A pesar de Díaz Canel, hay esperanza
Elías Amor Bravo economista
Tal y como están las cosas, Díaz Canel ha decidido que lo único importante, de lo que merece hablar, es el asunto del desarrollo de la ciencia e innovación de su tesis doctoral, y se descuelga diciendo que hay que “desarrollar todas las ciencias, la interrelación de las ciencias, la interdisciplinariedad como parte del enfoque para que la investigación científica y la innovación realmente le aporten al país”. Y no pierde ocasión para hacerlo. Después, la prensa estatal busca la forma de darle interés a este tipo de cosas. Esto es lo que ha ocurrido en Granma, en un artículo titulado nada más y nada menos, que “Hacer maravillas con las ciencias que explican el mundo”, que da cuenta de un encuentro celebrado el pasado lunes, en el palacio de la revolución, entre Díaz-Canel y la Academia cubana para hablar de todo esto.
Claro que nadie discute el valor estratégico de las ciencias básicas. Hay que dejar bien clara esta cuestión. Lo que se dilucida en esta entrada del blog es que, con la que está cayendo en Cuba y su economía, hablar de estas cuestiones no parece razonable, cuando hay que atender problemas complejos, graves y que no admiten dilación. Díaz Canel debería estar en otras cosas.
Siempre
habrá ocasión para dedicar tiempo a valorar el estado y perspectivas de la
ciencia y la educación en Cuba, pero ahora este no es el debate. Por lo pronto, la
obsesión con que estos servicios solo sean estatales pasa por el ridículo, cuando
en todos los países del mundo, la educación es objeto de libre elección
por los padres, a fin de que sus hijos puedan educarse de acuerdo con sus
valores y convicciones, y con absoluta libertad. En Cuba, la hegemonía del
estado en el sistema educativo supone no solo manipulación e imposición de un solo paradigma, sino también un gasto difícil de mantener en el tiempo por lo que alguien debería estar pensando en fórmulas mixtas que permitieran, por
ejemplo, a la iglesia católica, colaborar en la educación.
Pero en
un contexto crítico como el actual, este debate bien puede aplazarse. Pues imaginen
el sentido que tiene que el mandatario de un régimen aplauda la promoción de una “iniciativa-país
que promueva las ciencias básicas, y todo eso, para consolidar la conciencia
social en torno al valor de estas para el desarrollo de Cuba”. Pero si esto ya
se ha conseguido. No hay cubano que no reconozca que en Cuba existe un
paradigma de ciencia consolidado. Esta es una cuestión que, incluso desde la
distancia, se reconoce. Y se ha visto con el tema de las vacunas, que aun cuando
siguen sin certificarse por la OMS, se han fabricado y aplicado a la población. Esa
vocación investigadora de los cubanos no es de ahora, ni mucho menos fue el resultado
de iniciativas de la llamada revolución. Antes de 1959 Cuba contaba con
insignes científicos en distintos campos del saber que con sus trabajos
contribuyeron al desarrollo de la nación y el conocimiento y los pilares de la
ciencia.
Al
parecer, el objetivo de este encuentro del lunes pasado no es otro que divulgar y desarrollar “acciones
de comunicación que ayuden a popularizar más los métodos científicos, así como
el valor de enaltecer la figura del maestro y de las instituciones directamente
ligadas al fomento de las ciencias básicas”, y ello aprovechando que en diciembre
de 2021 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó
la celebración del Año Internacional de las Ciencias Básicas para el desarrollo
sostenible. Alguien en la dirección del régimen está pensando en sacar alguna
ayuda a fondo perdido de la ONU.
