Marrero y la mensajería: un pulso perdido con los comunistas

Elías Amor Bravo economista

Los comunistas ortodoxos le han vuelto a ganar el pulso a Marrero, representante de los militares con poderes económicos en el gobierno de Díaz Canel.

Esta vez ha sido con la paquetería exprés, pero podría ser con cualquier otra cosa. Al final es lo que tienen los pulsos, una veces gana uno, y otras, cualquier otro. El propio Marrero lo dijo en sus declaraciones recogidas en Cubadebate “salvo decisiones que pongan en peligro la seguridad del país, todos los cambios para mejorar y  por el beneficio de la población son viables”. ¿Seguro?

En Cubadebate identificaron este razonamiento, con un “aquí todo es posible” si se trata de funcionar mejor, pero creo sinceramente que el mensaje es distinto, y se parece más a un “sálvese quien pueda”, de última hora, presagio de la inseguridad que tiene el gobierno comunista sobre el acontecer en la Isla en los próximos meses. Ellos, ya se sabe, tienen más información, así que cuando el río sueña, es que agua lleva.

El caso es que Marrero giró una visita el jueves a cuatro agencias de La Habana que se dedican a la paquetería exprés, es decir, la recepción y distribución de la paquetería que llega a la Isla por las vías aérea o marítima, procedente de otras naciones y destinada a las personas naturales. Una actividad que resulta esencial en estos momentos en que los cubanos tienen que recurrir al exterior porque la oferta interna de bienes y servicios de todo tipo se encuentra paralizada como consecuencia de las medidas adoptadas por la Tarea Ordenamiento, de las que el régimen no sabe como salir.

El caso es que los comunistas ortodoxos han ganado este pulso a Marrero porque las cuatro agencias que fueron objetivo de la visita son todas empresas estatales, dependientes a su vez de otras o de consorcios del sector presupuestado. La Empresa Aerovaradero S.A., la Empresa de Mensajería y Cambio Internacional del Grupo Empresarial Correos de Cuba, el Centro de Agrupe y Desagrupe de la Empresa Transcargo, así como la División Cubapack, perteneciente a la Corporación Cimex. Cuatro estancos estatales para atender una demanda en aumento.¿ A qué viene este desembarco estatal en la paquetería exprés?

En todos los países del mundo, el negocio de la mensajería y la paquetería exprés es de propiedad y gestión privada. En muchos casos, el servicio es prestado por autónomos, la figura del trabajo por cuenta propia en la Cuba comunista. Nadie apuesta por el estado en este tipo de actividades, salvo la excepción de los servicios de correos y envíos postales que, todavía sigue dependiendo del estado en algunos países mientras que en otros se avanza rápido hacia la privatización de esta actividad.

Marrero lo sabe, porque él ha viajado por medio mundo. Y es consciente de que la calidad del servicio al cliente, o la mayor rapidez posible en la entrega de los envíos a sus destinatarios es un logro de estas empresas privadas que, curiosamente, no requieren una gran cantidad de capital sino que basan su éxito en disponer de buenas comunicaciones informáticas y acceso a las redes donde los clientes formalizan sus operaciones. En Cuba, ni por asomo. La idea es que estas entidades “autorizadas” estén bajo un control absoluto de la jerarquía comunista estatal y local, y que la motivación por el beneficio o la rentabilidad, pasen a un segundo plano. En pocos meses, estarán funcionando mal, si no lo hacen ya.

Insisto que la clave de estos negocios no está en la informatización de los procesos, como dijo Marrero, sino en la digitalización, que es un estadio más avanzado en la carreta tecnológica por el que Cuba aún no transita, pero que es esencial para abordar este tipo de procesos y servicios (y si no, que le pregunten a Bezos). 

El primer ministro, durante su visita, lanzó una advertencia a los responsables de estas agencias, insistiendo en la necesidad del control. En su opinión, “cuando no hay control es como si se trabajase a ciegas, las metas deben estar bien definidas y además ser medibles”. Parece increíble que un dirigente que se define como comunista, diga estas cosas ante los trabajadores.

Hay cosas en la economía cubana que no pueden funcionar. El modelo económico lo impide. Y este puede ser un  buen ejemplo. Ante el incremento de actividad de la paquetería, que irá a más, porque atiende unas necesidades que la producción nacional no logra, el gobierno interviene en la actividad de forma directa y en vez de destrabar, liberalizar y privatizar a los agentes económicos el negocio, lo somete a control directo del Ministerio del ramo. El modelo consiste en parasitar los centros de actividad económica, donde se formalizan las transacciones, desde la jerarquía del régimen comunista. Un modelo que no ha funcionado en 62 años, pero que los comunistas se empeñan en poner en marcha una y otra vez. La gestión estatal no está para este tipo de cosas.

¿Saben ustedes que va a ocurrir? Fácil de anticipar. En poco tiempo, los pedidos tardarán demasiados días en llegar, o sufrirán daños en los procesos de tramitación, e incluso, algunas de las agencias, inmersas en una tarea de reorganización para hacer frente a la informatización, acabarán tirando los trastos y volviendo a la actividad manual, con la pérdida de recursos invertidos. Ni los que remiten ni los que reciben estarán a gusto con el servicio, y la rentabilidad irá en descenso, aunque esta es una cuestión que no preocupa al régimen, siempre dispuesto a echar mano del gasto público con subsidios para financiar la ineficiencia.

Nadie saldrá ganando y todos acabarán perdiendo, por no privatizar un sector que en todos los países de mundo lo es, y que funciona de manera razonable aportando empleo, crecimiento económico y bienestar a la sociedad. En Cuba, los comunistas no priorizan estos objetivos porque están en otra idea, como fortalecer la empresa estatal, perseguir la riqueza y la prosperidad, crear trabas al sistema económico para impedir su desenvolvimiento normal, y sobre todo, las economías de escala de las actividades productivas. Este ejemplo de la paquetería, la mensajería y las transitarias es bueno para someterlo a una reflexión.

Marrero llegó incluso a afirmar sus dudas con respecto a las limitaciones de las transitarias, cuando explicó que “no estaban preparadas desde el punto de vista logístico, en materia de sistemas, de almacenes, de transportación, para una concentración tan grande de mercancías”. Si su gobierno lo hubiera querido, las transitarias podrían haber estado más que preparadas  para asumir sus funciones. 

Debería tener en cuenta que, si realmente falta iniciativa, es porque a nadie con capacidades para dirigir y emprender, le gusta ser el chico de los recados o el empleado del estado de 8 a 15 horas. Hay una motivación en la actividad privada que hace que las cosas funcionen bien y de forma eficiente, que en Cuba no se consigue por ese empeño en dar prioridad al estado, por encima de todas las cosas. Marrero sabe que lo privado es mucho más eficiente, pero el pulso lo ha perdido con los comunistas.  El sector privado ha vuelto a ser excluido de una actividad económica en la que es mucho más eficiente que el estatal. Los que salen perdiendo, son los cubanos.

 

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