El comercio de Cuba no tiene solución

Elías Amor Bravo economista

A la ministra Betsy Díaz se le reconoce ser fiel y disciplinada, y no salirse ni una coma del discurso oficial que suele traer bien aprendido. Al fin y al cabo, a ella le toca lidiar con uno de los sectores que peor funcionan en la economía cubana, el comercio, y nadie en el partido ni el régimen tiene el menor interés por cambiar las cosas. Así que su participación en el programa Mesa redonda no deparó ni titulares, ni noticias que atrajeran la atención de los cubanos. Más de uno debió apagar el televisor.

El programa estaba destinado a tratar varios temas, como el perfeccionamiento del comercio interior, la reforma de la licitación de locales y algunas cuestiones relativas a la eterna canasta familiar. Y tras mostrar condolencias a los familiares de los fallecidos en el Saratoga y destacar la labor de los equipos de rescate, la ministra entró en el meollo de la cuestión.

Con respecto al proceso de perfeccionamiento del comercio, señaló que el mismo comenzó en 2019, antes de la pandemia, con el objetivo de mejorar la calidad de los servicios que se prestaban. Algo realmente difícil en un régimen político que, por ideología y principios, desprecia la actividad comercial y nunca le ha otorgado la importancia que merece. En concreto, al convertirla en una actividad estatal, privó al sector del dinamismo, competitividad y calidad que tiene en otros países. De modo que el comercio en Cuba más que una renovación de fachada (como mayor autonomía a las unidades) lo que requiere son transformaciones estructurales y jurídicas de alcance.

Pero que nadie espere nada de eso. La ministra explicó que, al llegar la pandemia, todo el proceso quedó en stand by, y la iniciativa que calificó de “proceso de reanimación de bodegas”, se aparcó sin más, para otros tiempos mejores. La idea de integrar en las viejas bodegas otros servicios y productos no alimenticios que las acercaran a la comunidad, como productos de primera necesidad del hogar, otros productos alimenticios de la industria, agropecuarios y productos elaborados, no tuvo continuidad.  En realidad, cuesta mucho sacar a las bodegas de su actividad principal que no es otra que la entrega de la canasta básica.

Así que todo acabó de la misma forma que empezó, se renovó la imagen de un escaso 20% de las instalaciones, con la idea, quizás demasiado ambiciosa, de sumar 2.000 más al cierre del presente año. La ministra pretende que, en tres años, las más de 12.000 bodegas de Cuba presenten una imagen diferente. Como si el problema de las bodegas fuera solo la imagen.

También señaló que 8.764 instalaciones ya cuentan con código QR en materia de informatización. El proceso empezó con EnZona con un bajo nivel de operaciones, y con algunas insatisfacciones por la conectividad para incorporar después la plataforma Transfermóvil, lo que ha incrementado las transacciones y reducido la circulación de efectivo, aunque la ministra reconoció que estas iniciativas son insuficientes. Más de un cubano se planteará qué sentido tiene todo este esfuerzo tecnológico e informático si el problema de las bodegas es que siguen vacías y no hay nada que comprar. Tal vez habría que empezar por ahí.

La escasa disponibilidad de cajeros automáticos obligó a coordinar con el banco para habilitar el servicio de “caja extra, que permite al cliente extraer efectivo en una unidad minorista, y en ese sentido, indicó que 14 provincias ya cuentan con esta modalidad de cajeros en tiendas.  

La ministra explicó que la informatización de las Oficodas va mucho más lenta, porque solo el 17% de los núcleos ha sido incorporado al sistema. La ministra quiere que todo esté conectado, para “lograr un impacto en los procesos de transformación estructural, llegando hasta la contabilidad de las empresas municipales”. Pero se insiste en que, con ello, las bodegas siguen vacías, sin nada que vender.

Otro dato que ofreció la ministra es que las ventas a plazos alcanzaron 195 establecimientos en todo el país, ofertando con esta modalidad muebles, juegos de comedor, juegos de cama, entre otros. Nada que llame la atención de forma significativa.

Preguntada sobre la concesión de libretas de abastecimiento de forma excepcional durante la pandemia, la ministra dijo que, bajo el amparo de la resolución 96, esta posibilidad se mantuvo en vigor hasta el 31 de diciembre, lo que permitió esta facilidad a unos 60.000 núcleos. Y añadió al respecto, “lo significativo es que hay 20.000 personas que hicieron traslados entre provincia o municipios y que por la covid-19 estaban limitadas a adquirir su canasta. Hoy seguimos con la emisión total de libreta, pero sigue la excepcionalidad para aquellas personas con niños y personas mayores de 65 años que presentan alguna limitación”.

La ministra abordó la cuestión de la concesión de mayores facultades a las unidades de comercio y señaló que se empezó por la actividad de la gastronomía, que a partir de la política aplicada en el 2014 sufrió un deterioro en su gestión. La reforma consistió en otorgar a estos centros gastronómicos cierta autonomía en sus productos, con el objetivo de estimular la estabilidad de las ventas.

En el caso de los servicios de la gastronomía estatal la ministra reconoció que queda como insatisfacción los más de 60.000 beneficiarios que hay en el sistema de atención a la familia. Se evalúa transformar el servicio, diversificarlo, buscar otras modalidades, tener las experiencias que dejó la covid-19, escuchar a los censados.

