La mesa redonda del ordenamiento monetario:1ª parte

Elías Amor Bravo, economista

En resumen, la Mesa redonda de ayer no defraudó. Reconozco que me gustó y que, por primera vez en mucho tiempo, presenciamos a dos dirigentes de la economía cubana, uno emergente, Gil el ministro de economía, el otro, en declive pero siempre cerca del poder, Murillo, el responsable de los lineamientos, decir algunas cosas, no muchas, que tenían algún sentido. Para acabar pronto, la unificación monetaria trata de suprimir definitivamente el CUC. Se establece un periodo de tiempo para que el Estado pueda retirar el circulante. Habrá un plazo para que la gente pueda realizar el cambio. Y la misma cantaleta de siempre, “nadie va a quedar desamparado y no se aplicarán terapias de choque”, si bien, se reconoció que los productos de primera necesidad y los servicios de consumo masivo tendrían algún tipo de subsidio durante el proceso.

Lo criptológico de estos mensajes, la escasa transparencia y claridad de los mismos, son mala cosa para explicar en televisión en qué consiste lo que llaman “ordenamiento monetario y cambiario”, y por qué motivo es imprescindible la realización de este proceso, y más aún, en un momento especialmente complejo como el actual.

Que el gobierno recuperase a Murillo para esta edición de la mesa redonda, dice mucho de las dificultades que tienen los dirigentes comunistas para llegar a los ciudadanos. Murillo en cierto modo es un dirigente histórico, un clásico que ha acompañado a Raúl Castro desde su llegada al poder, con mucha más “trayectoria” que Gil, Marrero o Díaz Canel, por lo que la audiencia de mayor edad, no tardó en identificarlo. Que los comunistas utilicen a Murillo para dar la cara ante problemas de complejidad como los descritos, no deja frio a nadie.

De modo que los dirigentes castristas quieren convertir el ordenamiento monetario y cambiario en un proceso de “carácter interdisciplinario y transversal, para incluir no solo la unificación monetaria y cambiaria, la eliminación de los subsidios excesivos y gratuidades indebidas, así como la transformación de los ingresos”. En este enunciado, que equipara el proceso a una especie de "carnaval sin música" existe la mayor dificultad para entender qué se pretende hacer, y lo que más inquieta a la gente, qué consecuencias se derivan de este proceso El galimatías utilizado dice poco al respecto, salvo que se trata de “una necesidad impostergable y un paso imprescindible para avanzar en la estrategia económica del país” que, como se verá, tampoco es suficiente.

Avanzando en este escenario de complejidad, incertidumbre y falta de transparencia que caracterizan el proceso, al ministro Gil no se le ocurre otra cosa que recurrir a las palabras de Raúl Castro en 2017, cuando decía que “aunque la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria por sí misma no solucionará mágicamente todos los problemas acumulados en la economía cubana, constituye el proceso más determinante para avanzar en la actualización del modelo económico cubano por el impacto que tendrá en todas las esferas del quehacer económico y social de la nación. Sin resolver eso, es difícil avanzar correctamente”.

¿Avanzar hacia dónde y cómo? Pues bien, mientras que se unifica el sistema monetario, se considera necesario superar las distorsiones existentes en materia de subsidios, precios y tarifas mayoristas y minoristas y, como es lógico, las pensiones y salarios del sector estatal. Palabras mágicas que están en el origen de las preocupaciones de la gente, sin duda.

Murillo insistió que en el proceso han trabajado desde hace varios 11 años, un total de 14 grupos de trabajo y 200 personas pertenecientes a distintos organismos y ámbitos académicos, lo que refuerza ese carácter transversal del que tanto alardean y destacó el rigor técnico en cada una de las propuestas, sin entrar mucho más en la cuestión. Tan solo una referencia a una eventual consulta a experiencias internacionales, sin mención expresa a organismos especializados.  

La constatación de que Cuba se encuentra ante un entorno monetario muy complejo y diverso, que impide que la economía funcione de manera natural y obliga a una conducción administrativa de la misma, está en el origen de la necesidad de implementar la reforma monetaria y cambiaria. Ahora resulta que la planificación central, la intervención del estado en la economía y la ausencia de libertades económicas y derechos de propiedad se explican por la falta de unión monetaria. Increíble, a estas alturas del castrismo, con todo lo que ha llovido, que digan estas cosas. Y además que culpen a ese escenario monetario denostado que conviene recordar, fue una invención de Fidel Castro, de toda una serie de problemas que se tienen que resolver, algunos ciertamente históricos.

Habría que aclarar a Murillo que muchos de estos problemas estaban presentes antes de que se creara el CUC, y que se encuentran profundamente arraigados con el sistema social comunista que rige el país. Por ejemplo, qué decir de las deformaciones en la formación de los precios que no permiten que lleguen a los productores señales claras de mercado. Cuba tiene el record irracional de contar con un ministerio de "precios". No existe otro en el mundo. Los problemas del salario, de eficiencia empresarial, de estímulos a la exportación, la existencia de graves desequilibrios internos y externos, los problemas de comparar a Cuba con el mundo en datos son cosas que no se pueden achacar a la dualidad monetaria.

Murillo sabe que todos estos defectos del sistema no se corregirán con la unificación monetaria sino que exigen un giro de 180º hacia un modelo económico basado en los derechos de propiedad y la libertad económica. Y pienso que lo saben igualmente los cubanos que lo escuchaban en el espacio de la mesa redonda, ¿a quién quieren engañar con estas majaderías?

Precisamente, el “entramado institucional” que está generado por la dualidad monetaria no es tal, sino que es consecuencia directa del modelo social comunista que existe en el país, y que solo dejando atrás se puede avanzar de forma definitiva. Y para despojar a la economía cubana del lastre de la ideología del telón de acero y la guerra fría imperante en el país, hay que olvidarse de recetas simples y de falsas terapias de choque, que nunca van a llegar, porque nadie, en su sano juicio, apuesta por ellas. Hay caminos alternativos y no atender esas urgencias, es un grave error. 

En cuanto a la oportunidad del proceso de unificación monetaria en este momento, la justificación se encuentra en la crisis mundial, agudizada por la pandemia de la COVID-19, que  desde el punto de vista macroeconómico y microeconómico, ha hecho impostergable la necesidad de adoptar acciones profundas para avanzar en la actualización del modelo económico. Aplíquese este mismo razonamiento al cambio de modelo económico hacia la propiedad privada y la libertad, y seria mucho más correcto, porque si bien es cierto que el ordenamiento monetario puede ser necesario para transformar la economía, no será suficiente. Habrá que ir más lejos, y cuando más se tarde, peor.

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