El fracaso de la formación y educación profesional en Cuba

Elías Amor Bravo, economista
La mayor parte de las empresas extranjeras que acuden a Cuba interesándose en hacer negocios coinciden en que existen importantes problemas de cualificación profesional de los trabajadores. Los cubanos han logrado alcanzar un alto nivel educativo, esto es incuestionable. Pero sus competencias, habilidades y destrezas para el desempeño en el mundo laboral, al menos en Cuba, son escasas, prácticamente inexistentes, y lo que es peor, rara vez se ponen en valor por el sistema económico y productivo existente en el país. Esto es interesante.
El fracaso del régimen en este ámbito socio laboral es absoluto. Sin embargo, existen experiencias más que suficientes que confirman que los mismos cubanos, cuando se desempeñan en Estados Unidos, España, Suecia, en suma, en países con una estructura económica distinta, suelen tener un gran éxito profesional. Ello obliga, cómo no, a prestar atención a la relación que existe entre formación y educación profesional con el modelo de sistema económico y empresarial. Una cuestión que, al menos en Cuba, han pasado por alto las autoridades.
Me refiero al contenido del Decreto 364, publicado en la Gaceta Oficial Ordinaria No. 10, en el que se anuncia la intención, sin duda loable del régimen, de reformar la formación vocacional y orientación profesional de la fuerza de trabajo calificada, y preparar y educar con calidad a los estudiantes para su posterior inserción laboral. ¿Podrán lograr este objetivo? ¿Podrán lograrlo en Cuba realmente?¿Será válido acometer este empeño solo en relación con las enseñanzas?¿No tendría sentido haber sido algo más ambiciosos y tocar el sistema económico y empresarial?
Este post presta atención a estas cuestiones. La nueva política presta atención a la formación de obreros cualificados, técnicos medios y profesionales, como señala a Granma la responsable del proyecto, la señora McPherson Sayú “desde una mirada integradora, o sea, desde la conexión de los factores que intervienen en cada una de las etapas del proceso”. De ese modo, se pretende superar el modelo anterior, en que la formación estaba fragmentada, ya que “los organismos velaban solo por la parte que les correspondía atender en lo inmediato”.
De acuerdo con el nuevo modelo, “si un organismo requiere fuerza de trabajo calificada, tiene que participar en su selección, realizar acciones de formación vocacional y establecer un estrecho vínculo con las instituciones educativas para que el estudiante siga “enamorándose” de la especialidad, y atender también los procesos de inserción laboral, así como de capacitación y superación continúa”. De ahí, precisamente, su carácter integrador y vinculante, ya que implica a varios actores institucionales. Este modelo es el que existe en otros países y el que recomiendan organismos internacionales especializados, como la OIT o la OCDE.
La cuestión es la misma de siempre. Mientras que el sistema económico no cambie, difícil papel van a tener las empresas en la formación y cualificación de los trabajadores. Por mucho que la reforma, como dice la señora McPherson Sayú, “defina claramente cuáles son las responsabilidades comunes y específicas que tienen que cumplir, tanto los órganos como empresas, entidades y formas de gestión no estatal”, sin un cambio en las estructuras económicas, no creo que las reformas vayan a mejorar el desempeño cualificado de los trabajadores. La razón es inmediata. Detrás de una actuación laboral competitiva, eficiente, dedicada, existe una motivación en el trabajador, que va mucho más allá del salario y entraña una serie de elementos que, en el sistema económico y empresarial cubano, son inexistentes.La norma no habla de motivación y mucho menos de libre elección. Lástima.
Un ejemplo. La reforma se ha diseñado sin tener en cuenta eso que los comunistas cubanos llaman “formas de gestión no estatal” que de aplicarse la norma en los términos previstos, van a tener muy difícil poder organizar e impartir la formación para sus trabajadores. Y no conviene olvidar que ya representan actualmente el 30% de la población ocupada.
El diseño general del modelo de formación y cualificación será de impacto limitado en las condiciones actuales de la economía cubana. No cabe duda que algunas propuestas son innovadoras y habrá que darles algún tiempo para ver cómo se comportan, pero la clave del modelo está en el entorno empresarial y productivo que se mantiene igual. Y este, si no cambia, tendrá escaso impacto en la cualificación de los trabajadores.
Pienso por ejemplo, en lo que puede ocurrir con la obligatoria planificación de la inversión en la formación por parte de cada organismo que desea impartirla. Por ejemplo, un trabajador por cuenta propia que quiera formar a sus pocos empleados tendrá dificultades para cumplir estos objetivos burocráticos de planificación si no recibe ayuda externa.
Lo mismo se puede señalar de la nueva figura de la norma, “los centros de producción docente” que mediante convenio con un instituto politécnico pueden ser sometidos a un proceso de certificación, siempre que cumplan con los requisitos establecidos. Ignoro cuantos trabajadores por cuenta propia o los pequeños negocios independientes podrán firmar estos convenios con institutos, dejando sin ejecución una parte importante de la formación.
En cuanto a las aulas anexas que propone la norma, entiendo que si reproducen el espacio físico y el entorno productivo que existe en la economía, van a servir de poco para mejorar la cualificación. No creo que las instalaciones de los trabajadores por cuenta propia puedan servir como espacios formativos, pero tampoco parece que esta sea la intención, dada la limitación de los mismos y la concentración en la actividad principal.
Y qué decir de los “especialistas de la producción” encargados de impartir docencia, aquí no cabe esperar que sean trabajadores por cuenta propia y profesionales independientes, salvo en especialidades de un mayor nivel de cualificación vinculadas a la educación universitaria, y de los que dispongan de tiempo libre para dedicarse a estas actividades.
Otras innovaciones de la norma, como las producciones cooperadas, los procesos de actualización de los planes y programas de estudio, e incluso el diálogo con los organismos empleadores más significativos no creo que vayan a ayudar a mejorar la cualificación de los trabajadores, por todo lo expuesto. Incluso en este ámbito, creo que la reforma no va a servir de mucho, bueno sí, para trabajar y desarrollarse profesionalmente en Estados Unidos, España, Italia o Suecia. Los cubanos deben saber que otro tipo de política económica es posible.

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