Acercando a Cuba a la globalización: fracaso a la vista
Elias Amor Bravo, economista
Que a los dirigentes comunistas cubanos
les preocupa el frente exterior de la economía, es algo incuestionable. Desde
marzo, no entran a la isla las divisas del turismo, ni los beneficios del
petróleo venezolano y la parálisis de las cadenas de valor ha frenado bruscamente
las inversiones y las exportaciones. La caja está vacía y solo se cubre con
alguna ayuda suelta de algún amigo filo comunista, o por las remesas que envían
las familias residentes en el exterior. Ta ni se pagan los intereses del préstamo del Club de París. La economía está colapsada, sin ideas ni proyectos. El país está muy cerca del default, si no lo está ya. Hasta el negocio de la venta de
médicos, se ha venido abajo. Nadie sabe por qué.
Por esa obligada focalización en los asuntos económicos
externos, han coincidido en la edición de Granma dos noticias que, aparentemente
no guardan relación entre sí, pero solo en apariencia, ya que están muy
relacionadas.
De un lado, el primer ministro cubano, Marrero
encabezó una reunión de trabajo para ajustar detalles sobre el reinicio de las
operaciones aéreas hacia la Isla desde Europa, suspendidas meses atrás por la
pandemia de la COVID-19.Este encuentro se produjo durante el marco de una
visita de agentes de viaje alemanes para comprobar in situ la vitalidad del
turismo cubano. Alemania, donde la pandemia está desatada con cifras alarmantes
que han llegado a plantean posibles confinamientos de la población, se presenta
ante los dirigente comunistas como una opción para el turismo. Hay que ver.
Tanto el presidente de la aerolínea
alemana Cóndor, como los representantes de los principales turoperadores alemanes
que asistieron a la reunión saben bien que Merkel no se anda con boberías, y que
si tiene que cerrar, lo hará. Los turistas alemanes, uno de los mercados más
potentes del mundo, tienden a preferir la proximidad en sus planes de vacaciones,
y antes de Cuba, está Canarias, altamente competitiva en las actuales condiciones del mercado turístico, que ha construido un pasillo de seguridad europeo para
potenciar el turismo.
La vitalidad del turismo cubano y el posible reinicio de las operaciones estará condicionado por la dinámica de la pandemia en Alemania, pero también por los resultados en la isla. Marrero, que durante mucho tiempo estuvo al frente del turismo cubano, con los resultados de todos conocidos, sabe que la promoción de este negocio no depende del atractivo de potenciales eslóganes, como “Cuba, destino seguro”, sino de conseguir captar el interés de la demanda y promocionar su continuidad en el tiempo.
El turismo cubano, excesivamente
dependiente de decisiones políticas, se convierte en un problema en el
escenario actual, porque los gestores hoteleros pueden abandonar la isla en
cualquier momento, si no consiguen resistir el hundimiento de la demanda.
Precipitarse en estos casos, no es un buen consejo. Los expertos sostienen que
el turismo tiene dos años largos muy malos por delante, como consecuencia de la
pandemia, y ya se verá cuál es la evolución del mismo en Cuba. Nada favorable,
seguro.
Ese Plan de reactivación de los
servicios turísticos post COVID-19, elaborado con tanta celeridad por Marrero y
el Ministerio de Turismo, sin tener en cuenta al sector emprendedor privado que
lucha por su supervivencia, tiene escaso recorrido, y no es invitando a
tour operadores, como se sale de la crisis. Deberían saberlo.
Mientras Marrero se deshacía en cumplimientos
con la delegación germana, el ministro Malmierca inauguraba, no se sabe bien cuántas veces más lo ha hecho este año, la Ventanilla Única de Inversión Extranjera (Vuinex), con la
que dicen que ya se habían gestionado más de 130 trámites y encaminado cerca de 50
intereses de potenciales inversionistas, relacionados con los sectores de la
industria, la construcción, el transporte, las fuentes renovables de energía y
la producción de alimentos.
La Vuinex fue creada para promover
las oportunidades de negocios y facilitar su concreción, atraer capital extranjero y dinamizar el crecimiento de la economía en
Cuba. Para ello, en los próximos días pondrá en fase de prueba, una plataforma
informática para que los procesos se realicen a través de internet. La
Vuinex quiere acortar los plazos para la aprobación de los permisos y
autorizaciones de modo que los inversores se encuentren ante una gestión eficaz
y rápida de sus proyectos.
¿Lo logrará? Mucho me temo que no. El entorno económico mundial ha cambiado por culpa del COVID19. Tal vez Malmierca no lo sepa. Sus asesores quizás tampoco se han enterado, estudiando los informes publicados por los organismos internacionales así como empresas de consultoría que los publican en abierto. Nada es igual, y avanzar con instrumentos que pudieron ser eficaces antes del mes de marzo, no lleva a ningún sitio. En vez de anunciar que se eliminan trabas, el capital internacional se mueve en otra direcciones. La selección del socio país se enlaza con nuevas tecnologías, potencial de mercados y capacidades potenciales que, por desgracia, Cuba no tiene. La Vuinex de Malmierca es un gasto superfluo que no va a ningún sitio.
La obsesión del gobierno comunista cubano por el frente externo de la economía, incluido el ordenamiento monetario, que quiere fijar la posición internacional de CUP por vez primera en décadas, indica que el castrismo trata de mover fichas para acercar a la isla a la globalización. No es una estrategia equivocada, lo que ocurre es que, a estas alturas de la historia, posiblemente está desenfocada y habría que plantearla en otros términos. Que aprendan de los vietnamitas.
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