la FAO y el régimen castrista: ¿dinero fresco para resiliencia climática?
Elías Amor Bravo, economista
La FAO, la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el ministerio de la agricultura
de Cuba (MINAG) han firmado un acuerdo que da inicio a la implementación de un
nuevo proyecto de resiliencia climática en el país, con un monto de USD 119
millones.
¿Resiliencia climática en Cuba? ¿Qué
quieren que les diga? Este acuerdo suena a dinero fresco regalado a los comunistas.
No en vano, esta FAO, con sede en Roma, es la misma organización que aspiró presidir el ministro
español de Zapatero, Moratinos, que después de hacer numerosas concesiones
inconfesables al régimen comunista de La Habana para recabar su apoyo en este
organismo, acabó siendo abandonado a su suerte por Raúl Castro. Él se lo buscó.
Estamos ante
uno de los tantos proyectos de subsidios que el régimen castrista obtiene de
los diversos organismos internacionales, pese a las quejas continuas de la población
cubana por la falta de respeto a los derechos humanos, la represión política y
la falta de libertades. Cualquier país del mundo con un historial
antidemocrático como Cuba sería despreciado por Naciones Unidas, como lo fue en
su momento la España de Franco. Pero, en fin, ya se sabe, Cuba y los cubanos
son diferentes para Naciones Unidas. Una vergüenza que se debería corregir
cuanto antes.
La iniciativa
que nos ocupa se denomina de forma rimbombante, “Incremento de la resiliencia
de las familias y comunidades rurales frente al clima mediante la
rehabilitación de territorios productivos en localidades seleccionadas de la
República de Cuba” (IRES, por su acrónimo en inglés).
En principio,
este proyecto de subsidio fue diseñado por el MINAG y la FAO, y luego dicen
que, en coordinación con la población local, la sociedad civil y otras partes
interesadas, lo que en general suele ser falso, ya que es sabido que la
sociedad civil en Cuba, la auténtica, la independiente, no ve respetados sus
derechos humanos y rara es la vez que es convocada por la organización
comunista dirigente que, simplemente desprecia cualquier posición alternativa.
El caso es que el dinero se aprobó recientemente en la Junta del
Fondo Verde para el Clima (FVC) en Ginebra.
El FVC aporta 38,2 millones de dólares y
el gobierno cubano dice que contribuirá con 81,7 millones dólares ya se sabe que la cofinanciación en estos
proyectos son gastos que, en todo caso, se realizan por el régimen comunista,
que hincha con facturas de diversa índole la justificación, con el visto bueno
de los que conceden el subsidio). En suma, la cofinanciación para
este proyecto, el primero en la nación apoyado por el Fondo y el cuarto
formulado de conjunto con la FAO en América Latina y el Caribe y aprobado por
ese mecanismo financiero internacional, libera para el régimen comunista 38,2 millones
de dólares de dinero fresco (un plazo del pago de interés de la deuda con el
Club de París).
El acuerdo señala que el MINAG y la FAO implementarán IRES en siete
de los municipios más vulnerables a los efectos del cambio climático de las
provincias de Matanzas (Los Arabos), Villa Clara (Quemados de Güines,
Corralillo y Santo Domingo) y Las Tunas (Amancio, Colombia y Jobabo), “para
mejorar la seguridad alimentaria y nutricional e incrementar la resiliencia y
estabilidad de los sistemas locales de producción de alimentos, el empleo y el
acceso al agua”.
Durante siete años, “se pretende beneficiar
a 240.000 personas y mitigar la emisión de alrededor de 2,7 millones
de toneladas de gases de efecto invernadero, trabajando con 52.000 agricultores
familiares, de los cuales 25.000 son mujeres”.
En Cubadebate
lo tienen claro, y dicen al respecto que “este proyecto constituye un aporte
importante a los esfuerzos de Cuba para cumplir su Plan Nacional de Desarrollo
Económico y Social hasta 2030, respaldar los planes de desarrollo territorial y
estimular la ejecución del Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio
Climático Tarea Vida”. Casi nada, y solo por 38,2 millones de dólares. Así
estamos.
Desde la contraparte de la FAO se valora
“la apuesta del país por impulsar las inversiones en el sector agrícola y por
desarrollar sistemas alimentarios sostenibles y con alta capacidad de
resiliencia ante eventos climáticos”.
Unas breves pinceladas del destino de
estos 38,2 millones de dólares. Al
parecer, una economía cuyo sector agropecuario es incapaz de alimentar a toda
la población quiere “contribuir a un cambio de paradigma en la producción
agropecuaria, dando paso a sistemas agroalimentarios más sostenibles y
resilientes al cambio climático” y la FAO va y se lo cree y le concede el
dinero fresco del subsidio sin más.
Dicen que con este proyecto "se
realizarán inversiones en tecnología, maquinaria,
equipamiento e insumos para rehabilitar paisajes productivos, mediante sistemas
agroforestales y silvopastoriles, la reforestación y la regeneración natural
asistida”, y desde luego, a nadie curiosamente se le ha ocurrido que este
proyecto debería servir para incrementar la producción de alimentos y atender
las necesidades de una población angustiada.
En suma, el dinero de la FAO sirve para
crear “nuevos módulos agroforestales en 35.000 hectáreas a
escala municipal, en áreas cubiertas mayormente por marabú y pastizales
degradados para elevar la productividad y sostenibilidad de los ecosistemas
agrícolas, mejorando la infiltración de agua en el suelo y previniendo su
erosión”. A ver si lo consiguen porque el marabú es cosa seria.
También el dinero va dirigido a trabajar
con “agricultores familiares para cambiar sus modelos intensivos tradicionales
por técnicas de producción más resilientes al clima, lo que servirá como
experiencia piloto para poder escalar estas intervenciones a todo el
país en una fase posterior”. Otra limitación que deberán sortear los
agricultores independientes de las muchas que les pone el gobierno.
Al parecer, el dinero de este proyecto viene
justificado porque “Cuba está clasificado como un país de alto riesgo, según el
Índice de Vulnerabilidad al Cambio Climático en la región elaborado por el
Banco de Desarrollo de América Latina”, con aumentos en las temperaturas y
sequías más frecuentes, prolongadas y severas; mayor frecuencia e intensidad de
la actividad ciclónica; e inundaciones costeras moderadas y severas.
El estudio que sirve de base al IRES de
la FAO predice que el rendimiento potencial de los principales cultivos podría
reducirse progresivamente durante el próximo siglo, a un ritmo que oscilará
entre el 10 y el 25%: hasta un 12% en el caso de los frijoles y el arroz, 16%
en la yuca y 48% en la papa. Lo que supondría problemas adicionales para Cuba.
El principal problema de Cuba y su sector agropecuario es la titularidad
estatal de los medios de producción. Y mientras tanto, para suplir las
deficiencias técnicas del modelo jurídico de derechos de propiedad, el recurso
fácil a la FAO que concede esos 38,2 millones de dólares para una resiliencia
cuanto menos controvertida. Sería deseable que una comisión internacional
independiente auditara todos estos proyectos que se conceden al régimen
comunista. A lo mejor se encontrarían con sorpresas.
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