Tras los apagones eléctricos, ¿qué puede venir?

Elías Amor Bravo economista

Una de cal y otra de arena. Es lo que pasa cuando se intenta justificar lo imposible. Durante 62 años los cubanos han tenido que acostumbrarse a convivir con apagones, que se producen cuando menos se esperan. Ya en los años 60 recuerdo que cuando se iba la luz, las familias no tenían más remedio que reunirse en los portales con los quinqués a la espera de algo que se acababa convirtiendo en un infortunio más en aquel mundo que los comunistas iban destruyendo paso a paso. La diferencia de aquel entonces con lo que ocurre ahora es que la Unión Eléctrica al menos da explicaciones, pero insisto, nunca acierta, el problema subsiste y los cubanos siguen esperando a ver si las cosas cambian de una vez por todas.

Los argumentos que utilizan los comunistas para explicar los apagones son de lo más variados.

¿Cómo explican los comunistas los apagones? Lo atribuyen a:

1.- Las circunstancias económicas del momento y el esfuerzo que se hace por mantener la electricidad.

2.- La necesidad de comprar los combustibles necesarios en el exterior, donde no hay crédito (porque no se paga, añado yo). Con los precios actuales del mercado y por las primas establecidas el combustible sale mucho más caro que como se oferta en el mercado internacional. Y ¿qué pasa con el crudo procedente de Venezuela?

3.- El bloqueo económico. Esto es lo mismo de siempre.

4.- Las características del parque de generación del país, con un 40,6% de sus capacidades en las termoeléctricas instaladas, el 21,7% a motores a fuel oil, mientras el 21,9% está en motores a diésel, estas dos últimas tecnologías pertenecientes a los emplazamientos de la generación distribuida (grupos electrógenos) instalados en todas las provincias del país, y que se destinan a atender los picos y demandas ante contingencias.

Las ocho centrales termoeléctricas con 20 bloques en operación constituyen la generación base del sistema eléctrico. La vida útil de una termoeléctrica está entre 30 y 35 años. En Cuba, excepto los dos bloques de Felton, que llevan 25 y 21 años sincronizados, los demás tienen más de 30 años de explotación, y siete de ellos acumulan más de 40 años operando. ¿Es que nadie ha pensado nunca en estas cosas y la necesidad de modificar un parque de generación obsoleto y no sostenible?

5.- Escasos recursos financieros disponibles en la Isla para ser destinados a la generación de electricidad, porque hay que atender otras muchas necesidades, como comprar medicinas y alimentos. El déficit del presupuesto estatal no puede con todo.

6.- La elevada composición de azufre del crudo cubano y sus ciclos de mantenimiento, con mayor tiempo entre las paradas, para evitar la corrosión del ácido sulfúrico en el interior de las calderas.  Mantenimientos que son obligatorios, al menos una vez al año, lo que implica un elevado número de días de parada desde los 100 días a los 8 meses. Ello sin tener en cuenta el coste de estos mantenimientos, estimado entre 40 y 80 millones de dólares. Consecuencia, la baja disponibilidad de generación está relacionada fundamentalmente con el mantenimiento que no ha podido ejecutarse a las centrales termoeléctricas.

7.- A ello se añade, en los mantenimientos, la falta de materiales y piezas de repuesto para acometer las reparaciones con toda la profundidad que requieren, o la ausencia de tecnologías y asesoramiento extranjero. Además, los retrasos en la terminación y entrada de los bloques de Renté 5 (concluido en febrero), Felton 1 (planificado para abril, y concluido en julio) y Mariel 6 (se está concluyendo en septiembre), también inciden en la generación.

De modo que cuando la disponibilidad de la generación no cubre la demanda hay que afectar el servicio para poder mantener una reserva que permita garantizar la estabilidad del sistema y los requerimientos de seguridad en la operación del mismo. Este es el origen de los apagones a lo que se añade la necesidad de mantener una potencia de reserva que permita satisfacer la demanda, unos 500 megawatts para poder cubrir contingencias o el propio mantenimiento de las instalaciones.

Soluciones que se han planteado:

1.- Diseño de un programa de mantenimiento escalonado en las termoeléctricas, pues todos los bloques no pueden salir al mismo tiempo del sistema nacional y, además, no se cuenta con los recursos para ejecutarlos al mismo tiempo.

2.- Financiación para la UNE para recuperar 608 megawatts antes de fin de año.

3.- Buscar alternativas que sustituyan importaciones y abaraten los costos de inversión específicamente para montar en motores de los bloques.

4.- Si los apagones responden a una realidad que es que la demanda de corriente por día supera la potencia con la que se trabaja, otra solución es el ahorro, apagar los circuitos, lo que en definitiva es más apagones, rotatorios y por provincias, entre cuatro y seis horas.

Mientras tanto, los cubanos observan que tan pronto como las líneas de transferencia de energía eléctrica afectadas en una determinada noche se restablecen, vuelven los apagones por otro sitio al cabo de un tiempo.  Esto viene motivado por la capacidad de transferencia de potencia entre la zona oriental y la centroccidental del país, una solución de las autoridades para repartir la escasez entre iodos.

De nada sirve incorporar varias unidades generadoras que se habían desconectado en la zona oriental, cuando se produjo la interrupción con las limitaciones ya conocidas que se traducen en más afectaciones al servicio. Apagones habrá, eso es seguro, pero ahora el régimen quiere ir minimizando su impacto y moviéndolos por el país.

El reparto de la miseria es una política comunista que se aplica a la electricidad, pero también a la producción de alimentos, de manufacturas o servicios de todo tipo. Es la clave del modelo económico y social que impera en la constitución de 2019 y que ha estado funcionando durante 62 años. El modelo que el 11-J los cubanos pidieron que llegase a su fin. La escasez estructural de la oferta en la economía cubana provocada por el régimen comunista está en el origen de estas prácticas que, en el caso de la electricidad, son apagones, pero que en la venta de malanga son los precios topados que acaban haciendo desaparecer el tubérculo de los mercados.

Las soluciones comunistas no sirven porque ninguna va a al origen del problema. Tan solo hay que dar una vuelta por los países del Caribe y observar que los apagones, como en Cuba, son inexistentes. Incluso en aquellos de menor nivel de desarrollo. Los apagones existen porque la producción de electricidad es insuficiente, porque las decisiones no dependen de los precios, sino de monopolios que toman decisiones políticas por un planificador central que se considera con un conocimiento superior al resto de los agentes económicos. Este es el origen del problema y mientras no se avance en la libertad económica, no hay solución. Los apagones van a seguir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Muy deficientes resultados en la construcción de viviendas en el primer semestre

La bancarización ha quedado aparcada, otro experimento más a la basura

El Banco Central de Cuba como instrumento represor del régimen