Con respecto a la situación de los locales del sector, la ministra dijo que se mantendrán gestionadas por el estado las bodegas, los mercados de productos industriales, las tiendas de materiales de la construcción y los mercados ideales, que representan el 70% de la red de comercio del país. Y en este punto, señaló que ahora tienen la opción de arrendar espacios a otras formas de gestión y así complementar las ofertas y paliar el déficit existente hoy en la comercialización minorista, así como mejorar la calidad de los servicios a la población. No obstante, lo anterior, el régimen apuesta por un comercio mayoritariamente estatal.

La ministra dijo que, por primera vez, se licitarán establecimientos, en total 300, y recordó que cuando en 2014 se traspasaron a formas no estatales los establecimientos dedicados a los servicios personales (peluquerías, barberías, entre otros) hubo una mejoría de la calidad. Sin embargo, afirmó que en la gastronomía no ocurrió lo mismo, sobre todo los círculos sociales de zonas rurales donde hubo mucha insatisfacción. Añadió que hay localidades que han evaluado si esos espacios gestionados por cooperativas tienen que pasar nuevamente a manos del Estado.

La ministra dijo que los locales licitados deben preservar los servicios básicos a la población, generar empleo, promover la inclusión social, estimular y consolidar costumbres y tradiciones de la comunidad y estar en consonancia con la estrategia de desarrollo local. Tantas exigencias, parecen ir dirigidas a que la operación sea un fracaso. De hecho, la ministra quiere que sea mediante control popular como se garantice que todo vaya bien. El proceso de licitación se abrirá a otras unidades, como las dedicadas a la reparación de calzados e institutos de belleza, también a los establecimientos del programa de ahorro energético, afectado por la falta de materias primas.

A continuación, la ministra calificó la entrega mensual de la canasta básica normada como un esfuerzo extraordinario y una prioridad del gobierno, en medio de la situación que padece el país, “afectado por la persecución financiera a sus pagos a los proveedores, así como por el impacto de la crisis internacional y la guerra en Ucrania”.

Después de 60 gestionando este servicio, la ministra dice que hay que hacer un “esfuerzo extraordinario” como, por ejemplo, evitar que los precios que han subido a nivel internacional, no lo hagan en el interior del país. Reconoció que la leche es el producto que más insatisfacción genera y dijo que se ha asegurado su entrega a los grupos más vulnerables, como los niños, las embarazadas y las personas con enfermedades crónicas, si bien reconoció la insatisfacción de las personas con dietas médicas, un grupo al que no se ha podido llegar con los sistemas de entrega.

Destacó que café, el arroz y el azúcar se entregan dentro del mes, y otros productos como el pollo han logrado una estabilidad.

En este punto, a la ministra no se le ocurrió otra cosa que justificar su actividad señalando que “llegar a las 12.000 bodegas del país requiere de una logística grande, todo ello en medio de la situación con el transporte” ¿Quién le ha dicho que tenga ella que hacerlo? Su régimen comunista así lo quiere, pero en cualquier economía de mercado este proceso, realizado por empresas privadas competitivas, no tiene esas exigencias de “esfuerzo extraordinario”. De hecho, la solución comunista de meter en el lío a los gobiernos municipales acabará siendo peor que el problema.

La ministra pasó de largo sobre el asunto escabroso de las donaciones recibidas por Cuba, indicando que se realiza la tercera distribución de los productos (arroz, azúcar, pastas alimenticias, entre otros) y que ya concluyó La Habana y la Isla de la Juventud, mientras hay cinco provincias (Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey, Cienfuegos y Ciego de Ávila) que tienen todos los productos para repartirlos en este mes de mayo. La cuestión es que seguir dependiendo de donaciones a estas alturas de la historia, no es más que el síntoma del fracaso general de un sistema que llega a su fin.

Con respecto a la atención a familias en situaciones de vulnerabilidad, la ministra recordó que en 2021 participaron por orden del gobierno, todos los actores económicos. Además, a este apoyo se sumaron los donativos y los productos que se incorporaron a la red de venta y que debieron llegar más equitativamente a las personas. Puso el ejemplo de los módulos de inducción que desde hace tres años no se venden, y recientemente se determinó que el 50% de los módulos disponibles se destine a las familias vulnerables.

Con relación al escabroso asunto de la circulación mercantil minorista, la ministra explicó, de forma sorprendente, que su crecimiento está determinado por el incremento de la oferta de bienes y servicios, y no por el aumento de los precios. Asombroso, porque esta afirmación es claramente contradictoria si se tiene en cuenta la elevada inflación del 77,3% en 2021, que invalida completamente su argumento.

Fiel a su partido y régimen, la ministra concluyó pidiendo transformar la mentalidad, la cultura organizacional del sistema de comercio e incorporar nuevos métodos y estilos de trabajo. Un poco de maquillaje y andando. Acciones que calificó de esenciales, porque, en su opinión, ya habían pasado tres años desde que se aprobaron las transformaciones en el sector y llegó el momento de mostrar los resultados. ¿Qué resultados? ¿Tal vez la mano de pintura que ya se ha desconchado? La ministra juega al ratón y al gato, pero no se moja. Tras su intervención, el comercio cubano no solo no mejora, es que habrá ido a peor. Ministra, que son 60 años.

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