El complicado camino de la informatización en Cuba
Elías Amor Bravo economista
Hay muchas dudas sobre
la sostenibilidad del proceso de informatización que se está desarrollando en
Cuba bajo la tutela directa del ministerio del ramo. Una de cal y otra de arena.
Las informaciones que se ofrecen en la prensa oficial hablan de significativos
avances en los procesos comerciales, financieros o bancarios, y, en cambio, otras
veces, mencionan interrupciones de los servicios, o simplemente, dejar de
funcionar.
Por ejemplo, se ha dado
a conocer que la plataforma Enzona ha incorporado 43 nuevos comercios en solo
tres horas, y este dato se presenta como algo destacado y que merece atención. La
plataforma Enzona ha sido desarrollada, nada más y nada menos que por la
Empresa de Tecnologías de la Información para la Defensa (Xetid), que ante la
falta de conflictos bélicos (menos mal que se han dado cuenta de una vez por
todas) ha orientado su actividad hacia el impulso y desarrollo del comercio
electrónico en el país, con especial atención al aumento, disponibilidad y
estabilidad de las prestaciones de pago a disposición de la población por
distintas vías.
Granma informa al respecto
que hasta el cierre de junio ya se habían incorporado 21.425 comercios a la
opción de pago electrónico por la pasarela Enzona y más de 80 tiendas virtuales
estaban operando en la misma, lo que había supuesto un volumen de negocio 160
millones de pagos de servicios públicos y pagos por QR EnZona. ¿Qué relevancia
tienen estas cifras si se comparan con el conjunto de la actividad mercantil?
En realidad, son insignificantes. Por si alguien no lo recuerda, en 2019,
último año para el que se dispone de datos, la circulación mercantil minorista
del país ascendió a 30.594,8 millones de pesos. La distancia provoca mareos.
Sin embargo, nunca este blog
dará una opinión contraria al proceso de informatización que debe extenderse en
la economía cubana, y desde luego, que una empresa especializada en tecnologías
de la defensa se oriente a las soluciones de mercado para hacer la vida de la
gente más fácil, nos parece muy importante. El siguiente paso debería ser poner
en valor esos dispositivos, y proceder a su comercialización en el exterior
para generar ingresos de exportaciones. Lo más probable es que no lo hayan ni
pensado.
Todo este tipo de
desarrollos tienen la mano del estado detrás. En concreto, desde el Ministerio
de Comercio Interior se teje y desteje promoviendo, dice Granma, “la sustitución
de importaciones de POS y llevando la opción de pago electrónico a sus
establecimientos, innovando junto a la banca, para facilitar el acceso de la
población al efectivo, disminuyendo la necesidad de cajeros”. Y utilizando las
redes sociales, la ministra del ramo dijo que “cada vez más establecimientos
estales implementan el pago virtual mediante el escaneo del código de respuesta
rápida (QR), a través de la plataforma EnZona”. En realidad, habría que contrastar
la cifra con la realidad para poder obtener conclusiones de estos avances.
Enzona, como dicen sus
creadores, es “una plataforma inclusiva y habilitante, que cuenta con
facilidades para la creación en el bulevar, incluso desde la comodidad de la
casa, de los negocios en el mundo digital, mientras que las tiendas en 72 horas
ya cuentan con este servicio”.
Por supuesto que sí,
todo está muy bien, pero ¿resuelve Enzona el problema de la comida diaria? ¿Se
comercializan a través de esta plataforma los productos agropecuarios que tanto
escasean en las tiendas estatales? Y, sobre todo, ¿qué precios se deben pagar
por los productos y servicios y quién puede pagarlos? Entretanto, la plataforma
ha ido incorporando nuevos servicios, como el envío y seguimiento de giros
postales, el pago de impuestos, del gas manufacturado y de los servicios de
Etecsa que incluye el teléfono fijo, las cuentas Nauta y las tarjetas propias,
mientras que en el bulevar las tiendas virtuales estarán agrupadas por
provincias. Insisto, ¿dónde están el ñame, la malanga o los plátanos de la
comida diaria? ¿dónde la carne de puerco, los huevos o la leche y el yogur?
Mientras que alguien se
decide a contestar estas preguntas, cuya respuesta parece problemática en las
condiciones actuales donde el problema no es la distribución sino la
producción, se ha dado a conocer en la misma edición de Granma que el Banco
Metropolitano interrumpía, sin previo aviso, sus servicios con tarjetas
magnéticas este fin de semana. Una especie de apagón en este caso, en la banca.
En una nota sorpresiva, porque nadie la esperaba, el Banco anuncia que “desde
las 9:00 p.m. del sábado 3 de julio hasta las 6:00 a.m. del domingo 4 de julio
se interrumpirán los servicios con tarjetas magnéticas emitidas por este”.
Al parecer, la parálisis
del servicio tendría que ver con un presunto objetivo de realizar labores de
mantenimiento y mejoras en la infraestructura tecnológica asociada a la banca
electrónica. Y entonces hay que preguntar, ¿pero es que no podrían haber
realizado estas tareas en un horario diferente, por ejemplo, la noche? ¿es que
no son conscientes de los daños que acarrean a las personas titulares de las
tarjetas precisamente en el fin de semana que es cuando se utilizan más para diversas
actividades de consumo, ocio, etc? No parece que esto sea importante para los
directivos de este banco estatal que saben que, en ausencia de competencia y
libre elección, tienen la sartén por el mango y como se encuentra proscrita la
libre elección de los clientes, ellos desde una posición de seguridad hacen lo
que les da la gana y cuando quieren. Y punto.
El asunto es feo, porque
no solo se prohíbe el uso de las tarjetas magnéticas, sino que tampoco se
podrán realizar transacciones por los canales de pagos electrónicos Banca Móvil
(Transfermovil y EnZona), Cajeros Automáticos y Telebanca. Los que habían depositado
su confianza en las tarjetas para realizar operaciones se encuentran con la
imposibilidad real de hacerlo. Y, por ejemplo, la plataforma Enzona que se había
estado preparando para dar un mejor servicio de comercio online se va a quedar
este fin de semana mirando para el techo, al menos con relación a los clientes
de Banco Metropolitano.
Cierto es que, en la nota, los responsables del Banco han ofrecido disculpas por las molestias que estos trabajos puedan ocasionar a sus clientes, lo cuál está bien, pero no resuelve el problema antes referido, y que no es otro que, lo que decíamos al comienzo de este trabajo: la informatización de la sociedad y economía cubana dista mucho de ser un proceso sostenible. Sin mercado, sin competencia, sin libre elección y oferta abundante de bienes y servicios, cualquier esfuerzo por apostar por el universo comercial online es una pérdida de tiempo. En Cuba, mientras que haya una sola bodega del estado vacía, y la gente haciendo colas masivas en medio de la pandemia, las actividades online no tienen mucho sentido. Nunca se debe empezar a construir una casa por el tejado.
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