¿Por qué ese miedo a la dolarización de la economía?

Elías Amor Bravo, economista
Tan solo unos días después de la publicación de la Resolución No. 73 de 2020, del Banco Central de Cuba, publicada recientemente en la Gaceta Oficial de la República, que permite, por vez primera en 61 años, la creación de cuentas bancarias en moneda libremente convertible para personas naturales no residentes en el país, las autoridades han utilizado la plataforma de Granma, el diario oficial del régimen comunista, para dejar claro que en Cuba no se va a producir “dolarización de la economía”, aludiendo a unas opiniones de “funcionarios y expertos” que decían justo lo contrario.
Yo he señalado, al respecto, que no se va a producir dolarización de la economía cubana, porque se autorice la apertura de cuentas bancarias, unas tarjetas referidas a las mismas y una red de comercio con precios en moneda libremente convertible.
Sin embargo, esta medida trae consigo algunos datos sorprendentes. Parece irregular que los precios de unos artículos se establezcan en una moneda que no es la oficial dentro del país, pero del castrismo hemos visto cosas mucho más increíbles, así que esta es una más.
Por medio de esta medida, se “institucionaliza” el uso del dólar como medio de pago en una serie de tiendas y para un conjunto de productos, porque así lo autoriza el gobierno, en cuyo caso, lo que no pueden evitar es que surjan críticas y valoraciones respecto de la misma.
Y en ese sentido, no es cierto, como dijo el ministro de economía, que la apertura de las cuentas en moneda convertible en una serie de bancos estatales[1] fuera una decisión orientada hacia un segmento muy específico del mercado, “con una oferta de productos de gama media y alta, que hasta entonces no se comercializaban”, porque en realidad lo que hicieron fue acabar con el comercio de las “mulas” que venían prestando estos servicios en el ámbito de la economía informal, con una notable eficiencia, entre otros, productos de electrónica y electrodomésticos, partes y piezas de la línea automotriz, artículos de ferretería, computación, muebles de alto estándar y equipos gastronómicos profesionales.
Tampoco es cierto que este tipo de decisiones sean favorables para la población y el desarrollo del país. Más bien lo contrario, profundizan en la brecha social entre aquellos cubanos que reciben remesas del exterior u obtienen ingresos en el sector abierto, y los que malviven con los bajos salarios pagados por el gobierno y no obtienen fuentes complementarias de ingresos. Los cubanos están acostumbrados a trabajar con dos monedas y son expertos en el cálculo de los cambios. Ahora la irrupción del dólar abre un tercer escalón que, por otra parte, se tenderá a asimilar al CUC. Además, las ventas de los bienes en la red de tiendas tienen poco que ver con la estructura productiva nacional, lo que impide que se consiga el efecto “tirón” sobre la producción.
Y lo que es más importante, estas medidas del gobierno cubano nunca podrían conducir a la dolarización de la economía, porque este no es su objetivo, sino que todo estaba en función de la captación de divisas que circulaban en manos de la población a través, principalmente, de las remesas.
Enseguida quedó claro este objetivo cuando se autorizó a las personas naturales no residentes en el país[2] abrir estas cuentas en moneda libremente convertible, vinculadas a tarjetas magnéticas, para las operaciones de ventas minoristas en divisas, e incluso las actividades de importación de productos a través de entidades autorizadas por el gobierno. Por vez primera en décadas, la emigración cubana, el exilio, entraba a formar parte de los programas de política económica del gobierno comunista. Al eliminar la posibilidad de que los pagos de las transacciones se realizaran en efectivo, el régimen se aseguraba el control de las divisas.
Otra novedad significativa afecta a las regulaciones de las operaciones de importación, para productos autorizados a su venta en moneda libremente convertible por las entidades importadoras aprobadas con las personas naturales, incluidas en sus carteras de clientes. En este caso, para la realización de sus cobros y pagos, las entidades importadoras autorizadas por el Ministerio del comercio exterior solicitan licencia específica al Banco Central para abrir una cuenta bancaria en dólares estadounidenses en el Banco Financiero Internacional, teniendo en cuenta las regulaciones y procedimientos vigentes sobre esta materia.
Estas cuentas bancarias en dólares estadounidenses de las personas naturales, residentes y no residentes, no se nutren de salarios o rentas periódicas del trabajo o capital, sino que tan solo pueden recibir fondos procedentes de transferencias bancarias del exterior en cualquier moneda libremente convertible; de transferencias bancarias desde otras cuentas en moneda libremente convertible que operan en bancos cubanos; transferencias de Fincimex por concepto de remesas, y mediante depósitos en efectivo de cualquier divisa internacional. Tan solo cuando se trata del depósito de dólares estadounidenses en efectivo, se aplica un gravamen del 10%.
La operatoria establece que las personas naturales desde sus cuentas bancarias en dólares estadounidenses paguen por las operaciones de ventas minoristas en divisas usando las tarjetas electrónicas, y la importación de mercancías a las cuentas en dólares estadounidenses de las entidades importadoras autorizadas por el Ministro del Comercio exterior. Además, desde estas cuentas bancarias pueden realizar, además, todas las operaciones establecidas para los titulares de tarjetas red con cuentas bancarias en pesos cubanos y pesos convertibles.
Si nos fiamos de lo que dicen en Granma, al parecer esta actividad comercial y financiera promovida por el gobierno está aumentando, lo que redunda en beneficio de la captación de divisas para el gobierno, de las que está tan necesitado. Un buen ejemplo es que esta red de tiendas se encuentra bastante surtida para lo que son los estándares del comercio cubano y continuamente se incorporan nuevos productos a la distribución. El gobierno ha asignado a la Corporación Cimex, la Cadena de Tiendas Caribe y la empresa de Servicios Automotores, la responsabilidad de las compras en el exterior, con un nomenclador de mercancías integrado por 60 referencias, que van desde la ferretería, los electrodomésticos, hasta los vehículos y sus partes y piezas. El control es absoluto.
Los pagos se realizan con tarjetas y se aceptan las internacionales Visa y Mastercard, siempre y cuando no sean emitidas por bancos estadounidenses, las tarjetas red de los bancos comerciales cubanos, así como la tarjeta ais en dólares, producto emitido por Fincimex, al que se han referido recientemente unas sanciones del gobierno de Estados Unidos.
Nada de lo expuesto puede conducir a dolarización alguna de la economía cubana. Los abultados saldos en dólares que se obtengan de las operaciones comerciales en la red de bancos serán canalizados por el Banco Central al gobierno que utilizará las divisas para atender sus pagos de urgencia. Mientras tanto el CUC y el CUP seguirán funcionando y solo cabe prever, en línea con otras actuaciones previas, una cierta debilidad del primero que, al parecer, está llamado a su desaparición.



[1] Las personas naturales, para la realización de los pagos que por la presente Resolución se autorizan, abren cuentas bancarias en dólares estadounidenses en el Banco Metropolitano s.a.; Banco Popular de Ahorro y Banco de Crédito y Comercio, teniendo en cuenta las disposiciones jurídicas vigentes sobre esta materia.

[2] Anteriormente, la Resolución No. 275 de octubre de 2019, de la Ministra-Presidente del Banco Central la cual queda derogada, limitaba esta posibilidad a las personas naturales residentes permanentes en el país.

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