El sector del azúcar no se recupera fijando precio de acopio ni con financiación del BCC
Elías Amor Bravo economista
La cosecha de caña va mal. Hasta Díaz Canel lo reconoció hace unos días. Las "93 medidas" no ayudan a recuperar un sector que debe su postración actual a las decisiones personales de Fidel Castro a comienzos de este siglo, cuando decidió paralizar el funcionamiento de ingenios y abandonar los campos de cultivo, porque, entonces, decía que los precios eran inferiores a los costes de producción. Una lástima.
Aquella
decisión, que todo el mundo interpretó como errónea, supuso para Cuba perder su
cuota de mercado mundial en la producción de azúcar, pero también algo muy
importante, la posibilidad de obtener prefinanciación de la cosecha en los
mercados internacionales de capitales. Fidel Castro acabó destruyendo lo más
preciado de la economía y la sociedad cubana. Dos décadas después, sus herederos
políticos no saben qué dirección tomar, y no hacen más que dañar lo poco que aún
sobrevive, con medidas que no acaban de dar resultados. Ni los pueden dar.
Lo último
ha sido otorgar al presidente del grupo azucarero AZCUBA, el monopolio estatal
que rige el sector, la facultad para fijar los precios de la caña de azúcar en
función de la calidad que tenga el producto. La pregunta es inmediata ¿De qué sirve
manejar el precio si no hay producción ni compradores? Una vez más, las
decisiones de precio máximo (topado, como no podría ser de otro modo en el régimen
castrista) quedan al margen de la oferta y demanda, y en vez de establecerse en
función de las condiciones de mercado, son el resultado de una decisión administrativa
que acaba siendo publicada en la gaceta oficial como un acuerdo el número
9272/2022, al que se otorga la máxima confianza en su capacidad para regular la
venta del producto.
El
precio, establecido en 700 pesos por tonelada métrica, queda fijado de forma
administrativa, en el campo o en el almacén del producto, como si fuera lo
mismo y no existiera una incorporación de valor de uno a otro. Dicho procedimiento
queda en vigor con efecto retroactivo, para todas las operaciones realizadas a
partir de 1 de diciembre de 2021. La medida tiene como objetivo facilitar
financiación a la zafra desde su comienzo,
Y como
cabría esperar, los precios administrativos, lejos de resolver el problema
cañero, no han servido para nada. Y el tiempo ha pasado. De modo que dos meses
después, el régimen tiene que volver a tomar una decisión similar. Esta vez,
facultan al Banco Central de Cuba, que debería estar para otras cosas, a
disponer de fondos para aumentar la producción de caña de azúcar. Viendo que
las 93 medidas no dan resultado y que los precios de acopio fijados a nivel
administrativo, menos aún, el régimen ante una de las peores campañas de la
historia de Cuba se lanza a otorgar financiación al sector, en una peligrosa
huida adelante, cuyas consecuencias pueden ser desastrosas.
La decisión
de financiar va dirigida al sector agroindustrial azucarero, en su conjunto,
incluyendo también los derivados y la generación de energía. El beneficio,
amparado por el Fondo de Desarrollo creado con dinero del Presupuesto del
Estado, quedó registrado en la Resolución 22 de la entidad bancaria, dada a
conocer en la Gaceta Oficial.
Que el Banco Central disponga recursos financieros del presupuesto estatal para un sector que necesita mucho más que parches monetarios para sobrevivir, es una actuación que entraña riesgos, porque dada la insolvencia en que se encuentran muchas de las empresas y los pésimos resultados que se esperan de la campaña presente, lo más probable es que la mayor parte de los créditos que se otorguen resulten en fallidos e incobrables, que crearán problemas a los que facilitan la financiación.
La decisión del BCC es política y responde a la necesidad de dar
sentido a las “93 medidas” del régimen para revitalizar la producción
azucarera, que es evidente que no están dando los resultados apetecidos. Las
autoridades comunistas de Cuba se están encontrando con la dura realidad que el
cadáver del sector azucarero cubano no se puede reanimar con disposiciones administrativas
relacionadas con financiamiento, logística, gestión empresarial y potencial
humano, y de ciencia, tecnología e innovación.
Es
cierto que las “93 medidas” cubren en cierto modo todos estos ámbitos, pero no
van al origen del problema, que tiene mucho que ver con los derechos de propiedad
de la tierra y la existencia de un régimen jurídico que lo garantice. En vez de
reflexionar sobre estas medidas estructurales que, por ejemplo, a Vietnam le
permitieron convertirse en un lustro en potencia exportadora de arroz, las
autoridades culpan del fracaso del azúcar a las “limitaciones financieras y de
recursos y la agudización del bloqueo económico, comercial y financiero del
Gobierno de Estados Unidos y la crisis derivada del azote de la COVID-19”
cuando el verdadero culpable lo tienen en el “museo mausoleo” que le acaban de
inaugurar en el Vedado.
Comentarios
Publicar un comentario