Los actores privados de la economía cubana en su laberinto (I)
Elías Amor Bravo economista
La Mesa redonda del pasado martes volvió de nuevo a prestar atención a una de las cuestiones más importantes que preocupan a los cubanos: el desarrollo de la iniciativa privada en la economía de la Isla bajo las modalidades autorizadas de trabajo por cuenta propia, mipymes y cooperativas no agropecuarias. Vaya por delante que eché de menos que Randy Alonso preguntase al ministro y su séquito de acompañantes nada más comenzar el programa, ¿por qué estas figuras solamente, y no todas, como ocurre en cualquier país de economía de mercado? Esa pregunta nadie la respondió, y lo cierto es que su respuesta es esencial para poder continuar.
De nada sirve perfeccionamiento alguno, ni medidas, ni políticas, ni normativas publicadas en las gacetas oficiales, si los cubanos solo pueden ejercer la actividad privada siguiendo las opciones restrictivas e intrusivas que permite el régimen. Eso no es libertad económica, ni libre empresa, ni nada que se le parezca, y el mero hecho de que aparezca como la referencia fundamental, desacredita al gobierno y sus representantes a la hora de explicar nada que tenga que ver con estos procesos.
Aun así, la Mesa redonda estuvo entretenida y sus participantes se limitaron a leer lo publicado el pasado 19 de agosto en la gaceta oficial, para no salirse del guion que en el partido comunista les habían autorizado a decir. Lo cierto es que muchas de las inquietudes de los espectadores se quedaron para otro día. Poco importa. Los dirigentes comunistas del área económica del régimen cumplen yendo a Mesa redonda. Poco les importa el impacto real de lo que están haciendo o diciendo.
Esta entrada del blog se va a dedicar a comentar lo expuesto por el ministro de economía, Alejandro Gil, aunque en posteriores trabajos se prestará atención a lo dicho por la ministra de Trabajo y Seguridad Social Marta Elena Feitó, el viceministro primero de Finanzas y Precios Vladimir Regueiro que sustituía a Meisi Bolaños que no se suele perder estos programas de televisión, y la viceministra de Economía Johana Odriozola.
El ministro de economía empezó diciendo que el asunto “ha sido de gran expectativa dentro de la población”, que ha hecho llegar sus inquietudes al ministerio. No es para menos. Con la economía colapsada y careciendo de prácticamente todo, el pueblo cubano se ha dado cuenta, sobre todo los jóvenes, que la solución no está en esperar del estado lo que no puede ofrecer, y asumir la dirección de la economía desde el sector privado.
El problema es que las expectativas de la población no se cumplan, atendiendo al batiburrillo jurídico voluminoso publicado el pasado 19 de agosto en la gaceta, y por eso, hay muchos cubanos que están pensando que el régimen se ha vuelto a quedar corto en sus promesas, y que no da para más.
Según el ministro, las personas que se han dirigido al ministerio en demanda de información sobre las nuevas medidas hicieron comentarios relativos a “cómo lograr un mayor desarrollo del país y elevar el nivel de vida de la población”. Se lo cree el ministro. Y Randy no le preguntó en este punto, si alguno de los comentarios que le habían llegado planteaba la necesidad de obtener beneficios, acumular capital, decidir libremente con el patrimonio personal y la escabrosa cuestión de los derechos de propiedad privada y las garantías. No, al parecer nadie dijo nada de esto, pero estoy seguro de que, las expectativas de muchos cubanos, esas que se mantienen en silencio por miedo a la represión comunista, son de que vuelvan estos factores a liderar la actividad económica, y que lo hagan cuanto antes.
A partir de este punto, al ministro se le formularon una serie de preguntas como por ejemplo, si se permitirá la inversión extranjera.
Por desgracia, los participantes venían con un guion escrito, de modo que el programa se convirtió en una lectura superficial de los decretos leyes, decretos y en algunos casos, resoluciones, llegando a crear cierta confusión en algunos momentos, a la hora de abordar las cuestiones más destacadas de la nueva normativa que rige la vida de los agentes privados.
Además,
las respuestas en algunos casos fueron hilarantes. En concreto, preguntado si
las mipymes, podrían recibir inversión extranjera, el ministro se salió por la
tangente y se limitó a decir que “para ser socio de una micro, pequeñas y
medianas empresas hay que ser residente permanente en el país”, lo que no guarda
relación con la pregunta y remitió cualquier consideración a la vieja y
obsoleta Ley 118 de Inversión extranjera que, según él, regula esta cuestión.