También
se destacó en el encuentro que las ciencias básicas deben fortalecer su papel
en las ciencias aplicadas a la agricultura (la necesidad de producir alimentos,
comida), que igualmente hacen falta para emprender cualquier tarea y acercar
los saberes a los educandos, de modo que los científicos alcancen el más alto reconocimiento
social a través de los medios de comunicación, a lo que Díaz Canel añadió que “nosotros
tenemos que desarrollar en el país todas las ciencias, la interrelación de las
ciencias, la interdisciplinariedad como parte del enfoque para que la
investigación científica y la innovación realmente le aporten al país”. En su opinión,
“este es un debate inacabado y muy interesante, a propósito del cual abogó por
apoyar el esfuerzo que está haciendo la Unesco al declarar este año como el de
las Ciencias Básicas”.
Leyendo
estas cosas y viendo en qué emplea su tiempo Díaz Canel, sería bueno que alguno
de sus asesores le pasara un resumen de un artículo publicado en Bohemia que
presta atención a las circunstancias de tres proyectos emprendedores. El artículo
se titula “Profecías en ciernes” y al margen de que supone un acercamiento a la
realidad, es un buen ejemplo del tipo de tareas que debieran ser prioritarias
para el mandatario comunista cubano en este momento. Curiosamente, ninguno de
los tres proyectos emprendedores que se analizan, necesita para nada ayuda de la
Unesco o de la ONU, y lejos de irse por los cerros de Úbeda, están en lo que se
tiene que hacer.
El
primero narra las vicisitudes de Oliesky Fabre para sacar adelante en su balcón
de cinco metros cuadrados, en el edificio donde vive, la producción de
microvegetales comestibles con las técnicas de la agricultura en vertical y la
hidroponía, llegando a tener en La Habana una decena de clientes, a veces con
más de un pedido semanal.
Oliesky
salió al mercado con su proyecto En Paralelo, en noviembre de 2020, Oliesky y tras solicitar apoyo
institucional a su iniciativa, le dieron la espalda. Pensó entonces en llevar
su proyecto al desarrollo local para lo que contactaron con autoridades
municipales, pero la lentitud de los procesos, la burocracia (no contar con
licencia para el trabajo por cuenta propia) y al final, la falta de fondos
porque se habían destinado a otras cosas, hicieron que el proyecto estuviera a
punto de morir, y ello a pesar de que el régimen no habla de otra cosa que de
seguridad alimentaria y nutricional.
Después
Oliesky acabó solicitando ser mipyme para su proyecto, obteniendo la
autorización del ministerio en septiembre de 2021, y empezó a operar bajo esa
forma jurídica. Pero entonces, el suelo donde aterrizar la inventiva seguía en
las nubes hasta que alguien decidió darle un solar yermo, al costado del parque
de Zapata y C. Y aquí volvieron los problemas burocráticos, porque el
terreno no estaba registrado en Planificación Física a nombre de nadie. Esa fue
la primera traba. Después de muchas consultas las autoridades locales acordaron
adjudicárselo a Servicios Comunales para que lo arrendase. Todo es un sinvivir,
en el que nada acaba saliendo bien.
Y así,
sin el contrato de arrendamiento del terreno con Comunales, el banco no les aprueba
ningún crédito a la mipyme y el proyecto necesita 6 millones de pesos para
iniciar sus operaciones. En Paralelo, un proyecto que conecta con
la política de educación nutricional y seguridad alimentaria del país, ciencia
e innovación, se quede colgado. Y Díaz Canel sin enterarse.
El otro
proyecto referido por Bohemia llega de Yumurí, Alimentos Alelí, donde en época de falta de alimentos
en las bodegas estatales, una iniciativa local logró mantener un surtido
estable de viandas y vegetales en los hogares, limpios y empaquetados. El
grupo de desarrollo de software ByteCuba había implementado hacía solo un mes
la plataforma de comercio electrónico Agrominuto, donde las ofertas de
Alimentos Alelí gozaban de las preferencias de los compradores. Esta
iniciativa, que también surgió como proyecto de desarrollo local, llegó a
aportar al municipio de Matanzas 1,5 libras de viandas per cápita al mes. Con
tal demanda y aporte, era lógico que fuera otra de las pioneras aprobadas por
el MEP.
