El retorno a la normalidad comunista en el sector agropecuario, azúcar y alimentación


Elías Amor Bravo, economista
No resulta difícil saber por qué el sector agropecuario cubano no es capaz de atender las demandas de alimentos de la población. En el último espacio de la Mesa redonda con la comparecencia de los ministros de Agricultura, de la Industria Alimentaria, y el presidente del Grupo Empresarial Azcuba, no se aportó ni una sola iniciativa para mejorar la productividad y eficiencia del sector agropecuario. 
No es extraño que los cubanos estén cada vez más preocupados por el futuro inmediato. De lo expuesto por los dirigentes comunistas, es evidente que el retorno a la “normalidad comunista”, con el refuerzo de la planificación, intervención, estatización y control absoluto de la economía, no es la solución que necesita Cuba para alejarse de una crisis alimentaria. Y los problemas irán a más.
Cierto es que todos los enunciados se mantienen con tono de arenga populista, pero cuando se han de plantear las concreciones para lograr los objetivos, las palabras se las lleva el viento. El ministro de Agricultura que fue el primero en intervenir, lanzó 23 medidas para, según él, mejorar la producción de alimentos, pero en realidad es más de lo mismo que había, y a los resultados nos podemos referir.
Habla el ministro de “agilizar la puesta en producción de áreas estatales que permanecen ociosas  o deficientemente explotadas”, pero luego informa que de 5.580 solicitudes de tierras durante la pandemia, siguen sin procesar de antes, 10.215, un lento goteo que muestra la desconfianza comunista en uno de los pocos espacios que se abren en la economía para la actividad privada. Sería bueno que esta gestión dubitativa, poco transparente, diera lugar a una transformación real de los derechos de propiedad en el sector agropecuario cubano.
Después de insistir en la necesidad de priorizar la siembra de viandas, hortalizas, maíz en grano seco y frutales y de intercalar cultivos temporales de ciclo corto y completar con plantas la población que falta en cultivos permanentes, el ministro volvió con el tema de la ineficiente e improductiva agricultura urbana, suburbana y familiar en huertos intensivos, organopónicos y semiprotegidos, un proyecto de Raúl Castro que sigue sin dar resultados concretos. Y no conformes, se anunció la incorporación de nuevos patios y parcelas con el objetivo de lograr 10 metros cuadrados por habitante, una idea que recuerda y mucho a la entrega de pollitos por Fidel Castro durante el período especial.
La pregunta es, ¿de verdad el ministro cree que con estas medidas va a dar de comer a los cubanos? Lo dudo. Debe saber la verdad y que cuanto mayor sea el control e intervención sobre los productores privados, será peor. Que es necesario promover la eliminación de las trabas que limitan la capacidad de crecimiento de las explotaciones e impide alcanzar economías de escala y precios competitivos. Un  buen ejemplo, el ministro dijo que quiere alcanzar 150.593 hectáreas para plátanos, yuca, boniato o malanga, pero de momento, se han sembrado 94.337.
No deja de ser curioso que la improductividad agropecuaria se concentre en dos productos básicos de la gastronomía cubana: el arroz y el cerdo. Del primero, se incumplen los planes por falta de combustibles, fertilizantes y plaguicidas, de modo que en la campaña de primavera solo se han cultivado 80.000 hectáreas. El sector se encuentra en caída libre y sin vías de solución a corto plazo. Con respecto a la carne de cerdo, el problema son los alimentos para la ceba y también las deudas, reconocidas por el ministro, con los productores, estimadas en 90.000 toneladas. La entrega mensual de carne se establece en 6.000 toneladas, frente a una necesidad estimada de 17.000 toneladas. La brecha no se podrá cerrar. Faltará arroz y carne.
Es evidente que estamos ante un claro ejemplo de desajuste entre oferta y demanda que el sistema de planificación central comunista no consigue arreglar, pero que es la base de supervivencia para la iniciativa privada. ¿Por qué no apostar por el cambio?
A continuación, llegó el turno para hablar de Acopio, al que según el ministro, se le ha encargado, una vez más, “perfeccionarse, lograr una contratación eficiente que llegue a todos los productores”. Ojalá lo consigan. Me temo que no. Tengo dudas sobre este “nuevo modelo de gestión” que está en estudio para Acopio, ya que en comercialización, ventas y marketing, no hay mucho que inventar. A ver si con el remedio complican más el problema.
A modo de conclusión, el diagnóstico del ministro de la Agricultura ha arrojado más incertidumbres sobre el sector. En concreto, “reconoció que se debe sembrar y producir más” si se pretende atender las 30 libras per cápita en todos los territorios, se “exige acopiar mensualmente 154.000 toneladas de productos agrícolas (viandas, hortalizas, granos y frutas)”. Pero el ministro reconoció que “hoy estamos a la mitad de ese camino”, con problemas agravados en el abasto a La Habana, que, según el ministro, es insuficiente por las lluvias recientes que han impedido cosechar productos.  
Reconoció los eternos problemas de la falta de “envase, como bolsas sépticas, de polietileno, botellas, envases de hojalata y bidones, para que no se pierdan los niveles de pulpa procesadas” para los productos. Lanzó la idea de “promover las exportaciones” de tabaco, carbón vegetal, productos apícolas, y vegetales, como el chile habanero. Es una contradicción plantear la exportación cuando no se atienden las demandas internas.
