Transporte, desabastecimientos, colas en gasolineras y hay que exportar más: de pesadilla

Elías Amor Bravo, economista
Cuatro informaciones publicadas hoy en el diario oficial comunista. Granma, muestran una extraordinaria similitud en su enfoque y descripción, al tiempo que vienen a confirmar la grave crisis terminal de la economía cubana, y sobre todo, la ausencia de ideas para remontar el escenario que ya se está produciendo.
La primera información habla de la "estrategia de reorganizar el transporte para mejorar el servicio público". Si. Desde luego, pero llegan tarde. Esta estrategia ya se debió elaborar allá por la década de los años 80 del siglo pasado. Hoy es tarde. Y lo peor es que el transporte público de viajeros en una capital como La Habana se está prestando de forma absolutamente insostenible y con un modelo que no se ajusta a las necesidades de la población. Y van y hablan de estrategia para no se qué.
El problema del régimen castrista es que nunca ha tenido la menor preocupación por atender las necesidades de los consumidores. En Cuba, según datos de Granma, al cierre de 2019 se transportaron aproximadamente por los diferentes medios, “1.895 millones 321.100 pasajeros”. Una cifra que da una idea de la urgencia del problema y la prioridad que supone. Sin embargo, si se presta atención a la participación de los transportes en los presupuestos del estado, se puede entender el desastre actual. El Mitrans ha estado mirando para otro lado en los últimos años, porque las prioridades de gasto han estado muy lejos del transporte, pese a la gran demanda de la población.
Y luego culparán a una serie de factores, como las afectaciones en las asignaciones de combustible por culpa del bloqueo, al cumplimiento del programa de reposición de ómnibus, al estado del transporte de pasajeros por ferrocarril prácticamente nulo en su participación en el total, la asignación de nuevos medios de transporte a las provincias, incluso la insuficiente cifra de “triciclos”, o la ejecución del Plan Turquino de los problemas del transporte. El problema no se resuelve echando a otros la culpa o escondiendo las propias. La Habana necesita un servicio de transporte cuanto antes para atender una demanda diaria de 1 200 000 pasajeros. No es el momento de andar pensando en “estrategias” sino de acción, y no precisamente con medidas de represión y persecución contra los transportistas privados, que hacen lo que pueden para defenderse del absurdo control estatal. Los cubanos saben bien por qué ocurre este desastre. Nadie tiene que decirles nada.
Y siguiendo con las informaciones, la segunda hace referencia al grave problema suscitado por el desabastecimiento de productos de aseo y normados, que ha supuesto gran inquietud en la población. La información, en clave de aviso para tranquilizar a la gente, viene si cabe a crear mayor confusión aún. Veamos por qué. Por un lado, se dice que la oferta de productos de aseo, como jabón, crema dental y detergente líquido, entre otros artículos, no va a desaparecer, por otro se afirma que no se cubren todos los niveles de la demanda. ¿En qué quedamos? ¿De qué niveles de demanda están hablando? Causa sorpresa las estimaciones de venta que establecen las autoridades para 2020 de un aumento del 40% en los jabones y de un 35% en la crema dental, con relación al año anterior. La pregunta es ¿de dónde va a salir ese incremento de oferta?
¿A que el lector no sabe de quién es la culpa de los problemas con la producción? En Granma se afirma que obedecen a la llegada tardía de materias primas procedentes de diversas zonas geográficas del mundo. Como siempre, barcos que no llegan, persecución del vecino del norte, la culpa es de otros, no nuestra. Pues bien, lo más elemental del mundo, que es la búsqueda de alternativas de suministro lo plantean como un hito en esta historia. Para eso está la economía de mercado. Cuando en un sitio no encuentras lo que buscas, te diriges a otro. Esto por lo que respecta a productos de aseo y limpieza.
La nota también informa de la venta de pollo que el Mincin prevé para 2020 ventas en cantidades similares a las del año anterior. Entonces,¿por qué no hay pollo en los comercios? Otra preocupación por su escasez, el aceite. Granma informa que las tres fábricas del país están produciendo y se dispone de inventarios de aceite crudo o refinado, incluyendo la importación prevista en el plan. Entonces, ¿por qué falta en los comercios?
Siempre es el mismo problema. Preocupados por mantener a ultranza los componentes de la canasta normada, lo que exige una intervención continua en la economía, los dirigentes olvidan que las relaciones económicas y productivas de las empresas van por otro camino. Y que el café y las pastas, o los granos y la leche en polvo de la canasta normada se pueden asegurar mucho mejor dejando a las empresas que produzcan lo que crean conveniente, en vez de atosigarlas con subsidios para que topen precios. La vía alternativa de la economía de mercado es la que funciona en todos los países del mundo. El corsé estalinista que aplican en la economía cubana es el origen de todos sus males.
La tercera información tiene que ver, cómo no, con las colas en las gasolineras. Aquí hasta el titular es despreciativo con el vecino del norte y no se complican mucho “los gringos cierran la llave para culparnos en combustibles”, reza el título de la información, aludiendo a lo que denominan “medidas de agresión no convencionales y sin precedentes en la práctica internacional”. A los que dicen este tipo de cosas conviene recordar que si Cuba no tiene combustible, la culpa es de su proveedor de petróleo, Venezuela, que desde 2016 no ha hecho más que reducir los envíos porque su producción de crudo ha caído en picado. Ese petróleo barato que recibía La Habana se ha ido acabando, y ante la falta de financiación en los mercados de capitales, no se puede comprar petróleo a otros países productores. Así de sencillo. ¿Por qué no se trae petróleo ruso, por ejemplo?
¿Quién paga la incompetencia? El ciudadano que espera largas colas en las gasolineras. Todos los días largas hileras de autos que consumen además un alto porcentaje de gasolina porque tienen motorizaciones de hace más de medio siglo, llevan a los cubanos a la desesperación. Y encima van y anuncian la venta, por el estado, de coches de importación en dólares. Más colas, sin duda. Lo peor es que la falta de combustible irá a más, y la situación no va a mejorar a medio plazo.
Ni las tarjetas magnéticas ni todas las majaderías que se inventan para racionar lo poco que hay, ayuda. Imagino lo que pueden estar pensando muchos turistas cuando pasan con sus brillantes autobuses y autos por delante de las gasolineras y observan el espectáculo. Hay quien incluso baja del vehículo para hacerse una fotografía de recuerdo.
Y Granma no escatima insultos para los ciudadanos que, en ejercicio de sus derechos, exigen que se suministre el producto. Los califica de “oportunistas”, vinculados a “la lógica perversa revelada en el memorándum secreto de 6 de abril de 1960, del departamento de estado de EEUU contra Cuba”. Si, como lo oyen. Esta gente está viviendo en un escenario de hace 60 años, como si nada hubiera cambiado. No me extraña que pronto la policía comunista se dedique a reprimir con contundencia estos comportamientos, legítimos por otra parte en un estado de derechos.
Mal asunto que el diario oficial comunista vea una “conspiración de estado” en la lógica protesta de unos ciudadanos airados por no poder llenar los depósitos de sus autos. Si el régimen comunista no cambia sus mensajes, alguien tendrá que empezar a pensar por qué. Y de ahí se puede obtener cualquier conclusión. Ninguna buena, desde luego.
Pero bajemos la tensión, y de eso se trata con la cuarta información de Granma que hace referencia al exhorto del ministro de economía, Alejandro Gil, a exportar más durante una visita a Santa Clara, como “prioridad de la economía”.
Ya lo hemos dicho en varias ocasiones, pero lo repetimos. Exportar no es un deseo fruto de una inspiración, sino el resultado de una estrategia que exige inversión, tiempo y dedicación. Yo creo que en el modelo que existe en la economía cubana, eso es imposible. Lo que el ministro denomina “desarrollar una mentalidad exportadora, que ahorre recursos y genere mayores ingresos” no es fácil de lograr.
Le digo por qué. Primero, porque de nada sirve la sustitución de importaciones y la generación de rubros exportables, si la oferta interior no atiende la demanda existente, como ocurre por ejemplo con los alimentos. Recuerden la experiencia del Doi Moi en Vietnam, puede ser útil. Y no parece que este superávit se vaya a producir a corto o medio plazo en la economía cubana.
Segundo, porque la vía de “los proyectos de desarrollo local, como el de la UBPC Desembarco del Granma con la mantequilla, y otros actores de la economía” sirve muy poco, yo diría que nada, para “suplir una buena parte de lo que hoy se adquiere fuera”. Ese desarrollo local, sin alcanzar escalas eficientes, simplemente es botar el dinero a la basura. No sirve de mucho.
Tercero, las facilidades para crecer en las ventas al exterior no caen del cielo. Se buscan, se trabajan con gran esfuerzo, requieren inversiones, acuerdos con socios extranjeros, en definitiva, una agenda que las empresas estatales cubanas nunca han practicado por culpa de la política marcada por el régimen que es su propietario. Cambiar esa cultura no es fácil, salvo que cambie el dueño. Prueben.
Y cuarto, los costes. Para vender en el exterior hay que producir con costes competitivos, es decir, hay que tener unos costes unitarios de producción bajos, que permitan atraer la demanda de los clientes de otros países y después asegurar el suministro. Cuba tiene unos costes de producción bajos, porque el nivel salarial es de los más bajos del mundo, pero al mismo tiempo, eso acarrea un problema grave de productividad, que ya lo hemos analizado en numerosas ocasiones. Se observa así que bajos costes salariales no permiten reducir los costes unitarios porque la productividad es muy baja. Este es el escenario que se tiene que trabajar, y de nuevo, hay que invertir, adquirir tecnología o desarrollarla, y eso no es fácil. Los cubanos saben que otro modelo de política económica es posible.

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