Pasos indeseables hacia la dolarización de la economía cubana

Elías Amor Bravo economista

La noticia es que el dólar, finalmente, alcanzó los 200 CUP en el mercado informal, repite un nuevo máximo histórico que, a tenor de lo que viene, no será un máximo para la divisa de Estados Unidos en la Isla.

La fortaleza del dólar frente al peso tiene un origen principal: el cálculo político erróneo, sin atender a los mercados ni a los fundamentales de la economía, del régimen con el tipo de cambio de la tarea ordenamiento de 24 CUP. El objetivo de poner fin a la dualidad monetaria que existía en la Isla desde los tiempos del período especial resultó un fracaso en términos de credibilidad y confianza.

Los cubanos volvieron a otorgar al dólar un mayor valor relativo, como unidad de cuenta, reserva de valor e instrumento de fijación de precios en el mercado informal. Con estas condiciones, no parece extraño que el deterioro del peso continúe agravándose en los próximos meses.

En el hundimiento del peso y la subida del dólar inciden numerosos factores económicos, sociales y políticos que la política económica del régimen no consigue ordenar y controlar.

En primer lugar, el déficit público. La dimensión del gasto del régimen, absolutamente descontrolada sobre una economía dominada por el estado, tiene un efecto expansivo sobre la cantidad de dinero en circulación por la peculiar forma de financiación de la brecha de gastos e ingresos. Ya se pudo comprobar en 2022, el crecimiento escaso del PIB se obtuvo por medio de la expansión fiscal del sector presupuestado, mientras que la actividad empresarial estatal quedó paralizada. De ahí a falsear las cuentas, hay un escaso trecho que la revalorización del dólar se encarga de mostrar continuamente.

En segundo, el descontrol de precios. Si no hay control del déficit y el endeudamiento, no se pueden estabilizar los precios porque la continua inyección monetaria supone un aumento del efectivo en circulación en manos del público, que provoca una depreciación del valor del dinero con respecto a los bienes y servicios. Desde 2021 el nivel de precios en Cuba, en promedio, se ha duplicado mientras que componentes como alimentación o recreación, lo han hecho en una medida muy superior.

En tercero, los experimentos como la línea alternativa de cambio de 120 pesos por dólar introducida para determinadas operaciones de personas físicas y sector minorista han deteriorado más aún el cambio en el mercado informal. Una decisión del ministro de economía en el verano de 2022 ha acabado por convertirse en una opción poco atractiva para los demandantes de divisas, ya que existen serias carencias que impiden atender todas las demandas presentadas, y se establece un importe máximo por operación. A resultas, el cambio informal acaba siendo la única solución para atender las necesidades de divisa, y con ello, su precio aumenta más.

En cuarto, la ausencia de política monetaria. Esta es una cuestión de primer orden. El Banco Central de Cuba no ejerce las funciones que tiene encomendadas, sometido a la autoridad del régimen y carente de autonomía no puede controlar la cantidad de dinero en circulación, ni ajustar los tipos de interés a las condiciones del mercado. La política monetaria en Cuba es un agujero negro que solo beneficia al principal deudor: el estado.

En quinto, la consolidación de una demanda de dólares para atender necesidades sobrevenidas provocadas por el propio régimen (tiendas MLC, salidas al exterior para importación no comercial, emigración, actividad de muchas mipymes) hace que se tense la cotización de la divisa y se debilite la moneda nacional.

La combinación de todos estos factores genera una tensa especulación, sobre todo en el mercado informal, que actúa como un freno a la recuperación económica de numerosas actividades productivas que compiten por lograr los escasos dólares en circulación.

El dólar se vuelve a situar al mismo nivel que tuvo puntualmente en octubre de 2022, pero mientras que entonces regresó rápido a una cotización inferior, ahora la situación parece diferente y es previsible que la depreciación del peso se intensifique conforme la entrada de dólares en la economía no aumente y los factores antes citados sigan provocando sus efectos negativos.

Lo que parece absolutamente ridículo es que el régimen siga manteniendo el tipo de cambio fijo oficial en 24 pesos, cuando resulta evidente que ni es el correcto, ni permite que las operaciones exteriores se realicen de forma eficiente. El cambio de 1 por 24 CUP que sigue realizándose en determinadas operaciones empresariales y estatales, se encuentra completamente alejado de la realidad cuestionado por el tipo de cambio informal que es el único que puede garantizar un suministro estable de la divisa desde que entró en vigor la tarea ordenamiento y sus restricciones. Teniendo en cuenta el mercado informal, existía una previsión de una devaluación intensa del tipo de cambio oficial pero incluso ante decisiones de esta relevancia, el régimen no actúa.

En contra de las previsiones de las autoridades, los cubanos mantienen una demanda intensa de dólares para seguridad y transacciones, que no puede ser atendida con la escasa oferta de esta moneda que entra al país por los distintos canales. Ni siquiera la autorización de depósitos en dólares en efectivo en los bancos, ha servido para normalizar la situación. El tipo de cambio del dólar en el mercado informal rige el funcionamiento de la economía exterior y establece el valor comparativo de la economía cubana con el resto del mundo, a unos niveles que causan alarma entre los operadores.

De modo que se ha instalado actualmente un peligroso círculo vicioso que funciona, más o menos, en estos términos. Cuanto más sube el dólar, menos confianza tienen los cubanos en su economía y dirigentes, y acuden a buscar refugio en la moneda verde, lo que aumenta su valor de mercado. La presión de la demanda de dólares se extiende como una mancha de aceite por amplios sectores de la sociedad cubana que ante son accedían a los cambios.

Gil dijo. en la inauguración de las jornadas económicas productivas, que “la economía nacional está enfrentando un escenario en el cual se tiene una demanda interna solvente insatisfecha –no es que sobre el dinero, pero sí hay capacidad de consumo–, la cual no cuenta con una oferta estable de bienes y servicios y ahí es donde se evidencia la inflación”. ¿A ver qué dice el ministro? Que “sobra el dinero, que hay demanda interna solvente insatisfecha y que no hay capacidad de consumo porque la industria está ociosa y solo opera al 35%”. Es de suponer que está pensando en dólares, y no en pesos cubanos. Es el régimen el que activa la fortaleza del dólar y la debilidad del peso.

El círculo vicioso provocado por el régimen destroza las bases de la recuperación económica interna. La mayor demanda relativa que proporciona el uso del dólar en determinados sectores de la población incrementa los precios de bienes y servicios para todos, provocando una espiral inflacionista que no parece tener fin con su secuela de empobrecimiento real y pérdida de poder de compra. 

La secuencia de este círculo vicioso está en marcha y será muy difícil que el gobierno actúe, ya que, como se ha visto, su comportamiento determina, en buena medida, ese círculo vicioso que no consigue detener la dolarización de la economía cubana.

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