Los datos de empleo en Cuba en 2021: ¿motivación laboral o desesperación social?

Elías Amor Bravo economista

Ya empieza el régimen castrista a suministrar datos y estadísticas al margen de la actividad de la ONEI. Esta práctica, habitual del régimen, no tiene justificación alguna, porque al usar en beneficio propio, datos que deberían ser oficiales y públicos para todos, se desvirtúa la función de la estadística y les quita el valor que tienen como instrumentos para el análisis de la realidad. 

Ahora que Díaz Canel habla tanto de “ciencia e innovación aplicada al gobierno”, lo primero que debería imponer a sus ministros es que dejaran de aprovechar los datos estadísticos en beneficio propio, que eso no va a ningún sitio. Allá ellos con sus prácticas.

En fin, ya se publicará el anuario estadístico de ONEI con todos los datos y se podrá realizar un análisis más detallado de la realidad, pero de momento, hay que conformarse con la nota en Granma que dice que en 2021 “aumentó la motivación por el trabajo, al emplearse 236.000 cubanos durante el año”. La fuente es el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en un informe que añade que otras 12.655 que buscaron empleo “no se ubicaron, pero accedieron a cursos de habilitación para desempeñar oficios y empezaron a prepararse”.

Estos resultados, que de confirmarse supondrían un cambio con respecto a lo que ha venido ocurriendo con la población laboral en Cuba en los últimos años, son debidos, según Granma, “a la implementación de la Tarea Ordenamiento, desde su concepción, con el objetivo de propiciar mayor interés por incorporarse a trabajar”. Ahora si que dieron en la diana.

Veamos los datos oficiales. Según la ONEI en 2012, la población ocupada en Cuba alcanzó un total de 4.902.200 personas, y después descendió hasta 2016 a 4.591.100. La reducción alcanzó a unas 311.100 personas, equivalentes a un 6,3% de la cifra inicial. Luego se recuperó hasta las 4.643.800 personas en 2020, pero siendo el nivel superior a 2016, la cifra aun se encuentra 258.400 personas por debajo del nivel de ocupación de 2012. Este "cachumbambé" del sistema laboral cubano ha destruido empleo desde 2012 y los aumentos de 2020 y 2021 brotan de una coyuntura espontánea que difícilmente se mantendrá en próximos ejercicios. Asociar estos procesos a una supuesta “motivación laboral” es ir muy lejos.

Si mal no se recuerda, el régimen castrista se vio obligado a asirse, desde febrero del año pasado, a estos datos del empleo, al observar cómo en su primer mes de aplicación, la Tarea Ordenamiento provocaba una auténtica explosión de los precios que luego devino en una inflación descontrolada que acabó el año en un 77,3% cuando se publicó el índice de precios al consumo.

El régimen empezó a citar los datos de empleo, tal vez porque los interpretaba como los únicos favorables, conforme los nubarrones más oscuros e inquietantes de la Tareas Ordenamiento iban apareciendo en el firmamento. De modo que, asuntos gravosos, como la precaria situación cambiaria del peso dominada por los mercados informales, el descontrol monetario derivado de la conversión de CUC a CUP, el desbordamiento del déficit público por el hundimiento de la economía y los ingresos, eran escondidos por la información oficial, mientras que al régimen no se le ocurría otra cosa que recurrir a algo que sonara a "positivo", y en eso, a alguien se le ocurrió referir los datos del empleo, que parecía lo único citable.

Además, venía bien hacerlo, ya que en que 2020, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, sin la influencia de la Tarea Ordenamiento sobre la motivación laboral, se había registrado un aumento del empleo de 147.000 personas con relación al año anterior, de modo que las 236.000 al cierre de 2021 permitían destacar la tendencia iniciada en el año anterior, pero en 2020 no había Tarea Ordenamiento, así que tampoco era conveniente combinar los datos.

De modo que ahora se ha informado que, entre quienes acudieron a las direcciones municipales de Trabajo, los que más aumentaron fueron las personas sin vínculo laboral, (es decir, desempleados) y, de estos casos, 169.000 se incorporaron al empleo. Pero, ¿no habíamos quedado que en Cuba no había desempleo? 

Como parte de la estrategia, el régimen quería atraer más trabajadores hacia las nuevas actividades productivas que se iban creando en la economía, sobre todo a partir de septiembre con la nueva regulación de minipymes y CNA, y menos hacia el sector presupuestado. Es altamente probable que estos movimientos laborales registrados tengan mucho que ver con la paralización del sector privado por la crisis del turismo durante más de dos años, lo que ha obligado a mucha gente a buscar empleo en otras actividades.

Por otra parte, la perspectiva de volver a hacer crecer el estado como empleador de toda la población laboral no funcionó del todo. Al parecer en 2021, el 59% de las personas que buscaron empleo lo encontraron en el sector estatal, en tanto que el 41% restante lo hizo en el no estatal, un porcentaje que no se corresponde con el tamaño que alcanza este sector en la economía. Además, de los trabajadores que encontraron empleo en el sector estatal, el 70% lo hizo en el ámbito empresarial y el 30% restante en el presupuestado (algo menos de la quinta parte del total). Además, de ese 30% del sector presupuestado, más de la mitad se incorporó al sector de la Salud, vinculada al enfrentamiento a la covid-19. Por otro lado, el año pasado se emplearon más de 5.000 personas en el ramo cooperativo.

En cuanto a la distribución por sexo y edades, los datos indican que los empleados por el estado, un 35% no supera los 35 años, en tanto que el 34% pertenece al sexo femenino.

Las autoridades señalan en la nota de Granma “que lo que originó que aumentara la motivación para el empleo se mantiene; ahora tenemos que lograr que las estrategias de empleo en los municipios se parezcan y respondan a las necesidades reales del desarrollo local”, escarbando peligrosamente en esa nueva perspectiva de recurrir a los gobiernos locales para hacerlos cómplices del desastre económico y social que se vive en el país.

Sin embargo, los dirigentes no dicen, en ningún momento, en qué se basa la motivación para el empleo, si es que existe realmente. Por eso, más que motivación, habría que citar necesidad, incluso desesperación. Los economistas sostienen que el empleo crece al mismo tiempo que lo hace la economía, conforme las empresas ofertan más oportunidades laborales para atender una demanda en aumento. En épocas de crisis ocurre lo contrario, pero la gente acude a buscar empleo por necesidad, aunque no lo haya. Es el paro.

En Cuba, donde el sistema funciona de manera ajena a la realidad, el rápido encarecimiento del coste de la vida hizo que el poder adquisitivo de salarios y pensiones decayera con rapidez, empobreciendo a amplios sectores de la población. Familias en las que se podía vivir con uno o dos sueldos, tuvieron que apretarse el cinturón, o incorporar a más miembros al mundo laboral. Y qué decir tiene de los que perdieron sus empleos en el sector privado vinculado al turismo. Eso tiene poco de motivación. Los crecimientos de la población activa en épocas de crisis, como en Cuba, donde más de 500 empresas estatales atravesaron etapas difíciles de insolvencia, no responden a motivación alguna sino a necesidad, a desesperación. Este parece que ha sido el móvil de los aumentos del empleo en Cuba en 2021. Esperamos al anuario estadístico de ONEI para complementar estas informaciones y ver si las tendencias se mantienen.

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