El ministro de economía Gil en la mesa redonda de Randy (II)

Elías Amor Bravo, economista
Ya lo reconocen abiertamente en todas partes. La economía cubana atraviesa actualmente una compleja coyuntura. Este es el título de un artículo en Cubadebate que hace referencia a la mesa redonda en la que participaron el ministro de economía Gil Fernández y cuatro periodistas con Randy Alonso al frente. En un artículo anterior reflexionamos sobre dos cuestiones planteadas al ministro. En este continuamos con el mismo análisis. Las preguntas en negrita.
—En aquellos años del Período especial el país sufrió prolongados apagones porque se quedó  sin combustible para generar la electricidad necesaria, que venía de la URSS. Hoy existe, además del combustible nacional para generar, fuentes renovables de energía que se está ampliando su uso.
Los apagones volverán porque las inversiones que se han incluido en el programa para 2030 todavía no se han hecho, y la producción propia de la isla es insuficiente. Además, atraer inversión extranjera a las renovables está siendo un fracaso. Que el ministerio de energía y minas declare que “tenemos un respaldo de energía eléctrica para asegurar la venidera etapa de verano” es un mal presagio. Habría que ponerse en el peor escenario posible sobre todo, si el conflicto en Oriente medio disparase los precios del petróleo a los 80 dólares, como apuntan algunos analistas. A ese precio, Cuba no podrá comprar petróleo en los mercados internacionales, si Venezuela no puede cumplir los acuerdos.
—¿En Cuba existen potencialidades para desarrollar a corto plazo la industria nacional?
El ministro entra en contradicción cuando afirma que “es una gran ventaja contar con una economía centralizada y un plan nacional en el cual se pueden identificar objetivos para luego conducirlos”. Para el ministro es bueno que “el mercado no sea el que dicta la última palabra”. Y luego se intentan explicar por qué no funciona la Ley 118 de inversión extranjera. Cualquier empresario internacional potencialmente interesado en Cuba lee o conoce esas declaraciones del ministro de economía, y lo mejor que puede hacer es salir huyendo. No es bueno decir esas cosas para atraer capital extranjero, podrán culpar a la Ley Helms Burton de muchas cosas, pero cada vez que un dirigente comunista dice algo en Cuba, espanta al capital extranjero, así de simple.
El ministro dice que “por determinadas distorsiones existentes en el entorno monetario del país” resulta actualmente más barato importar que producir en el país”. Tiene parte de razón. Las distorsiones del entorno monetario las crearon ellos mismos, la dualidad monetaria CUC CUP, de la que no saben como salir, y que está actuando como un agujero negro de pérdida continua de competitividad y recursos. Lo malo es que ahora eliminar la dualidad tiene unos costes mucho más elevados que antes. El momento no es propicio, así que matar moscas a cañonazos acaba provocando un coste superior al beneficio. No se obtiene financiación, porque las exportaciones son poco competitivas, y la economía se endeuda cada vez más.
Esto significa que las potencialidades de corto plazo para desarrollar la economía están lastradas por decisiones adoptadas por el gobierno, de las que no sabe cómo salir. Mal asunto.
—A veces algunos empresarios piensan que es más fácil buscar un crédito que buscar soluciones a lo interno. ¿Hasta qué punto el plan de la economía puede a favorecer a mirar más hacia adentro?
El ministro dice que pretende llevar la economía de una conducción administrativa a una economía gestionada por instrumentos financieros. Muy bien, pero ¿con qué sistema financiero y crediticio pretende lograr este objetivo? Desde luego con la banca estatal cubana será muy difícil. No existe suficiente ahorro, porque la población vive al día, carece de poder adquisitivo y tampoco existe ahorro público, con déficits del estado del entorno del 11-12% del PIB. ¿De dónde va a salir la financiación? ¿Por dónde le entra el agua al coco? No es extraño que existan crisis de pagos y de liquidez continua en las empresas cubanas. Los incumplimientos de pagos reducen las operaciones inter empresas y se pierde la confianza en las transacciones, sobre todo, en la oportunidad de materializar el cobro. El ministro dice que quiere afrontar este problema, pero aclara cómo. Y no es fácil.
No es un problema de competencia de la producción nacional con la importada, tampoco de calidad superior, ni siquiera de recursos. Es un problema de engranaje de la economía y de algo fundamental que se ignora por los dirigentes castristas, que es la trasmisión de los impulsos de la economía real a la monetaria por medio de un sistema financiero eficaz. Si eso no se consigue, todo son buenas intenciones. Y desde luego, no se ha avanzado nada. Los deberes siguen sin hacerse.
—¿Cómo crecer en exportaciones? ¿Cuáles son las potencialidades en este sentido?
El ministro ha observado que hay “productos que antes se exportaban y que ahora no se hace” y lo atribuye a un “retroceso en cuanto a la diversificación de las exportaciones, quizás nos hemos acostumbrado a los productos más tradicionales como la azúcar, el níquel, el tabaco y el ron”. Inoportuno y al tiempo desacertado.
La búsqueda de sectores y actividades para la exportación exige primero que esos sectores y actividades produzcan para atender las necesidades internas de la población. Lo contrario sería irresponsable. El ejemplo del Doi Moi de Vietnam puede servir a los comunistas cubanos. Antes de estas medidas, la población del país asiático pasaba hambrunas cíclicas porque la agricultura estatal era improductiva. Tras las reformas en la propiedad privada, Vietnam no solo produce para alimentar su población, sino que se ha convertido en un exportador de productos agrícolas en Asia. Un éxito. La competitividad de una economía tiene mucho que ver con el marco jurídico de los derechos de propiedad, y no depende de que se permita a los exportadores quedarse con algunos dólares más o utilizar los recursos obtenidos al margen del plan. Para conseguir divisas, hay que darle la vuelta al sistema de derechos de propiedad.

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