Desinflar la inflación y.... poner la economía a funcionar
Elías Amor Bravo
Los mismos que han llevado a la economía cubana al desastre, con una de las tasas de inflación más elevadas y vergonzosas del mundo, ahora quieren exculparse, y como ocurre siempre en el régimen castrista, los males son responsabilidad de otros. La revolución nunca falla. Es infalible. Este mensaje se deprende de un artículo en Granma titulado “¿Cómo se infla la inflación?” que parece escrito por Murillo o alguno de sus asesores.
El artículo es una mezcla de descripción costumbrista y de búsqueda hilarante de justificaciones para acabar asumiendo la realidad de un fenómeno, la inflación, que está ahí, empobrece día a día a los cubanos, crea notables desigualdades sociales, y contra el que solo se plantean actuaciones demagógicas y populistas, que no van a dar resultado alguno.
Los datos que se ofrecen no dejan lugar a dudas. Curioso, en el artículo se citan las tasas de inflación del mercado informal, que Murillo anunció antes de su cese político, en un 6.900% o la del crecimiento de los precios de las entidades estatales en un 222 %. Pero en realidad, la tasa de inflación del IPC es la que más alarma a la población, un 66,3% hasta octubre, con los transportes viendo crecer sus precios un 170% o los alimentos, un 94%.
Precios desorbitados provocados por el empecinamiento de los dirigentes comunistas en aplicar un programa de política económica que se ha mostrado inútil, contradictorio e ineficiente, la Tarea Ordenamiento, que nada más provocar sus primeros efectos negativos sobre la población debió ser suspendida de forma inmediata. Pero no, había que demostrar al mundo que las órdenes de los comunistas en Cuba se cumplen, al coste que se sea, y de ese modo, la inflación que había cerrado 2020 con un 18,5% se disparó a las cifras actuales, sin que se observen mejoras en el nivel y su crecimiento.
Ahora todo el mundo recuerda a Murillo cuando en diciembre de 2020, muy cerca del llamado día cero, decía que en la Tarea Ordenamiento iban a concurrir tres fenómenos: déficit de oferta, incremento de los ingresos y aumento de los costos. Y así como buen malabar de la planificación económica central, Murillo consideraba que “si los precios del sector estatal se elevaban 1,5 veces y los de las formas no estatales lo hacían hasta tres, el aumento de forma general sería de 1,6 veces!. Y después, continuando con los supuestos hilarantes del plan, “si el salario crecía 4,9 veces y los precios 1,6, queda perfecto para el incremento salarial que hicimos”.
Y claro, como ha venido ocurriendo durante 62 años, el plan se equivocó y los resultados reales de la economía fueron muy distintos. Ninguna de las previsiones de ingresos o de déficit de oferta se cumplieron, pero sí que los costes se dispararon. No podía ser de otro modo, con una subida salarial inoportuna y mal diseñada y una devaluación del peso del 2.300% de las más elevadas de la historia. De modo que el resultado de la Tarea Ordenamiento fue más inflación y descontrol económico, exigiendo al régimen más gasto y más déficit con la economía paralizada y sin ingresos del exterior.
Por ello, uno de los hechos más significativos fue que los precios en el sector estatal fueron los primeros en superar los límites diseñados (tarifas eléctricas, de agua, de gas, servicios públicos en general) provocando con ello una reacción en cadena del resto de los precios de la economía, muchos de ellos bajo control del régimen. Todavía en aquel momento cabría dar marcha atrás y tal vez los problemas no habría sido tan graves.
Pero no. Los comunistas no entendieron razones y así tras una serie de reuniones con los sectores más afectados, las medidas continuaron, si bien descafeinadas en muchos casos, relajando algunas de las decisiones que más daño habrían provocado, lo que trajo consigo el aumento del gasto y del déficit, que vía expansión monetaria, contribuyeron a alimentar más aún la inflación subyacente de la economía. Por ello, los acuerdos sirvieron de bien poco y los precios mayoristas y minoristas, se dispararon al alza, sin remedio. El malestar social estaba servido.
Tras la aprobación de la Tarea Ordenamiento en el congreso comunista de mayo, la actualidad de esta política económica entró en una vía muerta, de la que cada vez se hablaba menos, pero sus efectos seguían causando quebrantos a los actores económicos y paralizando los procesos de recuperación de la economía. Ahora se ha sabido que el primer trimestre el PIB registró una caída del 13,9% y los aumentos del segundo 7,9% y del tercero 1,4% confirman que los efectos de la Tarea Ordenamiento han restado capacidad a la economía para rebotar desde el hundimiento de la crisis por la pandemia y con ello la economía cubana se retrasa respecto de otras de América Latina en la recuperación. A resultas de todo ello, Murillo fue la víctima propiciatoria del régimen, y enviado a un destino dorado en Tabacuba, se limitó a despedirse sin asumir ni una sola responsabilidad.
Y ahora viene la cuestión, ¿Qué hacer para luchar contra la inflación?
La respuesta la tiene el régimen con su poder absoluto sobre el sector estatal, que es donde la inflación sigue causando estragos. Un poder fallido y que acrecienta el daño de los males.
Para empezar hay que poner fin al descontrol monetario que tiene su origen en la financiación del agujero de las cuentas públicas por medio de bonos soberanos colocados en los bancos. Como consecuencia de ello, Cuba tiene un 120% del PIB en forma de oferta monetaria, ese exceso de liquidez tiene que se corregido cuanto antes para que no se siga alimentando la inflación. Y la solución es fiscal y de responsabilidad en el manejo del presupuesto.
