Hablando de economía, un domingo cualquiera (y 3ª)
Elías Amor Bravo economista
Si se tratase de resumir con una sola idea todo el trabajo realizado por los diputados de la Asamblea Nacional en la comisión de asuntos económicos, y además un domingo, la respuesta es clara: perder el tiempo. Sinceramente, lo mejor que podrían haber hecho es pasar el día de descanso semanal con sus familias, en vez de escribir y, escribir en esas libretas, lo que da una sensación de alumnos aventajados de esos que no preguntan.
La tercera parte de la sesión corrió a cargo de la señora Bolaños encargada en el régimen de cuadrar las cuentas del presupuesto estatal, una tarea que se está viendo que es imposible y que crea muchos más problemas para la economía que lo que dicen. Sobre todo, encarama la inflación y arraiga las expectativas vía un gasto publico desorbitado y un déficit fuera de control.
El caso es que la prensa comunista no recoge una sola cifra del proyecto de presupuesto que presentó la señora Bolaños a la comisión de asuntos económicos de la Asamblea, de modo que una vez más, se tendrá que valorar un documento de cifras y números, con el contenido de lo dicho en la sesión. Quedará para otra ocasión el análisis interno del presupuesto y sus contracciones, que de buen seguro, serán muchas.
La primera llegó cuando la ministra expuso las prioridades del presupuesto, definidas para el próximo año, que están en contradicción y van a ser muy difíciles de compaginar, a saber, potenciar la captación de ingresos, incrementar la producción local –sobre todo de alimentos y otros bienes y servicios–, y asegurar el sostenimiento de los servicios y programas sociales. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Cómo se puede cerrar un círculo de esas características?
La ministra partió del déficit público de 2021 que dijo que sería “inferior al aprobado, debido al incumplimiento de las inversiones planificadas”, es decir por enésimo año el régimen comunista ajusta el derroche de gasto corriente haciendo que las inversiones, lo único que realmente necesita la economía para funcionar, se vuelvan a quedar para otro ejercicio. Es decir, se ajusta el presupuesto dejando de invertir. Muy inteligente decisión. De esas que causan más daños que beneficios. Hay centenares de partidas de gasto corriente y superfluo en el presupuesto que se pueden reducir antes de cortar las inversiones. Conviene recordar en este punto que Cuba es el país que tiene el porcentaje más bajo de formación bruta de capital en el PIB, prácticamente la mitad de los países de América Latina, y eso impide a la economía crecer.
El ajuste de las inversiones realizado por la señora Bolaños es una pésima y comprometida decisión, por mucho que se haya tenido que gastar más en la pandemia del COVID-19. Todos los países lo han tenido que hacer, pero no ponen en riesgo su futuro paralizando las inversiones en infraestructuras tan necesarias. Esa opción castrista de paralizar las inversiones tiene unos elevados costes económicos y sociales. Los 800 millones para la transformación en los barrios, que anunció la ministra, es una gota en el océano que no va a ningún sitio.
La señora Bolaños se abonó a la misma tesis que Díaz Canel, Marrero y Gil, que la precedieron, como no podía ser de otro modo. Y esa tesis es que “el país transita hacia una recuperación gradual de la economía, pero todavía con tensiones, en lo que incide el recrudecimiento del bloqueo”. Pues bien, si este es el diagnóstico de la economía, la señora Bolaños debería haber optado por otro diseño presupuestario. El que ella ha presentado a la Asamblea, no sirve.
Primero, la prioridad en los presupuestos de los recursos para la transformación de los barrios y comunidades con la participación de la población en la definición de las acciones que se acometerán es una actuación para otros tiempos, porque su impacto es limitado en términos de crecimiento y prosperidad al no dar participación a los actores privados.
Segundo, no es momento de experimentos, como lo que se pretende hacer con los presupuestos municipales para que sean aprobados y controlados por las asambleas municipales del Poder Popular, que definen las prioridades en la asignación de recursos. Estos presupuestos deben seguir como siempre, de hecho son los únicos que cierran con superávit.
Tercero, no es momento de aplicar con gradualidad los regímenes tributarios de las mipymes y las cooperativas no agropecuarias. Es tiempo de vacaciones fiscales, que aseguren que las nuevas empresas privadas se consoliden y crezcan. Lo único que van a conseguir es una mayor mortandad de esas pequeñas empresas, aún muy débiles.
Cuarto, al anunciar que se van a mantener la financiación a los subsidios masivos de productos y servicios de alto impacto para la población, la señora Bolaños se carga totalmente uno de los postulados de la Tarea Ordenamiento por ser incapaz de combinar esa rebaja de subsidios con una menor presión fiscal, y vuelta a lo que había antes.
