Díaz Canel, el Grupo de los 77 más China y la economía mundial

Elías Amor Bravo economista

¿De dónde saca Díaz Canel tiempo para dedicarse al Grupo de los 77 más China? Acaba de ser elegido presidente por un año de esta agrupación y, ni corto ni perezoso, se ha puesto a lanzar mensajes desconcertantes a los países del Grupo, a la vez que se desvive en agradecimiento por la confianza depositada en Cuba.

¿Es que acaso no tiene suficientes problemas dentro de la Isla para ocupar la agenda y su tiempo, que ahora se va a dedicar a defender una agrupación de países en desarrollo de lo más variopinta? ¿De veras tiene tiempo para eso? Y lo que es más importante, ¿ha estado acertado Díaz Canel con su discurso al Grupo? 

A lo primero parece responder cuando dijo que asume la designación “con total entrega y el ya probado compromiso de que jamás defraudaremos a naciones con las que compartimos una historia de abusos a la que fueron sometidos nuestros pueblos, pero conscientes de que también nos hermanan objetivos y esperanzas”. Lo cierto es que todos los cubanos deben pensar que cuanto más interés dedique el Grupo de los 77 más China, menor será la atención que dedicará a los problemas internos. Incluso habrá alguien que podría pensar que es mejor.

Y ya empezamos mal con el discurso, porque el lenguaje empleado tuvo poco de diplomático y ni tan siquiera, los chinos, lo suelen utilizar en sus proclamas. Cada vez cuesta más en el mundo, incluso en este Grupo de los 77, encontrar algún gobierno que se lance a las trincheras de la guerra fría con proclamas relativas a abusos y otras majaderías, tal vez Corea del Norte sea el único.

Insisto, ese lenguaje podría servir a Fidel Castro en sus tiempos, y es probable que Díaz Canel, en su empeño por parecerse al anterior dirigente comunista, copie formas y estilos. Pero, sinceramente, no llega a países como Brasil, Colombia, Uruguay, República Dominicana o Chile, y, además, está fuera de contexto. Lo que Fidel Castro dijera en 1979 está a más de 40 años de distancia. Es decir, está obsoleto. Alguien se lo debería recordar a Díaz Canel para que no haga el ridículo. 

Luego hizo alusión a datos que no son ciertos, al afirmar que “nuestras naciones continúan estando en la retaguardia del desarrollo global, mientras cargan sobre sus hombros las consecuencias de las múltiples crisis y las desigualdades derivadas del injusto orden internacional vigente”. Insisto, tal vez debería leerse la lista de todos los integrantes del Grupo de los 77.

Hay algunos países, como Botsuana, que en el curso de veinte años han alcanzado niveles de PIB per cápita cercanos al desarrollo. Y el caso de China, que de atrasada tiene poco. Además, este país está aprovechando las ventajas del orden internacional vigente que Díaz Canel define como injusto. Imagino a los jerarcas empresariales chinos escuchando con desagrado este tipo de mensajes del dirigente comunista cubano.

Y después, más aún al citar “un orden profundamente antidemocrático concebido para perpetuar el desequilibrio que, a despecho de las demandas históricas de los países de este Grupo, sostiene la riqueza de unos pocos a costa del empobrecimiento de las mayorías, manteniendo a los pueblos en desventaja económica y social permanentemente condenados al subdesarrollo, la pobreza y el hambre”. Insisto, alguien debería leer a Díaz Canel la lista de países del Grupo de los 77 donde hay grandes beneficiados de ese orden antidemocrático descrito por Díaz Canel. Tal vez debería contemplar la experiencia propia de Cuba, donde la inexistencia de democracia y libertad condicionan el estado de la economía.

Cierto que el Grupo de los 77, desde su creación, “ha reclamado cambiar el injusto orden global para poder emerger de las condiciones de absoluta desventaja en que fue sumido em siglos de colonialismo y dependencia”, pero esa posición, que reivindicó Díaz Canel, queda muy atrás en el tiempo, y se tiene la sensación de que estos países andan por otras tendencias buscando definir su posición competitiva mundial y dejando atrás las trincheras del odio y la división, de las que tanto se ha valido la revolución cubana. ¿Qué pensar de los países africanos que están instalados en una dinámica de crecimiento sostenible que deja atrás las cifras de subdesarrollo? ¿Y qué decir de India?

Díaz Canel destacó la diversidad de los países, e hizo bien. Por ello, sus mensajes en busca de consensos, o de la unidad podrían caer en saco roto. El mundo ha cambiado mucho desde la primera Conferencia de la UNCTAD, y querer regresar a un pasado que queda muy lejos, con argumentos geopolíticos de hace más de 60 años, no tienen fundamento alguno. Tratar de presentar el “sur” como una fuerza conflictiva dispuesta a enfrentarse al norte, traslada a las relaciones internacionales globales un esquema más propio de guerra fría que lo que viven estos 77 países más China en la actualidad.

Díaz Canel pidió “alcanzar consensos en los temas que nos afectan como países y como agrupación en materia de cooperación y la solidaridad” y volvió a citar a Fidel Castro para ello. Mostró su apoyo al multilateralismo y en este punto, citó también a Raúl, al que presentó como “bandera y guía de la construcción de los consensos indispensables para vencer los actuales desafíos y construir el mundo justo al que aspiramos”.

Y después de todo ese alegato, se despidió otra vez con un “cuenten con Cuba y con su compromiso invariable de trabajar sin descanso, junto a todos los miembros de esta imprescindible agrupación, en la defensa de los intereses supremos de nuestras naciones”, para insistir a continuación, que Cuba cuenta con todos “y espera que el espíritu de unidad y solidaridad que dio a luz al Grupo de los 77 más China prevalezca sobre los intereses mezquinos de quienes pretenden mantener inamovible el injusto orden económico actual”. ¿Estaría vendiendo servicios médicos al Grupo? Todo a su tiempo.

 

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