Los siguiente es producir más. De todo. Alimentos, por supuesto, pero también manufacturas, bienes intermedios, viviendas, servicios, etc. Hay que producir de todo, la maquinaria productiva debe salir de la parálisis que la afecta desde el segundo semestre de 2019 cuando empezaron a menguar los suministros de petróleo de Venezuela, origen de la grave crisis de oferta de la nación. Las arcas del estado están vacías, no solo de 700 millones de dólares que no se han podido captar en 2021, sino los 2.400 del 2020, que han provocado una grave crisis de desabastecimiento, que se tiene que corregir para que los precios pierdan su actual tensión al alza.
Y aquí vienen las falsedades. En contra de lo que dice el artículo de Granma, a estas alturas de la fiesta culpar a los salarios o el encarecimiento de las materias primas de la actual inflación es una maldad que no viene a cuento. Pudo ser el origen del proceso inflacionista, y de ello no hay dudas, pero en este momento, casi un año después, los salarios han perdido su fuerza y los cubanos se encuentran que el aumento experimentado se ha quedado en nada, por la pérdida de poder adquisitivo. En todo caso, el salario es menos importante que el coste unitario del trabajo a la hora de medir el impacto de la inflación, y esta variable ha sido completamente descuidada en las empresas estatales, que como se ha dicho, son las que promueven el aumento de precios.
A ello hay que añadir el problema del tipo de cambio. La devaluación del peso incluida en la Tarea Ordenamiento no solo ha sido un fracaso, es que el objetivo de unificación monetaria se ha pervertido y de la circulación del CUP y CUC , se ha pasado a la coexistencia del CUP con la MLC por la que luchan los cubanos en los mercados informales a unos cambios muy inferiores a los oficiales, ante la parsimonia de las autoridades que siguen sin tomar medidas en este ámbito financiero y monetario. Las expectativas de inflación son alcistas, y ello afecta más aun el comportamiento de los precios a medio plazo.
Al final, hay inflación porque el régimen mantiene la economía trabada, embargada, sometida a directrices que frenan sus potencialidades de crecimiento, que las tiene. Hay inflación porque en vez de construir un gran mercado nacional para que las empresas y los agentes económicos logren sus economías de escala produciendo a los costes unitarios mínimos se apuesta por la fragmentación del territorio, promoviendo acciones de desarrollo local que rompen con el potencial de las empresas. Hay inflación porque no se pagan las deudas externas con los acreedores, y ello impide acudir a los mercados internacionales en busca de financiación. Hay inflación por una pésima gestión de la política económica.
En fin, no hay que ir muy lejos para diagnosticar el problema que afecta a los cubanos y que irá a más, porque el régimen no quiere adoptar las medidas necesarias para corregir el aumento de precios que pasa por la libertad económica y la extensión del mercado como instrumento de asignación de recursos. Si algo sabemos los economistas es que el mercado tiene mucho más éxito que cualquier otra entidad en la definición de un equilibrio entre la oferta y la demanda, satisfaciendo las necesidades por medio de un intercambio beneficioso para todos. En Cuba, garantizar este mecanismo ayudaría y mucho a corregir la inflación.
Lo que no puede servir es que se permita a unos actores económicos operar de este modo, y a otros se les mantenga bajo control de precios. Esto no lleva a ningún sitio, porque los precios de los productos de la canasta normada también han aumentado, pero el coste de mantenerlos estables supone una financiación superior a 48.000 millones de pesos que se tiene que Pero esta tendencia está asociada al sector no estatal y al estatal. El economista Leonardo Ojeda Mena asegura que en la actualidad no se limita a una forma de gestión determinada: «Muchas empresas estatales han querido resolver el problema de la eficiencia con los precios, aprovechando la facultad que se les ha dado de fijarlos», considera Ojeda Mena.
Y aquí viene otra diferencia con Granma. Los autores del artículo concluyen que controlar los precios, no resulta sencillo en el contexto actual y lo justifican diciendo que “el retorno de manera gradual del país a la normalidad, tras largos meses de pandemia, constituye un paso importante, pero ya se sabe que no existen fórmulas mágicas para una economía que ha estado en recesión durante los últimos dos años, con la asfixia sostenida del bloqueo”.
Dejando de lado el eterno bloqueo, este es un momento excepcional para matar dos pájaros de un tiro y resolver la inflación aplicando reformas estructurales que necesita la economía para prosperar y que, en absoluto, pasan por dar un papel más activo a los gobiernos locales, ni a los gobiernos de cualquier nivel, sino a los actores económicos privados que deben ser el auténtico eje de la economía.
Si lo que van a hacer es perseguir, auditar, vigilar, controlar y reprimir a los actores económicos, como se desprende del artículo, olvídense de cualquier mejoría de la inflación y vayan asumiendo que lo peor aún está por llegar. No se resuelve la inflación por medio de más control sobre los precios, sino justo lo contrario, más libertad para que oferta y demanda se encarguen. 62 años de doctrinas económicas frustradas son muchos años. Llega el momento de cambiar, una auténtica oportunidad histórica para dejar atrás la miseria y la pobreza comunista. Con ello se resolverían todos los problemas.
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