No es verdad. La Ley no permite al inversor extranjero formalizar acuerdos con
los agentes privados cubanos.
Aunque
el ministro dijera que “no hay ninguna prohibición en el diseño que hemos hecho
para que una mipyme privada o estatal pueda asociarse con la inversión
extranjera y constituir una empresa mixta con capital cubano y capital
extranjero”, lo cierto es que, si la inversión extranjera tiene problemas para
concretar planes con las empresas estatales socialistas propiedad del gobierno,
vale la pena imaginar el valle de lágrimas que será relacionarse con los
agentes privados.
Para
mayor inri, y no dejar nada confuso en este asunto, el ministro acabó diciendo
que las mipymes no se van a poder crear en cualquier actividad que se quiera,
sino solo en aquellas que el régimen prioriza para la economía nacional y con
ello, la inversión extranjera debe saber que tampoco podrá tener esa libertad. El
ministro podrá decir lo que quiera, pero con un marco como el presentado, pocos
inversores extranjeros apostarán por la iniciativa privada. Y los cubanos de la
diáspora, sin garantías, harán mal si colocan un solo centavo en la isla.
Otra
pregunta dirigida al ministro planteó si las mipymes podrían importar y
exportar directamente. Su respuesta fue afirmativa, eso sí, bajo las
condiciones intrusivas y confiscatorias del denominado “modelo Malmierca” que obliga
a los agentes privados a realizar sus operaciones económicas con una entidad
estatal, que actúa como comisionista por mediar en las mismas.
Para el
ministro, como “el comercio exterior es una actividad especializada debemos hacerlo
de la manera más eficiente posible”. Y esa forma eficiente es dejando parte del
negocio obtenido por el productor privado como peaje a las entidades estatales que,
sin hacer nada, o justo lo mínimo, pasan a incrementar sus ingresos con el
importe de las ventas o las compras al exterior. Según el ministro, esto es
eficiente, en sus palabras “el mecanismo más eficiente para el
reaprovisionamiento de estos actores económicos”. Increíble que pueda pensar en
estos términos.
A
continuación, el ministro expuso sus planes para que las empresas sean capaces
de abastecer el mercado interno y tengan conocimiento de la demanda y no deban
esperar a un pedido específico para hacer la gestión de importación. Y señaló
al respecto, “aspiramos a tener un mercado mayorista donde todas las formas
económicas, tanto estatales como no estatales pueden adquirir sus insumos y que
la importación se haga con un carácter más de abastecimiento de mercado y no
por encargo puntual”. Otra cosa es que el entramado estatal de entidades pueda
conseguir este objetivo. Desde luego, si esta actividad fuera toda privada, no
habría problema, como ocurre en todos los países del mundo.
Otra pregunta formulada al ministro, ¿por qué el no a las mipymes de servicios profesionales? El ministro desmintió la cuestión, para acabar creando cierta confusión en este asunto, y dijo que “se quiere aprovechar todo el conocimiento creado en el país y habrá empresas no estatales con una fuerte base tecnológica que están integradas por profesionales. Puede haber abogados, agrónomos, ingenieros, etc. en una mipyme”. La cuestión es cómo van a estar. Y aquí vino la confusión.
El
ministro explicó a continuación que lo que no está permitido son las
actividades que se dediquen solo a servicios profesionales, sin embargo, están
permitido que los informáticos, el médico veterinario para los animales
domésticos, el tenedor de libros para la actividad de contabilidad forme parte
de las mipymes. Entonces, ¿piensa el ministro, tal vez en mipymes integradas
por diferentes profesionales de estas actividades que formen un “pool de
servicios? No lo creo. La impresión es que anda un poco por las ramas, cuando afirma
que se quieren mipymes con una alta base tecnológica, con un carácter
profesional y que generen valor agregado. Y esto, ¿Cómo lo aspira a conseguir?
En este
punto, pasó por encima de una cuestión importante que es el caso de los que en
la actualidad ejercen el trabajo por cuenta propia, y pasan a mipyme o
cooperativa no agropecuaria. Si esta fuera la opción, deberán ajustar su
modelo de gestión a lo que más factible le sea pues este no tiene que ver con
la actividad, y añadió al respecto, “hemos venido trabajando para lograr la
mayor similitud entre las facultades en el sector estatal y no estatal”. Otro
factor más para no realizar la transformación del trabajo por cuenta propia a
la mipyme.
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