La demagogia salarial castrista: medidas inoportunas e ineficaces
Elías Amor Bravo, economista
Ante la gravedad de la situación económica, que
ya no se oculta a nadie, y su progresivo deterioro sobre todo en el
segundo semestre, Díaz-Canel ha decidido actuar. El último consejo
de ministros castrista ha aprobado una serie de medidas que, según el
diario comunista Granma, tienen como “fin impulsar una estrategia
económica basada en el máximo aprovechamiento de las capacidades
internas y del potencial humano con que cuenta el país”.
¿Son acertadas las medidas? ¿Van a lograr sus
objetivos? Ojalá se pudiera anticipar el resultado de las mismas.
Por lo pronto, lo único que se puede hacer es realizar una
evaluación de lo que significan en relación con el entorno actual
de la economía cubana.
Díaz-Canel ha dicho que las medidas obedecen a
“los estados de opinión de la población” que ha ido pulsando en
distintos momentos y territorios, con el trasfondo de la “política
hostil del gobierno de los Estados Unidos”. Al parecer, estas
opiniones han sido trabajadas durante meses con expertos del ámbito
de las ciencias económicas, y después de los debates
correspondientes, han salido las medidas aprobadas por el consejo de
ministros castrista.
El objetivo de las medidas es “dar una mayor
respuesta a las necesidades de la población y de la economía,
incentivando la activa participación de todos los actores en la
búsqueda de soluciones y en el enfrentamiento al cerco económico
que nos impone el Gobierno de los Estados Unidos”. Y en tal caso,
“el propósito es que estimulen el ahorro, propicien el desarrollo
y permitan continuar avanzando en las cuestiones fundamentales que
generan condiciones más favorables para que la economía cubana
pueda desenvolverse” en palabras del ministro del ramo.
Por medio de este programa de política económica,
el régimen quiere “defender la producción nacional; diversificar
e incrementar exportaciones; sustituir importaciones; fomentar
encadenamientos productivos; potenciar la empresa estatal; avanzar en
la soberanía alimentaria; promover el desarrollo local; cumplir la
política de la vivienda; y poner la ciencia en función de resolver
problemas”, Quien mucho abarca, poco aprieta.
Para llevar a la práctica las medidas, se apuesta
por “métodos y estilos de trabajo ajenos a formalismos y
burocratismos y con un enfoque integral” en busca de mayor
eficiencia. El ministro de economía consideró fundamental “el
papel y la preparación que requieren los cuadros a todos los niveles
para concretar los cambios que correspondan en la institucionalidad
del país”, en su opinión, “se han realizado modificaciones al
modelo económico y básicamente seguimos trabajando con las mismas
estructuras de las instituciones”.En ese sentido, anunció que se
“pondrán en práctica de manera paulatina, abarcan disímiles
aspectos como el incremento de las producciones nacionales; el
autoabastecimiento municipal; los proyectos de desarrollo local; las
inversiones; la circulación mercantil minorista; y el fomento de las
producciones agropecuarias”. Una vez más se pretende por medio de
meras correcciones estéticas, resolver problemas de fondo que no
admiten dilación en el tiempo. Esas modificaciones del modelo
económico de las que habla el ministro no son tales. El recorrido
que se tiene que realizar, apenas ha comenzado.
Vayamos a las principales medidas. Aumentos de
salarios y de pensiones. La clásica medida demagógica y populista
ensayada en dictaduras y regímenes autoritarios varios, en España
aún se recuerdan en época de Franco los aumentos de salarios del
ministro de trabajo Girón de Velasco. Demagogia y oportunismo que
rara vez conducen a algo bueno, porque estos incrementos se los acaban
comiendo los precios o situaciones de grave recesión, como las que
amenazan a la economía cubana.
Con estas medidas, el régimen pretende que la
economía cubana crezca con el consumo, con el potencial interno,
ante un entorno internacional cada vez más complejo. No se si lo
conseguirán. Las bases sobre las que se cimenta el mercado interno
de la economía son inexistentes y el régimen jurídico que sostiene
las decisiones de consumo y ahorro es inaplicable, dado el peso del
estado en la economía. Ante un entorno internacional complicado,
jugar todas las cartas a la expansión salarial interna, es avanzar
peligrosamente por la senda de la autarquía económica, lo que puede
perjudicar más aún la situación de los cubanos a medio plazo.
