Los fastos del 1º de enero dijeron adiós

Elías Amor Bravo economista

Tal y como cabía esperar, se acabaron los fastos de la llamada revolución por el 1º de enero. Los montajes de la prensa estatal con imágenes de archivo o los mensajes de felicitaciones de los amigos de siempre, no han servido para ocultar que las concentraciones de gente en la plaza de la revolución, con cara de sueño y aburrimiento, acompañados de los desfiles y las fotografías de los dirigentes, han pasado a mejor vida. O quizás, ni siquiera en esto, el régimen comunista cubano ha conseguido retornar a la normalidad.

Los cubanos vivieron, hasta que la pandemia del COVID-19 desató sus secuelas terribles de enfermedad y muerte, unos comienzos de año atípicos, en los que, las masas eran forzadas, desde todos los puntos del territorio, a organizar marchas con banderas y carteles de apoyo a la llamada revolución. La estética era marxista leninista. El pueblo desfilando y los dirigentes en lo alto de un escenario saludando amablemente a los que marchaban. Luego a recoger la jabita y todos para casa.

En aquellas ceremonias ocurrieron muchas cosas. Algunas se pudieron ver en directo, como la soledad de Osvaldo Paya entre los convocados, o aquella detención brutal contra un manifestante opositor que se trasmitió a todo el mundo. No había espacio para la disensión en estas ceremonias partidistas. Aunque se pensara de forma distinta, el compromiso tenía que estar garantizado o al menos parecerlo. El escenario elegido, la plaza, era una afrenta al monumento a José Martí construido como otros muchos elementos cívicos de Cuba, en los años 50. La arquitectura provisional y oportunista del régimen comunista se dedicó a desmantelar todo lo conseguido por generaciones de cubanos que habían vivido en libertad.

Es por ello que la no celebración el 1 de enero de 2023 de los fastos de la llamada revolución es una magnifica noticia para los cubanos.

Primero, porque se evitarán el cansancio del madrugón y la larga espera para desfilar con las luces del alba. Se me ocurren multitud de experiencias mucho más satisfactorias para celebrar con familia y amigos que las algaradas comunistas de la plaza.

Segundo, porque al no convocar a la gente, el régimen vuelve a mostrar signos de flaqueza, de agotamiento y de que la revolución, con toda su parafernalia está obsoleta. Y en ello, aunque la gente no lo crea, la influencia de la economía es fundamental, de modo que, en los próximos meses, y dado que las cosas pueden ir a peor, se podrá constatar esa creciente distancia del pueblo cubano con sus dirigentes.

La pésima gestión de los asuntos económicos en los últimos años no justifica mensajes del estilo de “llegamos al 2023 después de vencer juntos uno de los años más desafiantes de la historia revolucionaria cubana”. No es cierto, no se ha vencido nada. La derrota económica es absoluta, Díaz Canel lo sabe, y lo peor es que no hay un solo indicador para la esperanza.

Pero luego añade, “al empujar la puerta del 2023 sentimos muy adentro la fuerza del legado histórico que nos impulsa hacia el nuevo año sin miedos y sin dudas, pero siempre conscientes de que podría ser aún más difícil”. Lo cierto es que ese legado histórico solo impulsa a Díaz Canel y su cúpula de poder pero, además, con dudas, porque el empeño en mantener el modelo obsoleto de la economía, no abriga motivo alguno para pensar que las cosas vayan a ir a mejor.

Díaz Canel insiste con el mensaje de la creatividad y dice, “nos convoca la certeza de que la creatividad de nuestro pueblo es infinita y de que no llegamos hasta aquí retrocediendo, llegamos hasta aquí ascendiendo. Todo lo que resistimos y creamos en el año más desafiante es la prueba de que si se puede. Una y otra vez se puede”. Un galimatías que recoge esa ficción del cachumbambé económico del sube y baja que nunca parece detenerse en una posición fija o estable. Lo que pueda el régimen lograr con esta creatividad infinita se contempla mucho mejor en Hialeah, New Jersey, Kentucky o Madrid, donde el exilio cubano ha demostrado que el problema principal para que Cuba prospere es su nefasto régimen político.

El mensaje de Díaz Canel sigue siendo partidista y en un alarde de imprudencia temeraria, solo convoca “a las puertas de ese año más desafiante, y por tanto, más atractivo a todo aquel que se sienta revolucionario”. Bien, ¿y a los demás qué? A perseguirlos, acosarlos, condenarlos a prisión o expulsarlos del país. El mensaje es claro. La invitación de Díaz Canel no llega a todo el pueblo de Cuba, tan solo a los suyos. No es extraño que este tipo de mensajes abran más aún la brecha entre el régimen y el pueblo cubano.

Y de perdidos al río. Que nadie busque en el mensaje de Díaz Canel nada que conecte con los largos y aburridos discursos de Fidel Castro, que se pueden consultar en los archivos y las hemerotecas de medio mundo. Díaz Canel resuelve su convocatoria partidista con otro engaño histórico que cualquier cubano puede descalificar. Y dice, “hoy nos toca garantizar el sostenimiento de las justas conquistas con la máxima Martiana de que el patriotismo es un deber santo cuando se lucha por poner la patria en condición de que vivan en ella más felices los hombres. Sea ese nuestro empeño sagrado”,

La máxima Martiana tiene poco que ver con lo que está pidiendo Díaz Canel a los cubanos en este mensaje. Más bien, nada. Se trata de mensajes que sacados de su contexto, pueden coincidir, pero el que conoce la historia de Cuba sabe que no se pueden comparar y que el Apóstol dijo su frase en un momento en que el pueblo se levantaba en armas contra un opresor. Díaz Canel debería evitar que alguien no lo interprete al revés, y el levantamiento final se lo encuentre él. Tal y como van las cosas, en cualquier momento puede ocurrir.

Comentarios

  1. aun asi el status quo puede permanecer por años, como los almendrones, 6 decadas o mas funcionando, llenos de remiendos, con piezas rusas o inventadas, contaminando las calles llenas de baches pero andando (''machacando en baja''), de aqui para alla, sin llegar a ninguna parte

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