Los problemas de las colas en Tiendas Caribe y la V conferencia internacional por el equilibrio: ¿de qué estamos hablando?
Elías Amor Bravo economista
Los comunistas cubanos no tienen remedio. Mientras que reúne en La Habana a tropecientas personas de su misma ideología para hablar del “equilibrio” mundial y no se sabe cuántas cosas más, el pueblo sigue atónito al comprobar que los principales problemas del país no se resuelven.
Y lo que es mejor. Como nadie en la Asamblea nacional va a levantar la voz y solicitar a la Contraloría que investigue los gastos de esta V Conferencia internacional por el Equilibrio en el mundo, nos quedaremos sin conocer lo más importante: qué dinero dedica el régimen de Díaz Canel a financiar estas actividades que, desde luego, no tienen el menor impacto en la solución de los problemas de la gente. Eso sí, para este tipo de actividades no se escatima en gastos y con el presupuesto recién abierto, la cifra habrá subido, y bastante.
Da igual. Este Encuentro no merece ni una palabra más. Tan solo saber cuánto ha costado a los cubanos pagar de sus bolsillos la estancia de estos individuos que han llegado a La Habana de una serie de países para repetir las mismas consignas que todos los días publica la prensa estatal. Y después de eso, Díaz Canel se permite el lujo de hablar de libertad de prensa, de democracia y de participación. Claro, de la suya, de la de estos que acudieron a disfrutar de la belleza del Caribe en La Habana.
Y ustedes dirán a qué viene esta introducción de algo que no nos interesa para nada. TYYo les pido sinceramente perdón y les llevo al asunto que más me preocupa. Me refiero a la nota en Granma en la que Cadena de Tiendas Caribe anuncia una serie de medidas para dar respuesta a inquietudes de la población sobre comercialización de productos. Me temía lo peor.
Según dicen, las medidas adoptadas están dirigidas a la mejor organización y a la reducción de las cola. Es decir, el régimen ya reconoce abiertamente que la cola es un fenómeno estructural de la economía comercial cubana, y renuncia a cualquier decisión para su eliminación. En este caso, es la Cadena de Tiendas Caribe la que tiene que dar la cara.
Lo mismo que cuando hubo que revisar el PIB del Plan económico a la mitad, que mandaron al director de la cámara de comercio a anunciarlo, o a la superintendencia del Banco Central a informar del juicio de Londres. O de los apagones a la empresa eléctrica. Da igual.
En la Cuba comunista de Díaz Canel, preocupada por el “equilibrio mundial” las malas noticias las dan los subordinados. La cúpula no se moja ni se ensucia los zapatos. Van a los congresos internacionales a pontificar sobre las ideas que han llevado a Cuba al desastre económico, a ver si consiguen que otros muerdan en anzuelo y pasen a engrosar la nómina de la miseria.
Los problemas de los cubanos son más cercanos. Este es el caso de la distribución y comercialización de los productos, que en la Cadena de Tiendas Caribe conforman los llamados módulos expendidos desde diciembre último en La Habana, y que por el cúmulo de deficiencias y problemas, han provocado no pocas inquietudes en la población.
De modo que, ante un posible estallido social, porque la gente ya no aguanta, la cadena explicó en su defensa que se venden los módulos a 351.858 núcleos pertenecientes a todos los municipios de la capital, lo que según los directivos “exige inicialmente un trabajo organizativo mediante sistema informático, que de transparencia a las operaciones y centralizara la distribución”.
¿No sería mejor dejarse de tanta burocracia y aumentar la oferta para que no haya que seguir racionando la comida 64 años después? ¿Es que no se cansan de seguir apostando por un modelo enfermizo? Estos comunistas pierden más tiempo en las tareas que llaman de “asignación equitativa de los cinco productos importados entre la cifra citada” que si desde la esfera de la producción se adoptaran medidas para liberalizar la economía y producir más.
