El ministro de economía Gil en la mesa redonda de Randy (y III)

Elías Amor Bravo, economista
Ya lo reconocen abiertamente en todas partes. La economía cubana atraviesa actualmente una compleja coyuntura. Este es el título de un artículo en Cubadebate que hace referencia a la mesa redonda en la que participaron el ministro de economía Gil Fernández y cuatro periodistas con Randy Alonso al frente. En otros dos artículos anteriores reflexionamos sobre las cuestiones planteadas al ministro. En este continuamos con el mismo análisis. Las preguntas en negrita.
—Ante los problemas que presenta el país, el presidente Miguel Díaz-Canel anunció en abril pasado, en la reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional que la actualización del plan de la economía para las situaciones más complejas exige la acción más inmediata. ¿Qué alternativas se han implementado ya? ¿Qué otras medidas se pueden poner en práctica?
Las excusas del bloqueo y las medidas adoptadas por la Administración Trump tiene sus días contados. El exceso de victimismo del régimen abusa, le puede salir muy caro. Que la inversión extranjera y el turismo, se puedan ver o no afectados no depende tanto de los factores externos como de los internos de la economía, y su incapacidad para generar encadenamientos que estimulen la actividad económica. Si se pretende creer “200 negocios pactados con inversionistas foráneos por importe de 1.300 millones de dólares” es un éxito a presentar, el ministro Gil anda desencaminado. Por lo pronto esa obsesión de Díaz-Canel, por controlar que no trabar al trabajo por cuenta propìa, no deja de ser más que una majadería comunista más. La iniciativa privada, cuando encuentra puertas abiertas, empuja para ganar espacio. No se lo tiene que dar ningún burócrata de partido. Es cuestión de tiempo, nada más.
Ni el turismo ni la inversión extranjera van a servir de mucho si no se remueven los obstáculos, principalmente internos, que impiden a estas variables desarrollarse al margen de los factores externos y la coyuntura internacional. El ministro debe reconocer que en las condiciones actuales de la oferta productiva en la isla será muy difícil que el sector turístico deje de operar con productos importados. La solución no está en crear “incentivos y condiciones para que la producción nacional, competitivamente, pueda sustituir esas comparas en el exterior”, con eso lo único que van a conseguir es aumentar el déficit del estado, otorgando más y más subsidios a las empresas. Lo que se tiene que hacer es liberalizar la actividad económica, para que las empresas puedan decidir su destino, sin ninguna referencia a plan estatal alguno. Que aumenten los beneficios sin límites ni restricciones, que se pueda invertir o ahorrar libremente, que las empresas sean los dueños verdaderos del fruto de su trabajo. Solo de ese modo, se podrá conseguir aumentar “las relaciones entre todos los actores económicos: inversión extranjera, sector estatal y no estatal, y lograr la complementariedad en la oferta de bienes y servicios y se pueda reducir las importaciones” que desea el ministro.
El principal problema con el fomento de la inversión extranjera es la actuación parcial que se está desarrollando. Dada la prioridad en conseguir alimentos para que la población no padezca escasez estructural, el régimen quiere atraer inversiones hacia el sector agropecuario manufacturero, donde los empresarios internacionales se encuentran frente a empresas improductivas, poco eficientes, mal gestionadas, con cartera de productos obsoleta y tecnologías del siglo pasado. El interés por invertir en ese sector, para vender a un mercado interno sin capacidad de compra por los bajos salarios, es nulo. El país gasta más de mil millones de dólares en la importación de alimentos, una cifra relativamente reducida, por cuanto no se produce suficiente en la isla. Incluso para alimento de ganado se recurre a la importación. Tal vez sería conveniente no dirigir el sentido de la inversión extranjera sino otorgar la máxima libertad de decisión, y avanzar en proyectos de inversión predeterminados por los dueños del capital, a los que no les gusta que ningún gobierno comunista les diga qué tienen que hacer con su dinero.
Por ello, la apuesta por el turismo y la inversión extranjera tienen poco recorrido y no van a servir para crear las condiciones para la mejoría de la economía. El ministro reconoce que hay que cambiar la estructura de la economía, y en eso tiene razón, pero comete algunos errores de consideración al afirmar que “no se puede aspirar a dar grandes saltos, de un año a otro”, y en ese enfoque cobarde de “ir buscando la manera para potenciar más las producciones nacionales que sustituyan importaciones de alimentos y combustibles, sobre todo las inversiones relacionadas con las fuentes renovables de energía”. Sus antecesores, entre 1959 y 1967 trasvasaron todos los derechos de propiedad privada al estado sin grandes esfuerzos pero a un altísimo coste social. Lo que se tiene que hacer es revertir, y cuanto antes esa situación.
—¿Qué ejemplos podemos poner de esos proyectos que ya fueron financiados?
El ministro cree que “no se puede reaccionar de manera automática y pensar que si se para la producción nacional debemos importar” y pone el ejemplo Una muestra de lo ocurrido con las bandejas de huevos, que “ante dificultades productivas y del personal de la planta, la primera idea de muchos compañeros fue importar el producto”. Fue entonces, que se dieron cuenta que el problema era que “los precios mayoristas con los que se comercializaba las bandejas eran muy bajo y no estimulaban a la fuerza de trabajo”. Un problema que resuelve un estudiante de economía de primer curso. Según el ministro, esa prioridad a importar es un problema. También se podría valorar como una solución, ya que no todos los problemas son tan simples como el de la producción de huevos. De una vez por todas, hay que contemplar los asuntos económicos de forma integral porque una economía es un todo, que no se arregla con parches marginales. Eso también lo sabe un estudiante de primer curso.
—Recientemente en un Consejo de Ministros, usted dijo que existen signos de vitalidad que permiten prever un crecimiento a finales del presente año, ¿cuáles son esos signos de vitalidad?
No hay signos de vitalidad en la economía cubana, y el ministro lo sabe. Los motores de cola, turismo, petróleo de Venezuela, remesas, inversiones extranjeras, caen en picado, sin que se den soluciones eficaces desde el punto de vista jurídico y organizativo. En tales condiciones, y sin contar aún los efectos de las medidas adoptadas por la Administración Trump que se van a notar en unos meses, la situación puede ir a mucho peor.
El ministro cita la producción y venta liberada de “huevos y carne de cerdo” como ejemplos de éxito de lo que se tiene que hacer. Esto da una idea bastante real de la situación lamentable de la economía cubana en manos del castrismo. No tiene sentido. Y lo que es peor no tiene futuro. Ojalá la mesa redonda hubiera servido para algo.
Cerdo, soya, huevos, cemento, pollo, ferrocarriles,... son bienes tan absolutamente normales y accesibles en cualquier país del mundo que cuando uno escucha al ministro de economía de Cuba hablar de ellos como el resultado de una gran "batalla económica" no puede menos que sentir lástima. Sobre todo, porque no van por el buen camino con lo que hacen. Y ellos lo saben.

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