La aplicación "Donde hay" del CIMEX: Resolver en Cuba 4.0

Elías Amor Bravo, economista

Imagine usted que se encuentra sentado plácidamente en el salón de su casa y le entran ganas de comer una pizza. En cualquier ciudad del mundo, utiliza usted su teléfono móvil y con la APP instalada de búsqueda de restaurantes a domicilio, realiza su pedido y en cuestión de minutos podrá estar disfrutando, solo o en compañía, del exquisito manjar. He dicho, en cualquier ciudad del mundo, pero es evidente que no es así.

En concreto, en Cuba, en La Habana y en otras ciudades del país, están diseñando un servicio para justo lo contrario. Aunque parezca asombroso, el ensayo digital castrista llamado "Donde hay" permite a las personas “consultar información sobre los artículos existentes en la red minorista del CIMEX” la única y más importante del país. De modo que este dispositivo digital es una metáfora del eterno “resolver” de los cubanos, en la revolución 4.0. Asombroso.

Granma se ha hecho eco de la noticia. Parece una broma macabra. En Cuba, están intentando trasladar el comportamiento habitual del “resolver” al ámbito de las redes sociales y lo digital, con esa aplicación denominada “Donde hay”. Durante décadas de miseria y escasez, los cubanos se han acostumbrado a recibir lo que el estado les suministra, con la insufrible libreta de racionamiento creada por los comunistas al poco tiempo de la revolución. Un amigo me contaba que a mediados de los años 80, incluso en los tiempos en que se presumía que nunca irían peor las cosas (luego llegó el "período especial" y todo se vino abajo) la gente caminaba por La Habana y cuando veían una cola, se ponían en fila sin preguntar. La cuestión era alcanzar al reparto. Cuando lo que se iba entregando a la gente arremolinada en la cola tocaba a su fin, todo el mundo volvía a sus quehaceres sin protestar. Y así, hasta la siguiente.

Este desprecio al comportamiento del consumidor no se observa en ningún otro país del mundo, donde las empresas privadas compiten por llevar a los mercados productos y servicios de calidad y a precios competitivos para conseguir la atracción y fidelidad de los clientes. En Cuba, durante 60 años, la única fidelidad exigida era a la revolución y su pensamiento único. Por ello, este dispositivo informático destinado a “resolver” llama la atención.

Por lo pronto, permite al consumidor, como dice Granma “ir a lo seguro, confiado de que el producto va a estar ahí, en las estanterías o el mostrador, y que no hará falta caminar hasta otra tienda con la incertidumbre de si hay o no hay”. Pensemos, desde nuestro confortable sillón en Madrid o Hialeah, lo que esto representa, acostumbrados como estamos a saber que el producto o servicio que deseamos consumir siempre está a nuestra disposición, cada vez que lo deseamos. Y encontraremos una y mil razones del por qué nos fuimos de Cuba, y agradeceremos una vez más aquella decisión.

El grupo empresarial Cimex, propiedad del estado comunista, cuenta con una extensa red de tiendas minoristas que suministra todo tipo de bienes y artículos a la población, además, en régimen de monopolio, porque no existe competencia. En la lógica castrista, esta función se presta cuando existen los productos, lo que no suele ocurrir siempre. Con la aplicación "Donde hay", la población puede realizar la búsqueda de productos que le interesan desde su casa o en la calle. Es decir, no está garantizado que exista el producto. La utilidad es poder localizarlo desde casa, y no tener que estar buscando colas en las que situarse. Algo se gana, pero de todo esto, no siento más que vergüenza y lástima.

Nos da una idea del atraso del sector comercial en Cuba, una actividad que antes de 1959 se encontraba a la vanguardia mundial en tecnología, servicio y variedad de productos. El régimen comunista ha destruido la mayor parte de la economía cubana, pero el daño que ha hecho al comercio es estructural, situando la libre elección de las personas en un papel residual y marginal que no se corresponde con la idea de soberanía del consumidor. Los turistas que se pierden por las calles menos turísticas, donde vive la mayor parte de la población, se hacen fotografías junto a las desabastecidas y maltrechas bodegas cubanas que sobreviven a la desidia castrista. Una imagen de recuerdo que representa la realidad del desastre de un sistema político. Últimamente, el régimen ha vuelto a realizar mucha propaganda sobre defensa de los intereses y derechos de los consumidores y leyes de protección, pero el cubano de a pie sabe que “resolver” sigue siendo una práctica a la que, por fuerza, se ha tenido que acostumbrar y que a la hora de formalizar cualquier protesta, mejor es callar y seguir adelante.

De momento, Granma anuncia que la aplicación se lanza a modo de prueba. Ya veremos qué resultados da. En Cuba el acceso a internet y el número de teléfonos móviles en circulación sigue siendo escaso y de los más bajos del mundo en términos relativos. Mucha gente seguirá buscando por las calles las “colas” para “resolver” o se guiará por "radio macuto" que funciona mucho mejor. Aquellos que tengan dispositivos electrónico podrán buscar con algo más de comodidad, pero al final, nada garantiza que el producto le esté esperando en el mostrador de CIMEX si previamente miles de cubanos acceden físicamente al mismo. Será difícil que el administrador del establecimiento pueda aguantar la presión de los que “llegan primero” y esperan en la calle durante horas a que llegue pasta de dientes o compresas, o vaya usted a saber.

De todo lo expuesto, solo cabe una conclusión. Lástima y vergüenza por una población desasistida en sus demandas y derechos como consumidores, que padece una permanente escasez, como consecuencia de un deficiente diseño del sistema económico, por intentar imponer principios ideológicos de mediados del siglo pasado que ya no existen en ningún país del mundo. La libertad de empresa, el mercado y la propiedad privada son los instrumentos que pueden impulsar a la economía cubana hacia un futuro de progreso y bienestar. Por muchas aplicaciones que hagan como “Donde hay”, si lo otro no cambia, el problema seguirá siendo “cómo resolver”. Agotan.

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