La vuelta a la "normalidad comunista" post COVID19 en Cuba: una oportunidad perdida


Elías Amor Bravo, economista
Llegó lo que estábamos esperando. Los dirigentes comunistas han enseñado sus cartas y cuál va a ser el proceso a desarrollar en Cuba para reactivar la economía tras la epidemia. Parece que el proceso ha sido aprobado por el Buró Político del partido único, de modo que el conglomerado empresarial militar parece que queda al margen en este pulso de poder. Veamos.

En principio, nada nuevo. Tal y como preveíamos en un trabajo anterior, el régimen ha decidido seguir como si todo fuera igual, y no ha aprovechado las ventajas de una situación como la actual, para emprender cambios profundos en la maltrecha economía cubana. Otra oportunidad perdida. Tal vez la última.

Lo cierto es que como ya se ha indicado en este blog en ocasiones anteriores, la economía de Cuba afronta la crisis del coronavirus con una posición de gran debilidad estructural y cíclica, no solo financiera sino también operativa.

Desde el punto de vista financiero, la economía atraviesa la peor crisis de deuda tras la solicitud de aplazamiento de los pagos al Club de Paris y la escasa posición de tesorería en divisas lo que ha llevado al régimen a diseñar todo tipo de instrumentos para detraer moneda convertible de la población.

Desde el punto de vista operativo, porque el país no ha realizado, de forma adecuada, sus deberes en materia de internet y digitalización, ha llegado incluso a cerrar las operaciones de la tienda virtual, en tanto que la población se queja de los precios abusivos del monopolio estatal ETECSA que establece las comunicaciones.

En tales condiciones, las autoridades declaran que el cambio de una fase a otra dependerá del cumplimiento de indicadores de salud y de la situación específica del momento para salir del bache provocado por la parálisis económica, pero sin promover los necesarios cambios que aumenten la prosperidad y bienestar de la población.

De modo que ahora el régimen dice estar preparado para entrar en la primera etapa de la recuperación, asumiendo que la epidemia de la COVID19 se encuentra bajo control en Cuba. Esto es lo que dijo Díaz-Canel en la sesión extraordinaria del consejo de ministros, en que presentó el Plan de medidas en tres fases para la recuperación económica del país, a la que también asistió Raúl Castro.

¿Qué ocurre si no existe ese control? ¿Quién va a asumir una eventual responsabilidad si se produce un fracaso en estos planes? Aunque no ha trascendido mucha información en la nota publicada en Granma y se ha dicho que las medidas se irán publicando en los próximos días, el plan diseñado por Díaz-Canel establece dos etapas.

En la primera, el objetivo es la recuperación post COVID19, lo que supone el regreso a la mayor normalidad posible. En este tipo de asuntos, las prisas no son buenas consejeras, y si bien es cierto que los datos e indicadores de la crisis sanitaria han mejorado sensiblemente en los últimos días, los organismos internacionales, como la OCDE, advierten que la fragilidad de las economías es tan elevada que cualquier rebrote de la epidemia puede ser mortal. Además, cuando el resto del mundo se encuentra aún saliendo de la crisis poco a poco, estas prisas de Díaz-Canel no parecen estar justificadas. ¿O tal vez sí?

De modo que, ante una eventual mejora de los indicadores cuantitativos, el gobierno observa igualmente una “mejora de los protocolos de tratamiento médico, a partir de los criterios de los expertos, las experiencias internacionales y el aporte de la industria biotecnológica y farmacéutica cubana”, de modo que combinando las dos consideraciones, el gobierno está en condiciones de afirmar que ha logrado ya el objetivo de control de la enfermedad, que es el paso previo necesario para introducir procesos de recuperación económica. ¿Es eso cierto?

Apoyándose en la opinión de expertos, Díaz Canel mostró confianza en que el sistema de salud cubano tenga capacidad para el control de futuros rebrotes de la pandemia, que sigue estando ahí, de modo que se pueda avanzar hacia la normalidad lo antes posible. Y para sustentar esta afirmación el dirigente comunista aludió a la experiencia que existe en Cuba en el tratamiento de enfermedades infecciosas.

Después de esta presentación general,  correspondió a Marrero presentar al consejo de ministros las medidas incluidas en el Plan, concebido en tres fases durante una primera etapa, precisamente para, “regresar a la normalidad en la vida del país, de manera gradual y asimétrica; evitar un rebrote y desarrollar las capacidades para enfrentarlo; además de reducir las vulnerabilidades como consecuencia de la enfermedad”. ¿Lo lograrán?

Las medidas comprenden aspectos tan variados como salud, turismo, cuestiones laborales y tributarias, comercio exterior e interior, transporte, educación, deporte y cultura.

