El sector turístico cubano en las horas más bajas

Elías Amor Bravo economista 

Los rusos se han convertido en el principal mercado turístico de Cuba.

La ONEI acaba de publicar la nota titulada “Arribo de viajeros. Visitantes internacionales. Información preliminar” en la que, con datos acumulados al mes de mayo pasado, los turistas rusos que llegan a Cuba han sumado 52.044, alrededor de un 17,7% menos que en el mismo período del año anterior. No obstante, en términos relativos, los rusos han representado el 59% de los visitantes y el 38% de los viajeros, convirtiéndose en los primeros cinco meses de este año en el principal contribuyente al turismo cubano.

La distinción entre visitantes y viajeros tiene significado en la estadística oficial ya que el viajero es toda persona que se desplaza entre dos o más países distintos. En caso de que la persona se traslade fuera de su país de residencia se considera internacional, sin importar el motivo de viaje o el medio de transporte.

Por el contrario, los visitantes internacionales comprenden la totalidad de las personas que visitan un país diferente del que tienen su residencia habitual, por un período no superior a un año, cuyo motivo principal será con la finalidad de ocio, recreación, negocios u otro motivo personal, y no es el de ejercer una actividad remunerada en el país visitado. De ahí que esta definición se encuentre más relacionada con el turismo.

El año pasado, los rusos alcanzaron solamente el 6,4% de los viajeros y el 5,1% de los visitantes. Desde esta perspectiva, el turismo procedente de este país se ha convertido en la fuente principal de actividad para el sector cubano. Y aunque alguien pueda pensar que los rublos acaben sustituyendo a los dólares, no parece probable que ocurra así.

En todo caso, hasta el mes de mayo el turismo que llega a la Isla se resiente del clima de la pandemia del COVID-19, y en términos absolutos alcanzó tan solo 88.239 visitantes, lo que representa un descenso del 91% con respecto al año anterior. El desplome es absoluto e indica que, en el corto plazo, el sector turístico cubano está teniendo problemas para recuperar sus niveles de actividad, algo que no ocurre en otros destinos del Caribe, como Cancún o República Dominicana[1], que se muestran más dinámicos.

El turismo procedente de Canadá, que ha sido siempre el más importante en términos absolutos en la Isla, se ha desplomado a solo 2.278 visitantes, el 2,6% del total, cuando el pasado año suponían nada más y nada menos que el 41% del total. La caída relativa del turismo canadiense ha alcanzado el 99,4% de los efectivos del pasado año, lo que supone prácticamente desaparecer de las cifras.

De igual modo, los viajeros procedentes de Estados Unidos tan solo alcanzaron un total de 1.338, el 1,5% del total, e igualmente registraron una caída del 97,4%.

La comunidad cubana en el exterior, de procedencia mayoritaria de Estados Unidos, alcanzó 10.277 visitantes, el 11,6% del total, con un descenso respecto del pasado año de un 90,4%.

Algunos de los principales mercados europeos tampoco ofrecen buenas señales, Alemania descendió un 88,7% sus visitantes, España lo hizo en un 86%, Italia un 95,4% y Francia un 97,2%.

Estos datos apuntan a una tendencia que será especialmente negativa en los próximos meses, no solo porque la pandemia está fuera de control en la Isla, como revelan los últimos datos y ello frenará a los turistas extranjeros, sino porque hasta septiembre el turismo cubano se encuentra inmerso en la estacionalidad baja, que coincide con los meses de verano en el hemisferio norte donde se encuentran competidores muy potentes que atraerán este año al turismo de proximidad.

Los datos indican cuál debe ser la agenda del régimen: concentrarse en el control de la pandemia para su definitiva erradicación, y asegurar el despliegue de actividad a partir de octubre o noviembre cuando comienza la temporada alta del Caribe, y, sobre todo, en el invierno.

La débil entrada de turismo en la Isla correlaciona de forma directa con la menor entrada de divisas y la caída del negocio de los hoteles, restaurantes y demás servicios pertenecientes al conglomerado empresarial estatal de la seguridad del estado y del ejército. Pero, igualmente, está golpeando con dureza al sector privado emergente, que se encuentra relacionado con las actividades turísticas y que no conviene olvidar que es mucho más débil en términos de solvencia financiera y capacidad para sobrellevar la desfavorable coyuntura.

Además, nadie debe tener la menor duda que el primero, el estatal, recibirá la máxima protección del gobierno y salvo incidencias que pueden tener su origen en quebrantos de empresas gestoras internacionales, podrá salvar la actual coyuntura desfavorable. Sin embargo, el emprendedor privado tiene más difícil la supervivencia porque ha visto que el gobierno lo ha abandonado a su suerte, y no canaliza las necesarias ayudas de supervivencia para atravesar esta etapa difícil y compleja que muchos no van a poder llegar al final.

Esto podría suponer que cuando se reanude la actividad del sector, una vez que se deje atrás el actual escenario de crisis provocado por la pandemia, algunos de los pequeños negocios no podrán abrir sus puertas, con lo que ello supondría de concentración de la oferta en los equipamientos estatales. Las ganancias podrían ser muy elevadas para aquellos que aguanten, protegidos por la ayuda estatal, pero el sector perdería buena parte de su riqueza, dinamismo y creatividad, que se encuentra arraigado en el sector emprendedor privado. 

Y sobre todo, perdería miles de puestos de trabajo que los cubanos desempeñan en los negocios de los emprendedores privados, porque reciben mejores salarios y condiciones que en el aburrido sector presupuestado. El sector emprendedor privado del turismo en Cuba necesita mucho más que ayuda financiera para sobrevivir. Necesita libertad económica, derechos de propiedad y capacidad para la toma de decisiones sin injerencias comunistas. ¿Está preparado el régimen para ello?



[1] La República Dominicana recibió hasta el mes de mayo 964.596 visitantes extranjeros, lo que representa un descenso de solo un 12% con respecto a las llegadas registradas en el mismo período de 2020, según datos de la base del Banco Central de República Dominicana

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