La cadena informó, eso sí, de la revisión conjunta con la Dirección de Comercio del Registro de Consumidores, para detectar las “violaciones, la existencia de personas que tenían más de una libreta, fallecidos hace más de cinco años contemplados como consumidores, al igual que casos de personas que se habían ido del país”. Insisto, el comunista se dedica a esto, en vez de producir más y mejor. Esto último sabe que de realizarse, supone perder el control político. De modo que las instrucciones están muy claras.
La cadena explicó su procedimiento para intentar dar solución a las colas. Un ejemplo de la perversión del modelo económico de la constitución comunista de 2019. Dice que “si una tienda tiene a su cargo 10.000 núcleos, en ella se recibirán productos solo para satisfacer esa cantidad, la cual se entregará ya estratificada de acuerdo con las composiciones de estos núcleos”. Lo cuál es complicar más aún el problema de la gestión de la escasez.
Ellos, los comunistas, no lo ven así y dicen que “este sistema resulta más justo en cuanto a la distribución de los productos, permite eliminar las ilegalidades cometidas tanto por trabajadores de las tiendas como por facilitadores de las colas y otros implicados en el proceso, que se aprovechaban de fisuras en el control para la apropiación indebida de productos, su reventa y otras ilegalidades”. Alguien debería aclarar que de poco o nada sirve racionar y distribuir la miseria, porque solo puede mejorar las cosas una mayor producción que atienda las necesidades de la demanda sin tanto núcleo ni control.
Algunos instrumentos, como la “elaboración de la factura no solo en cantidad de productos o por kilogramos, sino también por núcleos, lo cual permite el seguimiento de la compra por cada uno de ellos, y confirma que cuando se llega al ciento por ciento todos los del establecimiento compraron, y no debe quedar margen para la reclamación por la tienda de la falta de algún módulo” no son más que burocracia que no sirve para corregir los problemas de fondo.
Pero es que llegan incluso a plantear “auditorías de los registros de venta de las tiendas y conocer dónde está la posible irregularidad, pues el sistema está enfocado en satisfacer con estos cinco productos a la cantidad de núcleos a atender, sin tener centrada la atención en el control de las colas, que desde luego están llamadas a reducirse como consecuencia de las medidas organizativas”. Auditorías de la miseria.
¿No sería mejor auditar la conferencia internacional del equilibrio de Díaz Canel para ver si realmente se han gastado mas de lo necesario? Estas auditorías de la miseria en los establecimientos y tiendas, no sirven de nada, solo para dar trabajo improductivo a quienes no contribuyen a lo que se necesita, que es producir más y mejor.
Que Tiendas Caribe se haya lanzado a dar este tipo de medidas de resultado incierto es un motivo de reflexión. Porque estamos convencidos de que los responsables de estas entidades saben bien cuál es el origen del problema, cómo se soluciona de verdad, en tanto que tienen que recurrir a estas majaderías, posiblemente por exigencias del guion o de sus jefes jerárquicos. Sería bueno saber qué hay de cierto en ello.
Algunas ideas propuestas, como la de que si “sobra mercancía la tienda no podrá venderla, ya que se quedaría en existencia para ser utilizada en la segunda vuelta” es un ejemplo de lo que estamos hablando.
Que se estén planteando a estas alturas del siglo XXI como soluciones a los problemas comerciales “permitir que las personas compren con más de una libreta, si les toca en el día, así como que los mensajeros adquieran lo de sus cliente, pues existen personas mayores y vulnerables que necesitan el apoyo de sus familiares y vecinos, al igual que algunos trabajadores cuyo horario de labor y la lejanía no les permiten acceder en el plazo fijado”, sin duda ofrece una idea bastante aproximada del daño antropológico, económico y social que el régimen comunista ha creado en Cuba. Solo espero que los asistentes a la costosa conferencia de Díaz Canel tomen buena nota de ello, y si no lo hacen, ya saben qué les espera.
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