En todo caso, Marrero se encargó de matizar lo dicho anteriormente por Díaz-Canel al afirmar que “no va a haber una apertura brusca en la primera fase”, si bien de manera gradual se irán ampliando y flexibilizando servicios en cada uno de los momentos del proceso que está condicionado por protocolos de salud que permitan mantener controlada la epidemia.

Entre las medidas sanitarias citó el distanciamiento físico y el uso obligatorio de mascarillas en todas las actividades de la primera fase. Esta es una práctica extendida en todos los países. A partir de la segunda fase, solo deberá utilizarse en los lugares públicos donde exista concentración de personas.

También aludió a la prohibición de entrada a los centros laborales de trabajadores con síntomas respiratorios; la protección a los que se exponen al contagio en áreas de riesgo, y la desinfección de manos y superficies.

La novedad más destacada, en relación con el turismo internacional, es la intención de aplicar a cada visitante una pcr y la toma de la temperatura, mientras que anuncian que en los hoteles se establecerá una vigilancia clínico-epidemiológica, por equipos de especialistas.¿Quién sufragará los costes de esta operación? ¿Los hoteleros tal vez?

Respecto al turismo, en la primera fase se abrirá solo al local. El internacional comenzará en una segunda fase, de forma gradual y en función de la demanda, centrándose solamente en la cayería norte y sur del archipiélago cubano, donde quedará igualmente limitado el recorrido de los coches de alquiler. La capacidad va a ser muy limitada y los ingresos también. Es evidente que el régimen entiende que la llegada de turistas puede provocar un aumento de los casos de afectados por la epidemia, y con estas medidas están limitando la actividad global en el turismo.

Una medida del ámbito laboral establece que los trabajadores que no puedan acudir a su centro, por disposición de la autoridad sanitaria, por aislamiento o ingreso, recibirán el 100% del salario. Unvez más, se distingue entre el trabajador dependiente del estado y el que presta sus servicios en el sector privado, del que no se sabe si percibirá ese 100% del salario. Se mantienen las prórrogas de licencias no retribuidas a las madres y la atención diferenciada por los trabajadores sociales hacia las personas ulnerables.

Las medidas anunciadas por Marrero prevén la reanudación del cobro de la electricidad y del gas, en la segunda fase. Del mismo modo, se restablecen los servicios jurídicos, que incluyen la formalización del matrimonio. Desde la primera fase, se incorporan los procesos penales, según su urgencia, naturaleza e impacto social.

En temas del comercio exterior, se ha anunciado la flexibilidad de las facultades de importación en determinadas nomenclaturas y estímulos a la reactivación de la exportación y la inversión extranjera, desde la misma fase inicial de la recuperación post COVID19.

En lo relativo al comercio interior, se mantiene la venta controlada del módulo de aseo en las bodegas y la regulación en el gasto de productos de alta demanda en las cadenas de tiendas. Una vez más, gestión de la escasez.

En cuanto al transporte, en la primera fase, se mantienen las restricciones de entrada y salida del país mientras se restablecen con limitaciones el transporte público urbano, intermunicipal y rural, tanto estatal como privado. Los transportes de rutas regulares entre provincias se restituirán en la segunda fase.

Se anuncia la reanudación del curso escolar en el mes de septiembre para su culminación y en noviembre iniciará el nuevo periodo lectivo. En la educación superior se mantienen pospuestas las clases y los exámenes de ingreso, durante el transcurso de las dos primeras fases.

En cuanto al deporte, continúan suspendidos los eventos internacionales, aunque volverá a retomarse la preparación con vistas a esas citas. A partir de la segunda fase, comenzará la 60 Serie Nacional de Beisbol, con medidas de distanciamiento físico para evitar el contagio.

En el sector de la cultura, comenzarán a abrir los museos y la comercialización del talento artístico, a partir de la demanda de la gastronomía y el turismo, pero solo dentro de las instalaciones. Para la segunda fase de la recuperación, empezarán a funcionar las casas de cultura, los teatros y los cines, con las medidas de salud definidas.

En el verano las piscinas abrirán al 30% de su capacidad y con un protocolo de higiene, y el acceso a las playas será bajo el control de los gobiernos locales y las fuerzas del ministerio del interior, a fin de garantizar el cumplimiento de las medidas y la disciplina. Tampoco se promoverán actividades que lleven a aglomeraciones y concentración de personas, como carnavales y otras festividades populares.

De la lectura de las medidas, se puede concluir que no hay novedad que merezca ser destacada. Los anuncios en flexibilidad en comercio exterior, son más de lo mismo, y no hay reconocimiento alguno al trabajo por cuenta propia, a la creación de proyectos de empresas privadas, el impulso a la digitalización o la asignación por medio del mercado. Lo que llaman “gradualidad en el avance hacia la normalidad” es un retorno a la ineficacia comunista que pretende dejar inalterada la base del sistema económico que ya no funciona. Una lástima. Otra ocasión perdida.

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