¿Llegará la sangre al río?

Elías Amor Bravo, economista

La decisión del gobierno de EEUU de sancionar al general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, exyerno de Raúl Castro y administrador principal del conglomerado empresarial de los militares Grupo de Administración Empresarial, S.A. (GAESA), supone un punto de inflexión en la política que viene desplegando el Departamento del Tesoro para dar mayor poder al pueblo cubano.

En virtud de la sanción acordada, los bienes y las cuentas bancarias del general castrista en EEUU quedan congelados bajo el control de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) así como la prohibición de expedición de visado a título personal y familiares. Por medio de esta acción, Estados Unidos refuerza su compromiso de poner fin a prácticas económicas que benefician de manera desproporcionada al gobierno cubano o sus agencias militares, de inteligencia y de seguridad, a expensas del pueblo cubano y venezolano.

Hasta ahora, la política de la Administración de EEUU consistía en imponer sanciones y prohibiciones hacia empresas que, por motivos objetivos, se suponía que formaban parte del conglomerado de negocios del ejército y la seguridad del estado. Una de ellas, precisamente, era GAESA que, como brazo económico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, gestiona más de 50 empresas en los sectores abiertos y competitivos de la economía, como turismo, remesas, banca, y tiendas y mercados en divisas, inmobiliarias, gasolineras, empresas de importación y exportación, navieras, empresas de construcción y almacenes.

La sanción ahora se dirige a uno de los hombres más poderosos del régimen comunista de Cuba, que posee una posición económica privilegiada gracias a los vínculos familiares y personales. Al respecto, Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU informó de la sanción contra López-Callejas en Twitter, y recordó que GAESA es un conglomerado de empresas del ejército cubano que "ayuda a financiar la opresión del régimen en Cuba y la interferencia en Venezuela”, y que la sanción al presidente de esta entidad “reducirá la capacidad del régimen para reprimir a su propio pueblo".

López-Callejas, de 60 años, es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y con frecuencia participa en las delegaciones del gobierno de La Habana en visitas comerciales a países como Rusia, China, México y el Reino Unido, con unas funciones desconocidas, pero a las que, en cualquier caso, se otorga un alto valor y significado económico. La sanción directa de Estados Unidos a uno de los jerarcas del régimen es una apuesta inteligente para cercar a los poderosos que se han adueñado de la economía cubana gracias a la protección de la intervención estatal.

López-Callejas es la cúpula del poder, por sus vínculos familiares y la fortuna que posee. Llegar a él, directamente por medio de sanciones, es una actuación valiente que merece ser tenida en cuenta. Además, esta medida no debería quedar aislada, sino que se debe garantizar su continuidad con otras, mediante las correspondientes investigaciones a otros jerarcas del castrismo. Si esa clase económica dirigente, que posee estrechos e inconfesables lazos con EEUU, se ve cercada en sus patrimonios personales, no dudará en cambiar de modo de actuación. La jerarquía y la obediencia para estos millonarios comunistas llega hasta el punto en que sus riquezas son intervenidos.

Además, no es mala cosa que prueben su misma medicina. Hace 61 años, el régimen comunista, el mismo que dirige los destinos de la isla actualmente, confiscó y expropió el patrimonio, a varios centenares de miles de cubanos, sin motivo aparente, salvo implantar una ideología que ha resultado un rotundo fracaso. La historia se repite, en este caso con López-Callejas, pero debe continuar con otros en su misma situación.

El pulso que el gobierno de EEUU está planteando en este momento al gobierno cubano adquiere así una nueva dimensión, posiblemente mucho más efectiva que actuaciones anteriores. El objetivo de empoderar al pueblo cubano también se puede lograr cercando el patrimonio de los jerarcas económicos, sin dañar así las interdependencias que se generan en la economía entre lo estatal y no estatal.

Es importante que continúen las sanciones a personas, y no a empresas, porque estas últimas acaban siendo lesivas para la mayoría de la población. Es de desear que las nuevas medidas dirigidas a que el sector privado cubano aumente su actividad e independencia del gobierno, continúen bajo este enfoque personal. De ese modo, se consigue que las personas que están al frente del conglomerado militar y de seguridad del estado no saquen beneficio de las relaciones económicas y comerciales con EEUU, y al mismo tiempo, no se dañe la estructura productiva privada que se quiere fortalecer.

Si las sanciones a jerarcas se mantienen, y estos ven peligrar sus posiciones económicas y de poder, dejarán de pensar en el gobierno comunista como garantía de sus privilegios, y podrán igualmente, poner distancia, e iniciar una ruptura que debería servir para ir desmantelando el sistema.

No es fácil para el gobierno comunista reemplazar a esta clase privilegiada que se ha beneficiado durante décadas de importantes ganancias económicas a costa de la posición de cercanía que mantienen con el monopolio estatal y el control económico.

Tampoco será fácil para el pueblo cubano conocer el enorme capital y fortuna personal acumulado por estos jerarcas cuando la información oportunamente se de a conocer a los medios. Por estos motivos, la acción de las sanciones contra personas, y no contra empresas, debería continuar generando un sálvese quién pueda, que podría dejar al régimen sin la base económica que le garantiza su continuidad.

De ese modo, el fracaso más que evidente de la política económica cubana se encarrilaría hacia el futuro, con la deserción de jerarcas que tratarían de salvar lo máximo posible de sus patrimonios, en momentos en que se avecinan sanciones directas y personales. Que esto pueda empoderar al pueblo cubano, puede ser una cuestión a debatir, pero de lo que no cabe duda es que la sólida estructura que cimenta el régimen, se resquebrajaría y las consecuencias, pueden ser imprevisibles.

De momento, si esta clase empresarial vinculada a los intereses económicos del ejército y la seguridad del estado se derrumba, el único poder que quedará en Cuba será la ortodoxia comunista del partido, la reserva ideológica del régimen empeñada en recentralizar y mantener el viejo sistema heredado de los tiempos de Fidel Castro. Si este grupo político resulta vencedor y se queda con todo el poder en Cuba, el destino de la isla, cuanto menos, puede quedar comprometido para varias generaciones, a partir de una consolidación de la estructura comunista que ha sido un fracaso para la nación. La amenaza es grande. Nunca se sabe qué puede salir peor.


Comentarios

  1. Es importante eso que dice de que las sanciones sean a personas y no a empresas , porque se puede terminar confundiendoa las victimas con los victimarios , el pueblo es el último eslabón ,y cómo usted dice que mediante esas medidas hacer que el sector privado tengan más oportunidades de negocios

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