Jugando con fuego con la sentencia que viene de Londres

Elías Amor Bravo economista 

Hay inquietud entre los dirigentes comunistas cubanos por lo que viene de Londres. No es para menos. La caja de los truenos puede quedar abierta tras la sentencia del Tribunal Supremo británico que va a echar por tierra la política con todos sus acreedores, practicada por el régimen cubano desde tiempos de Fidel Castro.

La nota informativa de la superintendencia del Banco Central ha desaparecido de la prensa estatal y por ello, las páginas se han llenado de otros asuntos que parecen sacados de una chistera mágica para desplazar, o manipular, la atención de la opinión pública. Solo así, se mezclan temas tan diversos como “Hacer un país con ciencia y voluntad”, “En Cuba hay mucho que hacer, pero tenemos que hacerlo con decisión, con deseos, sabiendo que vamos a triunfar”, “¿Cuáles son las proyecciones de arroz en Cuba?”, “Es imprescindible mayor eficiencia en el frente económico”, “Es posible disminuir drásticamente la emigración irregular, desordenada e insegura”, y así hasta 20 nuevos temas de sopetón. De la sentencia que viene de Londres, ni una palabra. La nota ha desaparecido.

Este giro de la atención mediática de la prensa estatal no es baladí. Viene a confirmar, por un lado, que el régimen está muy preocupado por las consecuencias concretas que se deriven del varapalo que puede recibir en su política de deudas externas desde los tiempos de Fidel Castro. De otro lado, pretender aislar a los cubanos de unas informaciones que van a ser difundidas ampliamente a nivel internacional, tiene poco sentido.

La sentencia de Londres va a sentar un precedente que echará por tierra años de demagogia y oportunismo en las relaciones del régimen comunista cubano con los mercados financieros internacionales, al tiempo que devolverá los derechos no satisfechos a unos acreedores de los que ya se ha abusado hasta la saciedad.

El asunto preocupa en La Habana porque cualquiera que sea el resultado, escapa del control del régimen comunista, acostumbrado a interferir en los procesos económicos para llevarlos a su terreno, sacando el máximo provecho de lo que ocurre. No cabe la menor duda que para llegar a esta situación, los dirigentes se habrán empleado con interés, pero no han logrado frenar los procesos judiciales. Sin embargo, el régimen comunista cubano ha sido especialmente hábil a lo largo de su existencia, para sacar provecho de situaciones complicadas como ésta.

Hasta el período especial fue aprovechado, de forma oportunista, por Fidel Castro para atravesar una etapa complicada y difícil, que acabó resolviendo con la salida masiva de ciudadanos por Guantánamo tras la explosión social del Maleconazo. Esta vez se asiste a un proceso similar. Los cubanos huyen de la Isla rumbo a Estados Unidos de forma masiva, pero se encienden alarmas con los cambios en la política migratoria de aquel país.

En las condiciones actuales, con la economía cubana destruida por el impacto de las medidas de la tarea ordenamiento y la incapacidad de los dirigentes para revertir un escenario complejo que no tiene cabida en el obsoleto modelo del sistema económico, la sentencia del Tribunal Supremo de Londres va a despejar cuestiones que, hasta la fecha, se resolvían de forma oscura, poco transparente, en los despachos oficiales de las cancillerías cubanas en el exterior. El revolcón que viene va a dejar al régimen comunista cubano desnudo frente a sus acreedores internacionales, no solo los que han ganado la reclamación, sino todos, que se aprestarán a exigir el cumplimiento de sus derechos con base en la jurisprudencia que se genere a partir de la decisión de Londres.

La cola para exigir el pago va a ser larga, porque la deuda externa de Cuba (último dato 2019) se estima en el 20% del PIB, de modo que se habrá puesto fin a la impunidad en los incumplimientos con los acreedores, y sobre todo se dispondrá un mecanismo asegurado de cobro frente al cual el régimen no tendrá escapatoria. El eterno discurso de Fidel Castro contra la deuda internacional desaparecerá por arte de magia y lo que es peor, se podrá comprobar su inutilidad. Las deudas, al igual que los derechos de propiedad, nunca se extinguen y su reclamo puede llegar en cualquier momento. El mismo régimen político que conculcó en Cuba a unos y otros sigue en el poder.

No debe haber contemplaciones a la hora de exigir los cumplimientos de los pagos. La aventura de la revolución llegará a su fin destrozando la racionalidad, si es que la hubo, de sus procedimientos para controlar el poder. Algo parecido, sin tantas estridencias, ocurrió en Grecia durante los tiempos de los comunistas de Yanis Varufakis, que decía cosas tan absurdas como que “la deuda es utilizada por una alianza internacional de oligarcas para explotar a los países", cada vez que participaba en debates o hacía declaraciones a la prensa. 

Luego pasó lo que pasó y Grecia acabó vendiendo parte de su territorio para pagar las deudas de las aventuras de deuda. ¿Algo parecido va a suceder ahora en La Habana? La sentencia del Tribunal supremo británico puede comprometer la soberanía nacional de la que tanto hablan los dirigentes comunistas. Lo que viene, sea lo que sea, no es bueno para los intereses del régimen y, desde luego, puede alterar más aún, el estado crítico en que se encuentra la economía.

Pero claro, no es fácil que la prensa estatal reconozca estos hechos y mucho menos que lo haga en términos objetivos. De momento, con la nota vergonzosa, por su lenguaje y competencia técnica, de la superintendencia creen haber hecho lo suficiente para controlar el estado de opinión, pero se equivocan. Pero volverán a la carga.

Generalmente, el régimen castrista dispone, a diferencia de lo que ocurre en los países democráticos del mundo, de una prensa estatal controlada, a su servicio, dispuesta a lo que sea para que todo parezca funcionar a la perfección. Por otra parte, hasta que tenga lugar la publicación de la sentencia, no es posible intuir el resultado de la misma, se trata de tribunales independientes, de una justicia democrática basada en la separación de poderes, algo que en la Isla es desconocido.

De modo que el régimen ha empezado a a mover sus fichas, e irá suministrando la información con las dosis de manipulación que sean necesarias para evitar un descalabro mediático y sobre todo, que las graves consecuencias de tener que afrontar el resultado del juicio, trastoquen más aún la situación económica interna. 

Habrá demagogia, eso es casi seguro, pero nadie debería olvidar que un deudor confiable, cuanto se teme una sentencia no favorable, lo único que debe hacer es un acopio de fondos para estar preparado para cumplir sus obligaciones. Si no lo hace esta vez, será mucho peor por el respaldo jurídico que habrá detrás. Se acabó jugar al gato y al ratón. Es la hora de asumir responsabilidades. Las naciones democráticas están hartas de comprobar que un régimen, el cubano, que ha implantado un estado totalitario se beneficie de ellas utilizando argucias legales y sacando provecho de las leyes de la democracia que luego, en Cuba, no se aplican. Esta vez, le saldrá mal.

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