Díaz Canel y la foto con Sherritt, ¿o es al revés?

Elías Amor Bravo economista

Reconozco que me equivoqué. No hace mucho, escribí una entrada de este blogen la que venía a decir que no encontraba demasiado interesante para los inversores extranjeros en Cuba hacerse alguna fotografía de recuerdo con Díaz Canel. Sin duda, infravaloré la capacidad de persuasión de los herederos de Fidel Castro, o tal vez, no conseguí entender qué puede sacar el máximo ejecutivo de Sherritt International de un encuentro con luz y taquígrafos con dirigente comunista. 

Es evidente que estos encuentros tienen lugar, y con más frecuencia de lo que se piensa, pero esta vez la prensa estatal del régimen, siempre apresta a hacer campañas a favor de los dirigentes comunistas, se ha hecho eco del encuentro e inundado las ediciones digitales de un amplio reportaje visual.

Me decía un empresario español que empezó a hacer negocios en Cuba durante el período especial, y que acabó huyendo de Cuba cuando le pusieron las cosas muy difíciles, que en los primeros años de su estancia en Cuba, había cola, como se dice vulgarmente, de inversores extranjeros, por ser recibidos por Fidel Castro, y hacer una foto de recuerdo con el sátrapa comunista cubano.

Aquellos empresarios, españoles, mexicanos, holandeses, canadienses, eran especialistas en las técnicas del flirteo con la izquierda en sus respectivos países. Me decía este empresario que un amigo suyo, también español, quería hacerse la foto con Castro para mostrarla a los sindicatos de su empresa, el CCOO español, fuertemente anclado en la izquierda. La foto con Castro la ponía bien visible en la pared de su despacho cuando tenía las reuniones con el sindicato. Luego la quitaba. El hombre detestaba a Castro, pero había que pagar un precio por hacer negocios en Cuba. Ya se sabe, la ética llega hasta dónde llega.

Luego llegaron los homenajes de los comunistas cubanos a aquellos que habían arriesgado su dinero en Cuba, y empezaron a multiplicarse los bustos de recuerdo en los parques y jardines. Ni se sabe cuántos hay. Acaban siendo testimonios abandonados de personas desconocidas; muchos de ellos, habiendo pagado y con creces, los monumentos. Triste. La última que nos ha llegado de la Isla fue la “colecta” realizada entre empresarios, muchos de ellos españoles, para financiar la construcción del “museo de Fidel Castro” en varias mansiones robadas del Vedado que, en su momento, volverán a ser propiedad de sus auténticos dueños.

Y así, cuando todavía no nos habíamos repuesto del sabor agridulce de los 20 millones de dólares entregados por esos empresarios para rendir culto al dictador comunista, nos llega este reportaje en la prensa del régimen según el cual, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República de Cuba, Díaz Canel sostuvo un encuentro con Leon Binedell, presidente de Sherritt International, según dice Granma “prestigiosa empresa canadiense del sector de la minería y el petróleo”. Y destaco lo de "prestigiosa", porque este título no se lo da Granma a cualquiera, y, además, si no fuera así, esta empresa no podría hacerse la fotografía de recuerdo con Díaz Canel.

Como añade Granma en la breve nota que acompaña al reportaje (que más bien parece una nota de sociedad que otra cosa) “durante el cordial intercambio, realizado en el Palacio de la Revolución, ambas partes dialogaron sobre las potencialidades que existen para, aun en medio del recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos, profundizar la participación de esta compañía en el desarrollo económico de Cuba, sobre todo en actividades como la minería, la prospección petrolera y la generación de energía”.

Vaya, ahora resulta que se puede aumentar el negocio con Sherrit, que no es otro que la minería de Moa, y en cambio, los comunistas cubanos ponen el grito en el cielo cuando ven que otra empresa canadiense consigue restablecer el negocio de las remesas a Cuba sin tener que pasar por las manos oscuras y lujuriosas de la seguridad del estado y del ejército, que no quieren perder tajada en ese negocio que mueve, dólar arriba dólar abajo, unos 6.000 millones al año. Se ve que con Sherritt no tienen ese problema, y así en la reunión susodicha se presentaron también Ramiro Valdés y los ministros del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, y de Energía y Minas, Rodrigo Malmierca y Liván Arronte, respectivamente.

¿Por qué con unos si y con otros no? ¿Qué buscan los dirigentes comunistas con este tipo de encuentros? ¿Tal vez arrastrar a Sherritt al conflicto que no quieren resolver con Estados Unidos, o demostrar que este tipo de empresas que son “obedientes” si que son recibidas por el “alto estado mayor del régimen” y en cambio, los que no se portan bien, jamás recibirán dicho trato?

La derivada no es ésta. Hay que pensar qué gana Sherritt con este reportaje en Granma con la cúpula comunista de Cuba. Esta compañía debe tener un departamento de imagen de primer nivel que no debe dar puntada sin hilo. Conseguir un reportaje como este, que lo verán los accionistas globales de esta compañía, muchos de ellos inquietos y molestos con los negocios con un país tan complicado como Cuba, no es fácil y puede tener consecuencias. 

De momento, el presidente de Sherritt se puede exponer a que el comité de responsabilidad social corporativa de su multinacional le haga alguna pregunta sobre por qué hacer negocios con un país que no respeta y proscribe los derechos humanos. Qué se le va a hacer, las reglas del compliance son así y si el señor Leon Binedell quiere acudir a los mercados financieros en busca de financiación se podrá encontrar con alguna cláusula contraria a hacer negocios con un régimen político como Cuba. 

Puede ser cualquier cosa. Nada ocurre de forma natural en la Cuba comunista. En este evento hay ganadores y perdedores. Han escogido el momento (los precios de las materias primas minerales están disparados en los mercados mundiales y Sherritt debe estar ganando mucho dinero con el negocio de Moa en Cuba) y Díaz Canel, que debe tener a Putin con el grito en el cielo por haberle abandonado en la votación de Naciones Unidas, poniéndose al lado de China, ha aprovechado la ocasión para mejorar su deficiente imagen internacional. Insisto. En Cuba nada ocurre por casualidad y este apretón de manos entre un “capitalista” canadiense de primer nivel, y un cubano enemigo del capitalismo, tiene que tener algún significado. Lo veremos.

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