El debate económico sobre los medios, no los fines

Elías Amor Bravo economista

Se suele afirmar que la economía de un país avanza cuando se debaten los asuntos que afectan a la población. Los economistas asumen posiciones distintas para dar solución a los problemas, pero al final, suele ser posible lograr un consenso entre todos que ayuda a resolver los retos. A ello contribuyen también los organismos internacionales especializados, cada vez más atentos a los cambios de coyuntura y los vaivenes del momento.

En Cuba, aunque no lo parezca, se asiste a un debate entre dos facciones de economistas, que no se diferencian en cuanto al consenso buscado, el tipo de diagnóstico de los problemas, o las soluciones planteadas que están seriamente comprometidas. Y, lo que es peor, puede que este debate acabe estallando en cualquier momento de la peor forma.

Las dos posiciones están bien definidas y por motivos conocidos, no se hará referencia a sus principales defensores.

La primera es la “academia” la voz de los economistas del mundo universitario y científico, a los que el régimen dice recurrir en busca de asesoramiento, pero que en este debate se encuentran en una posición de inferioridad, como se verá. Parece que no les hagan caso y se quejan abiertamente de ello.

De otro lado, están los “ortodoxos revolucionarios”, los economistas del régimen, entre los cuáles hay menos economistas de formación básica y estudios, en tanto que se enseñorean por los palacios del poder, otros profesionales de ámbitos ajenos a la economía.

La distancia entre las dos posiciones se ha agrandado a causa de unas recientes declaraciones en un programa de la televisión estatal (donde los “ortodoxos” han dicho lo que les ha dado la gana) de modo que se han generado críticas en un blog[1] que sirve de referencia a este trabajo. Unos y otros han lanzado duras acusaciones. Vamos a tratar de desentrañar qué está ocurriendo.

El principal punto de discordia parece estar en la forma de tratar la empresa estatal y las demandas de privatización. Ambas posiciones defienden como propios los valores de referencia históricos, socialistas, revolucionarios y marxistas, e incluso sitúan el bloqueo/embargo al frente de los problemas, a la vez que asumen el mismo modelo de organización económica y política, las críticas se dedican a orillar las estructuras dominantes. Entonces, ¿Dónde está el debate?

Y aquí viene la cuestión principal, porque ni “academia” ni “ortodoxos” dicen estar a favor de privatizaciones, en general, o de restauración capitalista. Sin embargo, ambos creen en la necesidad de promover una reforma integral, profunda, fundamental y socialista de la economía basada en la empresa estatal.

Además, el análisis y diagnóstico de la realidad, así como la propuesta de soluciones a los problemas se alimenta, y pretende ser respetuoso, con la ideología dominante. Dentro de la revolución, todo; fuera, nada, es lo que parece desprenderse de las dos posiciones aparentemente enfrentadas. En cierto modo las dos compiten para ver quien es más revolucionario.

De modo, que asumiendo el rechazo al capitalismo, parecen estar de acuerdo en una idea bien conocida, “la empresa estatal debe ser la columna  vertebral  y protagónica  en el contexto de una economía diversa y dinámica, con diferentes formas de propiedad y gestión, pero a su vez sometida la propia empresa estatal a una profunda transformación que la compulse y le permita ser eficiente”.

Pero, ¿de verdad alguien se puede creer que la empresa estatal socialista cubana puede llegar a ser eso o cualquier otra cosa, después de la experiencia de 63 años? Cierto, lo que ambas posiciones acuerdan es más de lo que existe en la actualidad, que no es otra cosa que un aparato empresarial notablemente ineficiente, insostenible. Pero se esfuerzan en encontrar salida para algo que no tiene sentido y que está obsoleto.

Entonces, ¿Dónde está el debate entre las dos posiciones y que quiere cada una?

Muy fácil. El debate no está en los fines, sino en los medios. Basta leer el contenido de las intervenciones en el blog citado para comprobar que el sector de la academia califica a los “ortodoxos” que acuden a los programas, como “personas que conocen poco de la teoría económica, en general y que tienen una visión distorsionada y sectaria de la realidad económica cubana”. Es por ello, que la queja es que mientras unos reciben amplio tratamiento en la prensa estatal, los otros, identificados como la “academia” apenas reciben espacio y no se facilita el debate sobre los temas económicos.