Para concluir su comparecencia, el ministro citó dos nuevas medidas que se añaden a las existentes:
  1. Incrementar la gestión de fondos y financiamiento de proyectos dirigidos a desarrollar la producción de alimentos e intensificar las acciones con los organismos internacionales.
  2. Establecer acciones de enfrentamiento ante el delito y las ilegalidades en el sector, desde el productor agropecuario.
El recurso a ayuda y subsidios internacionales, en vez de apostar por las inversiones extranjeras, lo que exigiría un marco jurídico alternativo, y la lucha eterna contra las “ilegalidades” creadas por el propio sistema normativo asociado al modelo social comunista, no hace otra cosa que devolver al sector agropecuario cubano a una situación de notable debilidad estructural que tiende a agravar los problemas de siempre, como la limitación en la “entrega de tierras en usufructo y las demoras en este proceso, el impago a los productores, el desabastecimiento de los mercados agropecuarios, esencialmente en La Habana y la electrificación de las fincas para el riego de las producciones”.
A continuación en la Mesa redonda, el ministro de la Industria Alimentaria tomó la palabra para presentar una realidad que no se corresponde con los hechos relativos a las denuncias por la población cubana de ausencias de productos de consumo, como los principales de aseo y limpieza; las colas de la población rompiendo el confinamiento en la busca de alimentos básicos; y las dificultades de la venta online que obligaron al cierre de las operaciones. De esta realidad, a la descrita por el ministro, media un océano de desinformación y propaganda.
En esencia, el ministro dijo que se han conciliado las prioridades de la producción y el destino de las mismas, siendo prioridad la canasta familiar normada, las instituciones de salud y los centros de aislamiento, así como el resto de las entregas a los mercados y las demandas del turismo, si bien, este sector solo reclama entre un 5% y 10% de la producción total. Si esa "conciliación" fuera efectiva, entonces ¿por qué los desabastecimientos, las colas y el racionamiento?
Especial interés tuvo en la Mesa redonda, las referencias al comportamiento de la canasta normada. Para el ministro, la entrega de los productos a la canasta familiar normada será la primera prioridad durante toda la etapa post COVID19. Y pasó a relacionar algunos productos, como harina y derivados, lácteos, soya, cárnicos, café, compota, aceite y pastas alimenticias previstas, todos ellos con problemáticas y condiciones variopintas que rara vez rebasan el período de dos meses de cobertura.
Ese "cortoplacismo" en la gestión quedó evidente cuando el ministro dijo que su departamento trabaja en un plan con vistas al verano 2020 en medio de las fases post COVID19 para atender productos como refrescos, lácteos y derivados, cervezas, bebidas alcohólicas o confituras y galletas, todos ellos, igualmente afectados por diversos m
El ministro enumeró un conjunto de iniciativas que suponen una "estatización" del sector en línea con el retorno a la normalidad comunista, como el  refuerzo del control interno en todas las instalaciones productoras de alimentos por los directivos de las empresas, la Oficina Nacional de Inspección Estatal y los auditores, la transferencia por el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria a la industria de productos desarrollados con anterioridad, acciones en materia de logística, acuicultura, suero lácteo, soya, carne industrial, reciclaje de envases y creación de una red para venta a granel. En ninguna de estas acciones el ministerio prevé la participación del sector privado, que una vez más, queda a margen del retorno a la normalidad.
Finalmente, compareció en la Mesa redonda el presidente del Grupo empresarial Azcuba para presentar el retorno a la normalidad comunista del sector azucarero. Un sector en que la participación del sector privado es prácticamente nula, ya que está absolutamente controlado por el estado. Las medidas expuestas confirman ausencia de cambios y unas acciones dirigidas a reforzar el control estatal del sector integrado por 4.000 instalaciones, 145.000 trabajadores involucrados en actividades de la zafra, recuperación cañera, producción de alimento y las actividades de apoyo.
Ahora, en la primera fase de la etapa post COVID19 comienzan dos procesos determinantes de la producción agroindustrial del azúcar cubano.
En primer lugar, la limpieza, desarme, diagnóstico y reparaciones de los centrales, la maquinaria agrícola y el transporte automotor para la próxima contienda. En segundo, se produce el pico en la siembra de caña de azúcar, la limpia y la preparación de suelos.
No obstante, el directivo reconoció que “en los últimos tres años la siembra de caña se ha incumplido y como consecuencia se ha producido un decrecimiento en la producción de azúcar y otros derivados”.
Para la siembra este año, ya se tienen casi 97.000 hectáreas “en movimiento, de ellas más de 45.000 están sembradas y nos quedan alrededor de 40.000 por darle proceso”. Para conseguir este objetivo será necesaria la incorporación de la fuerza del sector cooperativo a esta labor (81.147 socios), además de las empresas de apoyo, azucareras y movilizaciones de los territorios.
De modo que se plantea resembrar más de 100.000 hectáreas para lo que habrá que ejecutar una limpia integral para garantizar el estimado cañero de la próxima contienda en más de 1 millón de hectáreas.
Con relación al cumplimiento del plan de producción de alimento humano y animal, los resultados de Azcuba tienen poco que ver con los del resto de la agricultura, y así la producción de leche se cumple al 95%. La carne vacuna se cumple al 132% y la carne porcina, al 115%, garantizando el plan del año en ambos casos. El Grupo actualmente cumple al 112% con el Plan de Primavera de 35.000 hectáreas y una existencia de cultivos de 31.900 hectáreas, de ellas de yuca 6.700 hectáreas y de plátanos 7.100 hectáreas. Alguien debería tomar buena nota de ello.

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