Dice
Bohemia que “aunque, para despejar el camino a estos actores económicos, no
basta con las buenas intenciones y la decisión de permitirles transitar, desde
negocios previos o de nuevos emprendimientos, hacia el tejido empresarial.
Después de un largo período de incubación, ahora cuando finalmente pueden ver
la luz al final del túnel, persisten trabas burocráticas, dogmas, temores
e intereses solapados”. Esto es lo que debería preocupar y ocupar a Díaz Canel.
Finalmente,
Bohemia se refiere al parque científico tecnológico de La Habana, en el que un
proyecto denominado, AlaSoluciones, para la fabricación de vehículos no
tripulados, se incorporó a los terrenos de la Universidad de Ciencias
Informáticas con el objetivo de incubarse como empresa. En este caso, el deseo
de ser mipyme se vio frenado por la decisión ministerial, Decreto 34 de 2021
“Sobre las aeronaves no tripuladas” con una regulación que otorgaba a GeoCuba
la exclusividad sobre el desarrollo, fabricación, reparación, importación y
exportación de drones. Y los demás, nada.
Yosué
Montes de Oca Arias, especialista en Posicionamiento para Motores de Búsqueda
de AlaSoluciones, declaró a Bohemia que "fue un duro golpe al proyecto que tenía
contratos para brindar servicios y sustituir importaciones en las áreas de
comunicaciones, agricultura de precisión y atención de plagas, levantamiento
topográfico y cetrería robótica en zonas aeroportuarias".
En este caso, Bohemia
destaca que poco a poco se va viendo que el listado de actividades prohibidas
para el sector privado ha dejado fuera gran número de actividades
profesionales, en aras de impedir el éxodo de estos especialistas hacia el
trabajo no estatal, pero es evidente que la respuesta no puede ser la
prohibición o la limitación, sino incentivar al trabajador estatal para que
permanezca ahí. Díaz Canel debería prestar atención a este tipo de situaciones.
La
historia de AlaSoluciones acaba bien, y tras asumir que no podían ir por la vía
elegida, cambiaron de carril hacia sensores para equipos de medición y un
vehículo para la certificación del dragado de bahías, presas y otros. Lo típico
del sector privado: abrir caminos.
Mientras
Díaz Canel y la academia hablaron de ciencia básica e innovación, y mientras en Cuba hay un número importante de titulados universitarios que no
quieren consumir su existencia en organismos del sector presupuestado, cobrando
salarios míseros y obedeciendo al comunista de turno. Por el contrario, como señala Bohemia, "deciden
renunciar al reconocimiento de su título, capacidades o conocimientos con
el propósito de desarrollar sus proyectos personales, con especialidades técnicas
y de manufactura". Y eso si que es ciencia e innovación productiva, justo a la que
Díaz Canel no presta atención ni en su tesis doctoral.
Este es
el caso de los integrantes de Soluciones Espiral, en su mayoría ingenieros,
quienes muchas veces acompañan sus propuestas de automatización o
informatización con trabajo de investigación y desarrollo de software. Como
dice Bohemia, para ellos, "el sector privado sigue siendo una oportunidad
de crecer e innovar, de ahí que ya hayan colaborado con Cinesoft en la
enseñanza de robótica educativa, con Tecnotur para la configuración de tarjetas
de máquinas de hielo, con la agricultura en la implementación de la ganadería
inteligente (control electrónico del peso, alimentación… del ganado), y con la
Empresa de Fabricación y Servicios a Instrumentos de Pesar para la reparación
de básculas digitales, entre otros".
Los integrantes
de este proyecto señalaron entre las insatisfacciones “el alto nivel de
indefiniciones y contradicciones de los entes bancarios, la elevada tasa
impositiva, restricciones al uso de los presupuestos de la mipyme y el escaso
margen de crecimiento que ofrece el financiamiento del capital de trabajo, así
como la falta de acceso a divisas y, por supuesto, la inflación en el mercado
mundial”.
A pesar de Díaz Canel, hay
esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario