Las colas sí que podrían acabar
Elías Amor Bravo, economista
Era lo que faltaba. La gota que rebosa el vaso y lo desparrama. Lo que nunca en la vida pensé que podría ocurrir. Granma, portavoz oficial de los comunistas, órgano de propaganda del último régimen de la guerra fría, ha sido un medio experto en justificar lo injustificable. Pero esta vez, ha roto cualquier récord anterior, publicando el indignante artículo titulado “Las colas.. o el cuento de nunca acabar” en el que, si que es verdad, llueve sobre mojado. Pero llueve tanto, que al final este tipo de majaderías acaban poniendo a cada uno en su sitio.
El artículo aborda el asunto de las colas y los coleros, que se mezcla con una presunta “ desorganización en la gestión de las ventas” en alusión a los trabajadores del sector. Es de suponer que este tipo de artículos responda a un determinado estado y evolución de la opinión pública, que preocupa al régimen. Pero es que esta vez se han pasado de largo, y han llegado a afirmar que las colas en Cuba son un "fenómeno reciente", provocado por la COVID19. Y por si no fuera suficiente, añaden que las colas exigen “el esfuerzo de las autoridades” para tener que enfrentar a coleros, acaparadores y demás “indisciplinas sociales”.
Por desgracia, en ningún momento se dice en este artículo la verdad sobre por qué hay colas en Cuba, ni se identifica el responsable principal del actual desastre del país, que no es otro que su gobierno.
Es muy posible que quien ha escrito el artículo de Granma no lo haya vivido, porque tal vez sea muy joven, pero que pregunte a sus padres o abuelos, y le dirán que las colas han sido una constante histórica en la vida de los cubanos desde 1959. Antes de esa fecha, los cubanos no recuerdan situaciones como las que han tenido que vivir a partir de entonces. Las colas se convirtieron en algo sustancial a partir de la llamada “ofensiva revolucionaria” de 1968 cuando desapareció de la isla cualquier vestigio de actividad económica.
Yo mismo recuerdo, de un día para otro, estar haciendo cola en una pequeña pastelería de Santiago de las Vegas, porque el dueño salió huyendo del país a toda prisa, cuando los comunistas le expropiaron el negocio. Nunca volvimos a disfrutar de aquellos sabrosos pasteles, y nos tuvimos que acostumbrar a recibir lo que el gobierno nos daba.
A partir de entonces, las colas se convirtieron en una realidad cotidiana, que adquirió rasgos de perversión durante el “período especial”, cuando los cubanos, al observar una cola en formación, se colocaban en la fila sin preguntar qué se estaba vendiendo. Las crónicas de aquella época así lo revelan. Y de hecho, cuando se le pregunta a un cubano exiliado en Madrid, en Hialeah o en México, sobre que es lo que más le gusta de su nueva vida, el 100% acaba diciendo lo mismo: “No tener que hacer cola en los supermercados”.
Granma sabe que el problema de las colas en Cuba no se debe a un “escenario muy complejo derivado de transmisión de la COVID-19”, ni por la existencia de lo que denominan “indisciplinas sociales e ilegalidades”. Por alguna razón en este artículo no han hecho referencia a la responsabilidad del "criminal bloqueo". Las colas son algo consustancial al régimen cuartelero que rige la economía, en la que no existe libertad de elección de los consumidores, ni los productores tienen capacidad para ofrecer lo que desean sus clientes. La ausencia de libertad económica, las “trabas” de las que habla Díaz-Canel, es lo que frena y lastra la economía.
Por eso, las medidas de parcheo que destaca Granma, como las informaciones en las cadenas CIMEX y Tiendas Caribe, "en tablilla y de forma visible de las ofertas y sus precios por unidad a los compradores", no sirven para arreglar el problema. Tampoco ayuda informar a los que están guardando cola que no les llegará el producto que desean. Eso aún es peor.
El artículo cuestiona un suceso reciente, indicando que hay muchos más. En concreto, cita “el malestar que generó en muchas personas la venta de pollo en la TRD El Eléctrico este último fin de semana, debido a que no se informó, desde un primer momento, las cantidades que podían llegar a venderse en el día; lo que llevó a que no pocas personas hicieran una cola de más de seis horas... en vano”. Este es un buen ejemplo de lo que venimos diciendo. El problema no está en la falta de información a los clientes o el comportamiento de los vendedores, el problema es que no hay suficiente pollo, y hacia ahí es donde se deben dirigir las responsabilidades.
Y culpar a los trabajadores del comercio de no actuar correctamente, es un mal presagio que puede llevar a resultados peores si al régimen se le ocurre que debe reprimir a los profesionales que están en las tiendas vendiendo los escasos productos que les llegan. Es el colmo de la desfachatez, porque intentar como hace Granma, presentar el problema de las colas como el resultado de un enfrentamiento entre el cliente, que “reclama su derecho a conocer las cantidades en almacén o nevera que van a comercializarse en el día” y el vendedor que no le ofrece esa respuesta, es una sonora burla hacia los cubanos y la gente de bien que existe en la isla. Habría que preguntar a los sindicatos que van a hacer para defender a los trabajadores de estos ataques injustificados.
Granma cuestiona decisiones de los trabajadores de las tiendas, como reducir los horarios de servicio. Tienen razón, ¿para que mantener unos establecimientos abiertos, vacíos sin nada que vender, alimentando especulaciones entre la gente que va buscando lo que no van a encontrar para la comida diaria? En momentos complicados como el actual, lo que nunca debió ocurrir en Cuba es esta falta de alimentos, de productos de limpieza y aseo, en definitiva, los indicadores del colapso económico, de un sistema, el social comunista, que es incapaz de proveer las necesidades básicas de la población y que está pidiendo a gritos su recambio.
El colofón del artículo llega cuando se hace referencia a que todo lo que está ocurriendo es debido a fallos en la "responsabilidad individual", y la “aparición del descontrol como síntoma inequívoco de que las cosas no marchan bien”. Hasta aquí podíamos llegar. Este panfleto panegírico sirve a Granma para justificar las medidas de represión, castigo y las sanciones adoptadas por el régimen recientemente. Podríamos haber empezado por aquí y nos habríamos ahorrado las 30 líneas del artículo. Si Granma lo que quiere es justificar la asfixiante represión comunista, lo tiene fácil. Arremeter contra las colas y su secuela social, a estas alturas de la historia, es lamentable. Una vergüenza.
La culpa la tienen los coleros y los clientes que quieren comer, quiere decir el regimen , el regimen se dice yo no tengo la culpa de o tener nada que vender, la culpa la tienen estas gentes que lo unico que saben es decir que tienen hambre y quieren comer algo.
ResponderEliminarsobre que es lo que más le gusta de su nueva vida, el 100% acaba diciendo lo mismo: “No tener que hacer cola en los supermercados”
ResponderEliminarEsa respuesta nunca hubiera pasado por mi cabeza. Es una senal de que muchos cubanos emigraron por motivos economicos: vivir mejor, ganar mas dinero y evidentemente, no hacer colas en los supermercados.
Yo emigre porque no soportaba el sistema social y politico de Cuba. La falta de libertades, la potestad de un pobre diablo devenido presidente del CDR, UJC o PCC de arruinar mi vida o trabajo, el fanatismo violento, la envidia de los delatores, me ahogaban a diario. Llegue a tener pensamientos tan violentos, incluyendo el homicidio, que decidi abandonar el pais antes de mancharme las manos con sangre.
Lo que mas me gusta es la libertad, los derechos civiles que poseo y el respeto a mi persona en cualquier lugar que estoy.
Gracias