Las acusaciones a los “ortodoxos” se mueven entre la afirmación de que promueven un falso e improductivo enfrentamiento de las empresas estatales con las mipymes, hasta el intento de algunos de afirmarse como “custodios de las esencias del socialismo”. Los ataques de la “academia” no tienen desperdicio y acaban solicitando alguna suerte de debate público para “mejorar la cultura económica de la población” alegando que la decisión debe estar por encima de los directivos de los espacios televisivos y la prensa estatal.

Desde la “academia” se considera fundamental la participación de “los que piensan diferente al grupito que se ha adueñado de los principales medios de la revolución que forman la opinión sobre los principales temas estratégicos de la economía cubana” y llegan a acusar a determinado programa de la televisión de sectario, por querer “cuadrar el pensamiento del país dentro de una concepción socialista retrograda y que pone en peligro al propio socialismo”. Más claro, blanco y en botella.

Igualmente, desde la “academia” se considera en referencia a los “ortodoxos” que no todo aquel que se manifiesta a favor de una orientación de la dirección del gobierno y el partido y de sus principales dirigentes, “sabe hacerlo adecuadamente, tiene los conocimientos y el dominio de lo que dice e incluso cree defender”.

Por ello, a veces en lugar ayudar a entender lo que se suponen defienden cito textualmente “hacen más daño que confunde a los enemigos reales con supuestos enemigos o confundidos, por el simple hecho de que no concuerdan con las proposiciones concretas que han hecho, o no las han estudiado ni entendido bien, o se guían por presupuestos dogmáticos acríticamente asimilados y mal digeridos que los llevan a padecer y ser agentes de contagio de la enfermedad infantil del izquierdismo a que se refiriera Lenin”.

La “academia” cuestiona que aquellos miembros de su posición que han realizado críticas constructivas “sean apartados de la circulación, se les estigmatice y no se les tenga en cuenta”.  En ese sentido, se recuerdan los avisos a tiempo sobre el previsible fracaso de varias políticas y medidas que, no obstante se han aplicado, experimentando los tropiezos y fracasos advertidos por nosotros, en una clara referencia a la “tarea ordenamiento”.

Asimismo, reivindican las propuestas sobre cómo proceder de manera más realista, teniendo en cuenta "el sentido del momento histórico" y proponiendo cambios que debieron implementarse en el momento oportuno y en la forma integral y secuencial que se debieron hacer.  Incluso acusan de "falsos profetas" o voceros indebidos e insuficientemente capaces de lo que verdaderamente hay que defender, a los “ortodoxos” que ocupan los espacios informativos, y que con sus argumentos destruyen más que construir un paradigma en favor de la realidad.

El debate está servido y, sin duda, promete. ¿Cuál será el próximo paso? ¿Aceptará el régimen enfrentar las dos posiciones en la televisión? No tiene nada que perder. Las dos defienden lo mismo. Desde fuera los escucharemos atentamente.

 

Comentarios

  1. He leído varios de sus artículos y me parecen geniales profesor Amador. Muchas gracias por su contenido.
    Ahora, quisiera hacerle una pregunta: La ineficiencia que han demostrado las empresas estatales en Cuba para desarrollar la Economía del país, cómo podría usted relacionarla con el Teorema de la Imposibilidad del Cálculo Económico en el Socialismo formulado por los economistas de la Escuela Austriaca de Economía Ludwig von Mises y Friedrich Hayek? Si pudiera escribir un artículo aquí mismo en este blog al respecto me encantaría, puesto que fui estudiante de Economía de la facultad de Economía de la Universidad de La Habana y en ella ignoran casi todo lo relacionado con la Escuela Austriaca de Economía, con excepción de Carl Menger y solo porque lo tienen que tocar al hablar de la Revolución Marginalista.
    Le mando saludos y espero que pueda ver y contestar mi comentario. De antemano muchas gracias.

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