Formando juristas para contratos internacionales, ¿y por qué no para la economía cubana?

Elías Amor Bravo economista

Marrero organiza un curso de Introducción al estudio del Derecho de los Negocios Internacionales en la cámara de comercio de Cuba, destinado a enseñar a juristas a negociar con éxito en la economía internacional. Pues qué bien. Antes de proseguir, ¿por qué no organizan esos mismos cursos para los que están dedicados a las mismas tareas en la economía cubana? Si para tener éxito en la economía internacional hay que negociar y hacerlo bien, como dijo Marrero, ¿por qué no vamos a pensar que para la economía cubana tiene que ser diferente? Son este tipo de cosas que ocurren en aquella Isla querida, de las que encontrar una respuesta o justificación, resulta imposible.

La prensa estatal comunista se hace eco de este curso inaugurado en los locales de la cámara de comercio, en el Vedado. Se trata, de un taller que, al parecer, cuenta con un grupo de profesores de lujo, según dijo Marrero Cruz. Entre sus objetivos pretende “analizar las complejidades de esta área del Derecho en un contexto donde lo digital, el escenario virtual, lo marca todo y va cambiando las reglas de juego de la inversión extranjera y el comercio exterior”.

Insisto, ¿por qué estas mismas técnicas no se enseñan a los que operan dentro de la economía cubana? ¿es que acaso el régimen está asumiendo la existencia de unas “reglas del juego” diferentes en la Isla? Desde luego. Para empezar este curso arranca de una idea que es la siguiente: “Cuba no está encerrada en una burbuja, como economía abierta, estamos expuestos a las leyes del mercado y a las consecuencias de cualquier error que cometamos, por lo tanto, tenemos que aprender a negociar, y a hacerlo bien”.

Este reconocimiento supone, por fin, dejar atrás la letanía del embargo y del bloqueo. Se reconoce que Cuba es una economía abierta y, además, que está sometida a las leyes del mercado (oferta y demanda) que imperan en el mundo. Normal. El siguiente paso de este curso debería ser homologar el escenario cubano al internacional. Marrero cualquier día de estos nos da una sorpresa.

Una de cal y otra de arena. Al parecer, el seminario tiene como referencia la experiencia cubana en la materia, de los aprendizajes y de los errores cometidos. De hecho, en algún momento de la inauguración alguien dijo que “Cuba, como país bloqueado, está privado del acceso a la experticia internacional, no podemos traer a especialistas extranjeros, y también se nos impide participar en cursos, adiestramientos y otras actividades para adquirir y desarrollar conocimientos en esta disciplina”. Bueno, quizás esto no sea del todo cierto, ya que son numerosos los profesionales españoles que viajan a la Isla a impartir cursos de todo tipo auspiciados por organismos de cooperación, y nadie les pone absolutamente ningún problema. Se tiene la sensación que, esta referencia al “país bloqueado” es la marca de la casa que no puede faltar nunca, so pena de represalias.

El curso ha sido convocado por la Corte Cubana de Arbitraje Comercial Internacional, la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y la Sociedad Cubana de Derecho Internacional, bajo el patrocinio de la Cámara de Comercio de la República de Cuba. Insisto, que este tipo de instituciones organice algún programa similar destinado a los emprendedores privados o los directivos de empresas estatales no sería mala idea. En última instancia, les sugiero que faciliten una asistencia combinada de unos y otros, porque de ese intercambio entre los participantes se puede aprender y además, adquirir conocimientos de la realidad que acaban siendo los más útiles en este tipo de programas, por muy especializados que sean.

Marrero insistió, por ejemplo, en que “se ejemplifique en el seminario con los errores que se han cometido por las contrapartes cubanas de los diferentes sectores de nuestra economía en negociaciones con inversionistas y otros actores extranjeros”. Insisto, los errores que se cometen en el interior de la economía cubana son mucho más graves y suponen, en cierto modo, buena parte de la responsabilidad de la paralización económica que existe.

Fundamental el objetivo de que los negociadores adquieran una cultura del contrato, del papel que estos juegan. El contrato, como plasmación de un acuerdo entre oferta y demanda, es el sustrato jurídico que respalda el funcionamiento de la economía de mercado, esa que los dirigentes comunistas no quieren que se despliegue en Cuba, y, sin embargo, pretenden que se aplique en los intercambios internacionales.

Sorprende que se reconozca la firma de “contratos leoninos que favorecen a la parte extranjera, afectando seriamente nuestros intereses”. Las autoridades deben saber que detrás de la voluntariedad de los contratos, no existe coerción, y que nadie está obligado a nada hasta que firma. Los contratos leoninos tienen su origen en otros aspectos y cuestiones. Dentro de Cuba, por ejemplo, qué mayor contrato leonino que el que relaciona a un productor agropecuario con Acopio, que al final cumple o no cumple en función de lo que le interese. Este seminario se debería impartir a los que prestan sus servicios en Acopio. No sería mala idea.

La nota de la prensa oficial atribuye a Marrero “gran experiencia en estos menesteres; durante varios lustros dirigió la cartera Turismo, el sector de mayor inversión extranjera del país y uno de los principales exportadores e importadores durante las últimas tres décadas”. Buen sitio, desde luego, para localizar algunos de esos “contratos leoninos”. Se sorprenderían. Los hoteles españoles deberían tomar buena nota de lo que Marrero piensa de ellos. 

Marrero también dijo que “los negocios no son solo para beneficio de una parte, son asuntos de ganar-ganar, pero la parte que nos corresponde tenemos que defenderla, protegerla; eso es cuestión de soberanía nacional”. Y aquí, tengo que reconocer, que la mezcla de churras con merinas no da resultado. ¿Qué tiene que ver la soberanía nacional con hacer buenos negocios? Que me lo explique. Yo no entiendo nada.

En esto consume sus horas el primer ministro de un país cuya economía está en fase terminal y necesita ayuda urgente de cualquier tipo de forma inmediata. En formar a juristas para que se les tenga en cuenta y que formen parte de los equipos negociadores de los organismos. Una pregunta, ¿es que acaso no forman parte ahora de esos equipos? Y si no lo hacen, ¿Dónde están?

Tan solo recordar a Marrero que la protección de las negociaciones internacionales no depende solo del papel o la opinión de los juristas, sino de otras muchas consideraciones que no vienen a cuento en este artículo. Los abogados son profesionales relevantes en muchas áreas económicas y sociales, pero la construcción de la seguridad y de eso que Marrero denomina “soberanía” no se puede hacer depender de los abogados. Hay mucha más gente que tiene que ver en ello. Que en el interior de la economía cubana se logre esa seguridad, confianza y credibilidad, que son la base de la soberanía, sería fundamental. Que lo intenten.

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