Y después de Machado Ventura, Díaz Canel: hay que producir más alimentos con ayuda de la ciencia


Elías Amor Bravo, economista
Granma ha vuelto a la carga. Después de las dos “arengas” consecutivas de Machado a los agricultores cubanos para que produzcan más y pongan en cultivo toda la tierra disponible, ahora es Díaz Canel el que anuncia que “a través de la ciencia se quiere dar respuestas a los grandes problemas que hoy estamos llamados a resolver en el país”. En fin, más de lo mismo. Como si hubiera un guion escrito por adelantado. El artículo se titula “Gobierno y ciencia, codo a codo también en la producción de alimentos”.
Este mensaje de Díaz Canel se produjo en el contexto de un “primer  encuentro con un grupo de científicos y académicos de instituciones cubanas destinadas a la investigación agropecuaria, un asunto prioritario también en la cotidianidad de la Mayor de las Antillas”.
Los argumentos, otra vez los mismos, a partir de un reconocimiento cada vez más extendido en la oficialidad del régimen “estamos lejos aún de lograr la soberanía alimentaria y nutricional (…) de ahí la insistencia en la necesidad de incrementar la producción de alimentos en el país, empleando todas las reservas internas, que incluyen también la investigación, la cual a su vez conduce necesariamente a la innovación y el desarrollo tecnológico”.
Como siempre, los dirigentes castristas, dejando fuera al sector más relevante en relación con el proceso innovador, que es el empresario o emprendedor privado, capaz de convertir los hallazgos científicos en oportunidades de valor y competitividad.
Por el contrario Díaz Canel atribuye la insuficiente producción de alimentos “a un problema de soberanía nacional y abarca muchos elementos que se deben interrelacionar como la producción, la distribución, la inocuidad de los alimentos, la comercialización, los precios, la calidad y los hábitos nutricionales”.
Y para apoyar su argumento en favor de la innovación hacia la producción agrícola, utiliza la experiencia de la lucha contra la COVID19, que ha permitido constatar la importancia que tiene “un buen sistema de trabajo” para añadir que ello se ha visto beneficiado por el ”concurso de los académicos de diversos campos”. De modo que, en su análisis, esta coordinación debería servir  para abordar el urgente problema de la soberanía alimentaria y nutricional.
Insisto. Hay numerosas oportunidades en una adecuada trasmisión de los conocimientos científicos hacia el tejido productivo, pero para que esto funcione, mucho más que un “sistema de trabajo” o una coordinación impuesta a golpe de planificación e intervención central de la economía, es fundamental un sentido de la oportunidad, de la ventaja competitiva, de la generación de valor y de la creación de riqueza y empleo. Factores que residen en la decisión de los agentes económicos individuales y libres. Precisamente, aquí es donde reside esa motivación que quiere identificar Díaz Canel, y que yo le pido que no busque más.
Coincido igualmente en la necesidad de tener en cuenta “el quehacer de campesinos, innovadores y extensionistas agrícolas, porque la experiencia práctica en estos temas es muy importante para desentrañar cómo podemos convertir un grupo de excepciones de nichos de desarrollo que tenemos hoy en nuestro país en la reglas del buen hacer”. Adelante.
Estoy seguro que esto es posible y permitirá avanzan en esos ámbitos fundamentales para la innovación y la ventaja competitiva, citados, como “variedades de semillas; el uso de los suelos y su conservación; los temas climáticos; los recursos hídricos; las tecnologías; los equipamientos y aspectos socio-económicos y organizacionales como la efectividad o eficiencia de las empresas; la autonomía de las cooperativas; los incentivos; la distribución de recursos; la comercialización y los precios”.
La urgencia “de fomentar los vínculos que deben existir entre la academia y la base” pasa por reconocer esos agricultores emprendedores, pero hay que hacer algo más. Es necesario que tengan armas, instrumentos y un marco jurídico adecuado para que puedan cumplir con sus funciones de agentes de innovación. No hay que esperar gran cosa de los gobiernos locales. Si de verdad se quiere aumentar la producción de alimentos, hay que recuperar las relaciones mercantiles en el sector agropecuario cubano. Ya se lo dije antes a Machado y ahora a Díaz Canel.
Cierto. Para producir más, sirve bien poco el plan de la economía. Más bien, nada. Ese sistema de trabajo que andan pergeñando puede llegar a ser contraproducente. Por el contrario, si se consolidan las nuevas estructuras jurídicas y administrativas en la tierra, la solución es la libertad para que los productores se orienten hacia productos y precios por el mercado. Esto incrementará la oferta disponible moderando los precios. Y todo ello, sin necesidad de intervención del estado, ni del plan, ni de acopio y del resto de majaderías comunistas.
La libertad es el instrumento más potente para poner en valor el sistema de ciencia, tecnología e innovación de un país. Si se quiere, en Cuba, también, mejorando en muy poco tiempo la producción de alimentos, incluso en momentos complejos como el actual. No es un asunto de soberanía nacional ni para culpar a otros de los fracasos propios. Tampoco tiene sentido ir retrasando decisiones que habrá que adoptar porque no existe la alternativa. Vale la pena probar. Los vietnamitas lo hicieron hace años y les salió muy bien. ¿por qué en Cuba existen tantas resistencias?

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