Impuesto sobre las Ventas por la comercialización minorista de productos agropecuarios en el peor momento posible

 Elías Amor Bravo economista

Podemos estar de acuerdo en una cosa. El principal problema que afecta a la economía cubana en este momento es la inflación, que está desbocada, con una tasa de crecimiento interanual del 77,3%. Y los precios del transporte, de los servicios de la vivienda y la alimentación crecen incluso más. 

Las previsiones de inflación para este año, no son favorables. Pues bien, en este contexto de espiral inflacionista, de consecuencias sociales imprevisibles, a los dirigentes comunistas cubanos, en concreto a la ministra de finanzas y precios, la señora Bolaños, se le ocurre la idea de aplicar un impuesto sobre las ventas minoristas con un tipo impositivo a las personas naturales y jurídicas que comercialicen productos agropecuarios de forma minorista. Y la medida se adopta de sopetón, sin discusión pública y mucho menos, teniendo en cuenta los intereses de las partes implicadas.

La Resolución 16/2022 del Ministerio de Finanzas y Precios, que desarrolla la norma tributaria, afirma que este departamento está facultado para establecer esta medida tributaria “cuando circunstancias económicas y sociales a su juicio así lo aconsejen”.

¿Qué circunstancias económicas y sociales aconsejan establecer impuestos sobre la demanda de consumo? Si hay precisamente algo que evitar en contextos de inflación descontrolada es agravar el problema estableciendo impuestos sobre los productos, en este caso, los necesarios y básicos de alimentación, principalmente que son los que se comercializan en los mercados minoristas. Gravar los precios en contexto de inflación creciente es echar gasolina al fuego, porque esos aumentos de impuestos se pagan en forma de precios más elevados por los consumidores o se absorben por los vendedores (en cuyo caso, pierden dinero, lo que no parece razonable). En un caso o en otro, la inflación subirá. La decisión del régimen es irresponsable.

La ministra debería saber que al tipo impositivo del 10% que se aplica ahora el Impuesto sobre las ventas minoristas, sobre todo de productos agropecuarios de forma minorista en mercados agropecuarios, en puntos de ventas pertenecientes a cooperativas de créditos y servicios, cooperativas de producción agropecuaria u otras formas de producción, incluidos los productores individuales, en ferias u otros eventos expresamente autorizados y en las unidades de comercio minorista autorizadas a adquirir y comercializar productos agropecuarios, lo que habría que hacer es justo lo contrario: reducirlo a cero durante unos meses, y esperar. Pero ella, agobiada por la escasez de ingresos fruto de un pésimo diseño del sistema tributario, no tiene otra idea que aumentar los impuestos.

Da igual que alguien crea que ese 10% no es muy elevado o que el 5%, bonificado, que se aplica a los que comercialicen productos agropecuarios de forma minorista, donde los Consejos Provinciales o de la Administración municipales fijan precios máximos o los productos se comercializan con precios centralizados, pagan el Impuesto sobre las Ventas,  en ambos casos, son impuestos que recargarán el precio de los productos que compra la gente, en un caso, o reducirán las ganancias de los vendedores, en otro.

La norma además, para mayor escarnio, establece que el pago de estos impuestos se realizará diariamente en dichos mercados, además, de forma directa, por la entidad que opere las instalaciones en las que realizan sus ventas y se aplicará el porcentaje sobre el importe de las ventas consignadas en la Declaración Jurada diaria. A ver quién evade el impuesto, además, de que las autoridades comunistas locales tratarán como sea de que los precios no suban, con perjuicio para los comerciantes.

Hay prevista una comisión por gestión de cobro del 1% sobre el total para la entidad que opera las instalaciones del mercado agropecuario sin duda para cercar más aun a los vendedores. Comisión que no se aplica, en cambio, a los puntos de venta de las cooperativas de créditos y servicios, cooperativas de producción agropecuaria u otras formas de producción, incluidos los productores individuales. Una desigualdad que, de buen seguro, será tenida en cuenta por los comerciantes que, previsiblemente, cambien sus espacios para las operaciones a fin de evitar pérdidas mayores en sus negocios.  Estas entidades se ven obligadas a pagar el Impuesto sobre las Ventas, decenalmente, a las entidades del sistema de la Agricultura o de AZCUBA que administran el mercado al cual se encuentren vinculados, o directamente en las oficinas bancarias de su domicilio fiscal.

Por otra parte, las entidades del sistema de la Agricultura o de AZCUBA que administran las instalaciones de los mercados agropecuarios y las entidades a cargo de la organización y control de las ferias o eventos ingresan al Fisco el importe del impuesto diariamente, en las oficinas bancarias u otras oficinas habilitadas al efecto, del municipio donde radiquen dichos mercados o entidades.

Las unidades de comercio minorista autorizadas pagan el impuesto previa presentación de la Declaración Jurada, mensualmente, dentro de los primeros quince días hábiles del mes siguiente al que corresponda su pago, en las oficinas bancarias u otras habilitadas al efecto del municipio donde radiquen; ingresándolo al Fisco por el párrafo establecido en el apartado precedente.

La norma exime del pago del Impuesto sobre las Ventas la comercialización minorista de los productos agropecuarios normados con destino a dietas médicas, cuyos precios se establecen por este Ministerio.

¿A qué viene esta carga tributaria a las ventas? ¿Es que no se dan cuenta que esto puede disparar al alza la inflación de los precios de los alimentos, que crecen por encima de la media de la economía? ¿Es tan grave la situación de ingresos del gobierno? ¿No sería mejor bajar los impuestos, y los gastos superfluos, que los hay, y tratar de pasar este escenario provocando los menores efectos sobre la demanda de los consumidores y la actividad económica? Esta medida es negativa, y tendrá sus consecuencias. Además que ya se avisa a la ministra que no va a aumentar la recaudación tributaria. Hacer recaer los impuestos sobre los más desfavorecidos no suele dar buenos resultados. Hay bastante experiencias de que ello es así. Los comunistas cubanos dicen una cosa, y luego hacen otra bien distinta. Nadie, en un contexto de inflación elevada, incrementaría los impuestos que recaen sobre el gasto de consumo.

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