La realidad de los emprendedores privados en Cuba





Elías Amor Bravo, economista
El ministerio de trabajo castrista ha anunciado que Cuba cuenta con 595.559 trabajadores privados, y todo el mundo lanza las campanas al vuelo. ¡Qué gran noticia! La última trinchera de la guerra fría con una economía prosoviética y estalinista, ya cuenta con casi 600 mil personas independientes del estado que todo lo controla. Si. Gran noticia
No obstante, los datos se tienen que poner en perspectiva
Por ejemplo, representan una pequeña proporción de la población ocupada total del país. La realidad es que en Cuba hay casi 4,5 millones de trabajadores. Por lo tanto, los privados apenas alcanzan un 13% del total. No existen otros países con porcentajes tan bajos para el empleo privado. Es cierto que se ha dejado atrás el bajo porcentaje de comienzos de la década, pero la realidad es que el mercado de trabajo cubano se encuentra altamente intervenido por el empleo dependiente del estado, y que lo privado, en si, tiene una presencia insignificante.

Segundo, el ritmo de crecimiento del empleo por cuenta propia tampoco ha sido destacado, sobre todo en los últimos tres años. Llegar a casi 600 mil ha costado casi seis años. En realidad las autoridades se han mostrado reacias a aumentar las licencias que se autorizan para el ejercicio de las actividades por cuenta propia, produciéndose una cierta saturación de la oferta en las que ya existen.
A las 123 actividades autorizadas hasta este año, el régimen decidió añadir otras 5 el pasado mes de febrero, así como la posibilidad de que las personas jurídicas puedan contratar productos y servicios de los trabajadores autónomos. Destacar el intenso crecimiento que empezó en los emprendedores a partir de 2010, cuando la estadística oficial daba unos 150 mil, pero una vez se alcanzaron en 2014 los 500 mil, la cifra ha proseguido su aumento, pero con variaciones relativas menores. Cabría observar un cierto agotamiento del proceso.
Las autoridades han otorgado prioridad al trabajo privado en la prestación de servicios orientados al consumo de las familias que reciben remesas del extranjero, como son actividades relacionadas con el transporte, servicios de belleza, gastronomía y bar, productores o vendedores de diversos artículos y como empleados contratados, las modalidades con mayor demanda y por la que han optado más de 153.000 personas. De igual modo, las modalidades más solicitadas para el trabajo por cuenta propia dentro de las licencias autorizadas, han sido la elaboración y venta de alimentos (9%), el transporte de carga y pasajeros (8%), el arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios (5%), los agentes de telecomunicaciones (5%); y los trabajadores contratados por los mismos emprendedores privados (25%). El pasado mes de febrero empezaron a autorizar las de operador de equipamiento para la producción artística, agente de selección de elenco (casting), auxiliar de producción artística, traductor e intérprete certificado y productor vendedor de alimentos.
Sin embargo, hasta la fecha, el sector industrial o los servicios de educación y salud permanecen absolutamente controlados por el estado, sin que se autorice la actividad privada independiente. En la agricultura, los arrendatarios de tierras, se han frenado igualmente.
Otro aspecto que merece atención. El trabajo privado se encuentra sometido a numerosos obstáculos de todo tipo, una carrera de obstáculos. Las autoridades castristas reconocen 60.596 bajas, concentradas en actividades de elaboración de alimentos, artesanos, albañiles y trabajadores contratados, en algunos casos por solicitud propia y en otros por haber incumplido con las obligaciones fiscales, tras una inspección. No parece que las nuevas regulaciones del trabajo privado que entraron en vigor a finales del pasado año hayan servido para que aumente de forma significativa el número de emprendedores.
Como consecuencia de este diseño controlado por el estado del trabajo privado, se observa una notable desigualdad territorial en la creación de estas pequeñas empresas, que tienden a concentrarse, sobre todo en las provincias de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, que reúnen el 65% del total de los "cuentapropistas". El resto parecen quedar ajenas a estas iniciativas.
En cuanto a los datos socioeconómicos de los trabajadores privados, un 32% son jóvenes, un 35% mujeres, un 10% jubilados que necesitan cubrir la pensión que reciben y otro 14% se trata de pluriempleados con otra ocupación en el mayoritario sector estatal.
Este balance general sirve para obtener algunas conclusiones con relación al estado y la dinámica del sector privado de la economía cubana.
Primera, que no hay mucho que celebrar. El trabajo privado en Cuba está controlado y frenado en su expansión por el régimen que impide que se generalice la actividad a todos los sectores de la economía. Creció mucho hasta 2014 pero desde entonces se mantiene relativamente estable, sin provocar un cambio drástico en la situación global.
Segunda, su especialización en servicios de baja productividad, orientados al consumo y altamente dependientes de las remesas del exterior y, en su caso, del negocio turístico que no es acaparado por las empresas estatales, le otorga un fuerte componente cíclico y una debilidad estructural que, en presencia de una elevada presión fiscal, puede suponer la inviabilidad de muchos proyectos.
Tercera, su dimensión y eficiencia productiva está condicionada por las normas administrativas de autorización del régimen, que impiden el crecimiento de la escala de la producción, lo que limita la rentabilidad de los negocios, las inversiones, sobre todo en espacios físicos y tecnología, y su crecimiento sostenible.
Cuarta, la escasa articulación con otros sectores, y los bajos “encadenamientos” con el resto de la economía, lo que obliga a buscar fórmulas de aprovisionamiento, las “mulas”, inauditas a nivel mundial.
Quinta, la escasa sostenibilidad de estas actividades que pueden ser eliminadas en cualquier momento por el gobierno, e incluso, los altos niveles de “abandono” que indican la dificultad de sacar a flote los proyectos.

Siendo como es positivo, y necesario, el trabajo y la empresa privada en cualquier economía, lo que está ocurriendo en Cuba no es para lanzar campanas al vuelo, sino para cuestionar la acción del régimen comunista que no quiere que un sector privado dinámico y potente le dispute el poder. 
Lo que realmente hay que preguntarse es:
1.- Por qué no hay más emprendedores privados en Cuba 
2.- Por qué no pueden abrir libremente sus empresas en cualquier sector al margen de los oficios autorizados 
3.- Por qué no pueden asociarse libremente con inversores extranjeros y recibir capital extranjero para potenciar y aumentar la dimensión y escala de sus empresas 
4.- Por qué no pueden obtener libremente licencias de importación, viéndose obligados a utilizar transportes informales como las mulas de alto coste y riesgo para los que participan en estos procesos 
5.- Por qué tienen dificultades de aprovisionamientos en los mercados logísticos inexistentes, ya que siguen sin ser autorizados por el régimen 
6.- Por qué tienen problemas para el transporte de sus productos y la prestación de sus servicios 
7.- Por qué la carga fiscal que recae sobre estas empresas es abrumadora y obliga al cierre en muchos casos, como en la agricultura que se establecen impuestos incluso cuando no hay producción 
Estas, y muchas más, son las preguntas que realmente debe responder el régimen, pero calla o hace demagogia. En esas estamos. No hay que hacerse grandes ilusiones.





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