita, parece que los dirigentes castristas buscan situar a Cuba en el mercado euroasiático como suministrador de medicamentos y servicios médicos. Más o menos, lo mismo que acudir a China con miel cuando el gigante asiático es el primer productor mundial de miel. Pero así son los comunistas, y aquí en Sochi se plantean, como observadores, “negociar producciones cooperadas o al amparo de licencias en naciones cuyo costo de fabricación sea bajo, como es el caso de las repúblicas de Armenia, Belarús o Kirguistán, para posteriormente comercializarlas dentro de la UEE u otros mercados”. Les traduzco. Esto no es ni más ni menos que desconcentración, la misma estrategia que implementan las multinacionales occidentales en Asia para producir bienes a bajo coste. A esto ha llegado la “revolución de los pobres”, el modelo de colectivismo que no deja a nadie abandonado.
Incluso, se pretende sacar de Sochi las ayudas para "la creación de parques industriales, la fundación de empresas mixtas y el fomento de la digitalización integral de los sectores productivos, la ampliación del acceso a los mercados exteriores, así como la posibilidad de inserción en las iniciativas euroasiáticas, enfocadas en las esferas energética, industrial, de transporte, turismo, financiera y la eliminación de barreras comerciales”. Lo mismo que piden a Moscú. Y luego dicen del embargo/bloqueo. Hay qué ver.
Para distraerse, la delegación cubana participa en la Exposición Internacional Eurasia-Nuestro Hogar, en diferentes paneles y stands basados en las temáticas de turismo, salud, seguridad alimentaria y la industria. Los comunistas cubanos van a vender su paradigma de la solidaridad, el multilateralismo y la cooperación como la vía más efectiva para enfrentar los retos comunes, pero en la UEE están en otras coordenadas y la apuesta por las libertades económicas ha avanzado tanto que incluso se ha planteado la creación de una moneda común. No conviene olvidar que el modelo es Europa occidental, de modo que seguirán dando pasos hasta lograr esa plena integración. Visto desde esta perspectiva, la participación cubana no deja de ser mera comparsa. Observar y aplaudir.
Al margen del folclore habrá que seguir de cerca los resultados de la participación del régimen, una vez más como observador, en dos mecanismos que ya funcionan dentro de la Unión: el Comité de Farmacopea y el Grupo de trabajo de las regulaciones de los equipos médicos. No conviene olvidar que la adquisición de estos equipamientos y productos es prioridad para los comunistas cubanos, y allí donde puedan ganar un dólar no van a perder el tiempo. Pero es que 10.000 kilómetros de distancia es una larga distancia, la geopolítica inversa. ¿Les compensará?
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