En cualquier caso, el régimen ha aprobado un
aumento salarial en el sector presupuestado, donde se concentra el
mayor volumen de empleo del país, de modo que el salario mínimo se
incrementa a 400 pesos y el salario medio mensual por trabajador se
eleva a 1.067. Como ya se ha señalado, se verán afectados por esta
medida 1.470.736 trabajadores de organismos de la administración
central del Estado, los órganos locales del Poder Popular, las
organizaciones y asociaciones, con un coste estimado anual de 7.050
millones de peso.
¿Efecto champagne de los salarios? No es para
tanto. Por mucho que califiquen el aumento de “bastante
significativo para las condiciones en las que estamos”, los cubanos
no van a experimentar una mejoría en sus niveles de vida tras esta
subida. Lo más normal es que acabe trasladándose a unos precios más
altos, en presencia de un descontrol monetario que se viene
produciendo desde hace bastante tiempo. Conviene tener en cuenta que
este sector, siendo el que concentra el mayor volumen de empleo, es
también el que registra una menor productividad, lo que implica que
los costes laborales unitarios se van a disparar y estas
organizaciones, financiadas con fondos públicos, aumentarán su
déficit generando tensiones inflacionistas en la economía.
El régimen pretende amortiguar la influencia de
los precios en aumento. Pero no lo tienen fácil. Los mecanismos de
control de precios, los precios topados, no van a servir ante un
aumento de la demanda, pero es que además, confiar en “mecanismos
de observación para estar al tanto de los precios y de por dónde se
va moviendo el consumo”, es perder de vista que estas medidas
expansivas deberían servir para estimular el crecimiento de la
oferta y generar más producción de bienes y servicios, abriendo
espacios para el mercado y la demanda interna. Pero eso, seguro, no
lo harán.
En cuanto a la seguridad social, la pensión
mínima, se mantiene en 242 pesos. El resto de las personas que en
noviembre del año anterior no recibieron aumento y perciben
pensiones inferiores a 500 pesos, se verán beneficiados por las
nuevas medidas, estimando que alcanzará a 1.281 523 personas, con un
costo estimado anual de 700 millones de pesos.
Los aumentos salariales han ido acompañados de la
aplicación general de la denominada “contribución especial a la
seguridad social” a los trabajadores del sector presupuestado, que
hasta ahora quedaban excluidos de esta tasa. Se establece así un
tipo impositivo del 2,5% quienes obtengan ingresos mensuales hasta
500 pesos y de un 5% los que reciban salarios superiores a 500 pesos.
En ese sentido, los cubanos tendrán que hacer bien los cálculos,
porque muchos verán que el aumento de salarios se va por la vía de
más impuestos.
No sé muy bien cómo van a conseguir que este
aumento de los gastos salariales no incremente el déficit del
presupuesto del estado aprobado para el año 2019. Anuncian medidas
de ahorro en algunas partidas para compensar esta expansión de los
gastos salariales y recaudar todos los ingresos que se generen. En
todo caso, en una economía totalmente controlada por el estado, esa
modificación presupuestaria se debería analizar bien, porque como
dice el refrán “desvestir un santo para vestir otro” no es buena
cosa.
En el sector empresarial del estado la
descentralización de la aprobación de los sistemas de pago por
rendimiento, la vinculación de la formación y distribución del
salario al cumplimiento de indicadores y la eliminación de
restricciones administrativas sirvieron para que a finales de 2018
los salarios aumentaran de 600 a 871 pesos. Este resultado ha pasado
desapercibido y los incentivos aprobados como “la facultad de
aprobar los sistemas de pago por el director de la empresa; priorizar
siempre que sea posible la aplicación del pago a destajo; y mantener
como indicador que condiciona el pago por resultados en las empresas
el crecimiento de las utilidades antes de impuesto, comparadas con
periodos anteriores” han sido escasamente aplicados por las
empresas, ante las dudas creadas para su implementación.
Díaz-Canel dijo finalmente que “la intención
de este grupo de medidas es potenciar el desarrollo del país y hacer
frente a la compleja situación de los momentos actuales”. El
problema es que el tiro le puede salir por la culata, y tiene muchas
posibilidades que sea así. Lo veremos.
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