El futuro del azúcar cubano
Elías Amor Bravo, economista
Desde
el pasado mes de mayo la zafra azucarera cubana concluyó sus trabajos de esta temporada, y
ahora directivos del monopolio estatal de sector, AZCUBA, han
ofrecido las estadísticas de la contienda.
No
conozco un solo cubano, en la isla o en la diáspora, que no sienta
especial tristeza al observar que la zafra de 2018, con apenas 1,3
millones de toneladas, ha supuesto uno de los peores resultados en 120
años, lo que significa situarse por debajo de los niveles alcanzados
en época de la colonia.
Para
los cubanos el azúcar es un orgullo, es país, es cultura de
nuestros antepasados. Es el producto campeón de una economía que
goza de unas condiciones naturales inmejorables para la producción
de este bien estratégico, porque sin azúcar no se puede vivir,
sin azúcar no hay país. Lo ocurrido este año en la zafra cubana es
el resultado final de un proceso que arrancó a comienzos de este
siglo cuando, sin ton ni son, Fidel Castro decidió, de forma
unilateral, cerrar un centenar de ingenios azucareros y dejar de
cultivar la caña en las tierras de propiedad estatal. El declive,
desde entonces, ha sido imparable.
Al
parecer, durante una reunión del gobierno el pasado mes de
diciembre, el ministro de economía castrista, Alejandro Gil, declaró
que “el país produciría este año 1,5 millones de toneladas de
azúcar en bruto y exportaría 920.000 toneladas”. Es evidente que
los planes se han visto sensiblemente incumplidos, lo que nos lleva
una vez más a los fallos de la planificación. Los
hechos son tozudos. El ministerio de comercio interior ha señalado
que al consumo interno se destinan entre 600.000 y 700.000 toneladas
de azúcar, y si se suma a esta cantidad el acuerdo con China para
exportar 400.000 toneladas anuales, la diferencia es tan escasa que
apenas da para nada.
Es
inconcebible, y no existe justificación alguna, que las autoridades
de AZCUBA y del ministerio del ramo ofrezcan explicaciones que no
contentan a nadie. Después, a mitad de año, tienen que importar,
como el año pasado, azúcar procedente de Francia o Brasil para
atender las necesidades de consumo de la población cubana. En
cualquier país del mundo, todos los directivos responsables de este
desastre serían cesados sin más. En Cuba, insisto, nos tenemos que
conformar con explicaciones ambiguas que casi siempre dicen lo mismo,
y lo que es todavía peor, porque no aportan soluciones a un problema
que cada vez empeora más.
La
pésima campaña de este año se justificó por las autoridades, como siempre, por
la llegada tardía de piezas de repuesto para molinos, cosechadoras y
camiones, el mal estado de las carreteras, la falta de trabajadores y
la calidad de la caña. Increíble. Todos los problemas, de índole
organizativa, tienen solución. Nadie entiende por qué no se hace
nada.
Ni
a nivel general, ni provincial, ninguno de los territorios cumplió
los planes inicialmente previstos, que además, como señalan las
autoridades, fueron siendo revisados conforme avanzaba la campaña y
se veía venir el desastre. Una vez más, la
planificación de la economía fracasa, ni un solo acierto, lo
que supone distorsionar las decisiones de los agentes
económicos. En cualquier economía, sin tanto planificador
comunista, las cosas podrían ir mucho mejor. De un total de 54
ingenios que actualmente muelen la zafra, tan solo en 17 se
cumplieron los planes, menos de la mitad. Los planes no sirven, y los
que los elaboran, tampoco.
La
consecuencia principal del hundimiento de Cuba como principal
productor azucarero es que los precios de este producto volverán a
mantenerse estables y altos durante el próximo ejercicio. Según la
Organización Internacional del Azúcar, actualmente, más de 130
países producen azúcar de caña o remolacha, y 10 de estos producen
de los dos tipos. La
producción de azúcar de caña, sin embargo, en promedio, es
claramente superior a la de remolacha y representa alrededor del 80%
de la producción mundial. Esta
se ha ido concentrando cada vez más. En
1980, los diez principales países productores representaban el 56%
del mundo, mientras que en 2016 los diez primeros alcanzaron el 76%.
Sin embargo, aunque
los comunistas no son capaces de recuperar las cifras de la zafra azucarera en
Cuba, eso no significa que el sector no tenga futuro. Los expertos
creen que el azúcar ofrece alternativas de producción al consumo
humano, como la producción de alimentos para animales, fibra y
energía, de manera especial los biofuel basados en el etanol del
azúca, y para la cogerenación de electricidad por medio de la
utilización del bagazo de la caña. La caña de azúcar, además, es
considerada como la fuente de biomasa más importante y eficiente
para la producción de biofuel. Ello es lo que explica el mantenimiento y consolidación del sector a nivel mundial.
De
hecho, en los últimos años se observa una relación cada vez más
estrecha entre los precios del azúcar a nivel mundial y los del
petróleo, en buena medida promovida por la relación entre azúcar y
etanol primario en Brasil, que es el país campeón a nivel mundial
en la producción de azúcar de caña. Cuba podría ser ese campeón. El azúcar tiene futuro porque
su producción y procesamiento se encuentran directamente
relacionados con la preocupación medio ambiental y la lucha contra
el cambio climático. Todos los agentes que se relacionan en este
sector, productores, procesadores, compañías de energía y
alimentación, están buscando formas de interacción en beneficio del
objetivo de los biofuel para la sostenibilidad ambiental.
Visto
desde esta perspectiva, si el sector del azúcar cubano no estuviera
en manos de un estado burocrático y comunista, sino de empresas
privadas competitivas, innovadoras y modernas, el resultado sería
bien distinto. No me cabe la menor duda de ello. El azúcar tiene un
gran futuro en la economía mundial, por sus extraordinarias aplicaciones, y las ideas absurdas de Fidel
Castro que lo llevaron a decretar la desaparición del sector en
Cuba, no fueron más que eso, ideas absurdas por las que el país ha
pagado un alto precio.
Como
consecuencia de ello, según la Organización Internacional del
Azúcar, Cuba no se ha podido beneficiar del crecimiento de la
producción mundial en un 40% desde 2001, el equivalente a 50
millones de toneladas. Otros países han ocupado el hueco dejado por
la isla como Tailandia, con 9,7 millones de toneladas o Rusia con
5,77 millones. El caso de China es curioso. Su producción es
impresionante, 9 millones, pero su consumo es claramente superior,
15,78 millones. Por lo mismo, tampoco Cuba pudo beneficiarse del
crecimiento del comercio mundial de azúcar que aumentó incluso
más, un 50%, equivalente a 20 millones de toneladas, en el mismo
período. Y todo ello, a pesar de las continuas campañas contra el
azúcar en numerosos países del mundo.
Hay
tiempo para recuperar y salir adelante victoriosos. El azúcar cubano
volverá a crear país. Pero no con el actual modelo, sino con un
giro de 180º en el sector.
Comentarios
Publicar un comentario