Quinto, aparece como una novedad una decisión que viene motivada por la preocupación por luchar contra la espiral de precios, limitar el crecimiento de los gastos de personal en las unidades presupuestadas. Una decisión de control de salarios que ya anuncio, el ministro Gil. O quizás de aumento del desempleo.
Lo dicho. Ya puede ir elaborando unos presupuestos nuevos. Los que ha presentado la señora Bolaños no van a llegar al mes de junio. Tiempo al tiempo.
El ministro de economía algo debe saber del asunto cuando intervino a continuación para reiterar la necesidad de que la economía se conduzca más por instrumentos financieros y menos por los administrativos, lo que propiciará dar valor al peso cubano. Lo primero puede ser cierto, lo segundo, existen dudas que sea así. En todo caso, es una advertencia a la señora Bolaños para que tenga claro que la gestión presupuestaria se la van a inspeccionar desde economía.
Así van los equilibrios internos dentro del régimen comunista de Díaz Canel. Para un sector del régimen es prioritario conseguir que la restricción de divisa se refleje en el gasto, porque, como dice Gil, “cada peso puesto en circulación sin respaldo de oferta genera inflación” y remacha, “porque colocar pesos sin capacidad de compra es un camino hacia la dolarización”.
La ministra está avisada. Se acabó usar el gasto público como gas de la risa para ocultar las ineficiencias de la economía. Los “ortodoxos” del régimen han ganado la batalla a los despilfarradores, de ahí que a la señora Bolaños no debió gustarle escuchar a Gil decir, que “es necesario reducir el déficit presupuestario, que en 2022 sigue siendo desproporcionado; de ahí que sea fundamental el control del uso del dinero y buscar las reservas de la economía”. Ella ni siquiera se refirió a esta cuestión en su presentación.
Si después de este mensaje lanzado en la comisión de asuntos económicos, la señora Bolaños mantiene su presupuesto, es que no entiende el idioma castellano, o no lo quiere entender. Nada de lo que ella presentó como anteproyecto recoge esa filosofía de contención de los gastos que defiende Gil. Ya se verá quién gana en la práctica.
El resto de intervenciones giraron en torno a la influencia de los salarios en la inflación, que parece ser un argumento estrella del ala ortodoxa del régimen, aunque la responsabilidad de la espiral de precios no es debida solo a los salarios, sino a muchas cosas más que se han ido exponiendo en entradas anteriores de este blog. Culpar a los salarios es ir por la vía fácil dada la escasa o nula, capacidad reivindicativa de los trabajadores cubanos. Además, se reconoce que la propuesta de Gil de crear incentivos al trabajo, a partir de la reforma salarial, no ha servido de nada para mejorar las condiciones de la población.
Al final se volvieron a inflar las plantillas de las entidades del sector presupuestado, incrementando los costes unitarios de las mismas y trasladando su impacto al resto de la economía. El ministro Gil asumió la existencia en el estado de un un nivel alto de subempleo, pero no dijo nada para corregir la situación. Reconoció que el 48% de la fuerza laboral estatal se encuentra en el sector presupuestado y, además, realizando su actividad en una buena parte en actividades no sustantivas, mientras que en el sistema empresarial alrededor del 35% de los empleados están en puestos indirectos. Una situación insostenible que ha exigido pedir a las entidades evaluar esa situación como parte de la estrategia de perfeccionamiento de la actividad presupuestada, y algunas de las respuestas que hemos recibido es que no hay nada que hacer, que estamos bien. Absolutamente sorprendente.
El ministro señaló al respecto, no obstante, que en el primer trimestre de 2022 se avanzará en la solución de ese problema, insistiendo que no se trata de reducir ni congelar plantillas, sino de que cada entidad realice un análisis sobre cuál es el personal imprescindible para garantizar la eficacia en la prestación de servicios. Todo ello, solo puede desembocar en desempleo, que es lo que faltaba al círculo vicioso de la economía de recesión, inflación y… desempleo.
Finalmente se habló de diversas cuestiones como el papel del sistema empresarial en la disminución de la inflación, porque se desaprovechan oportunidades abiertas, hay gestiones ineficientes y se suben los precios solo por el afán de cubrir ineficiencias o de aumentar salarios a los trabajadores. También se pidió al sector estatal a comprender el efecto nocivo de esas prácticas y a realizar conscientemente análisis de los ingresos y su distribución.
También se hizo referencia al control del presupuesto, en el que se consideró vital el fortalecimiento de la contabilidad, apostando por nuevas normas, de las que existe un alto nivel de desconocimiento, siendo necesario aumentar la capacitación. Otro asunto del que se habló fue la escasez de divisas, que solo se puede resolver, por dos caminos: garantizar eficientemente los planes de exportaciones y buscar las maneras para incrementar las ventas, en un escenario donde se complejiza el acceso a los créditos. Y todas estas intervenciones giraron en torno a la necesidad de involucrar al pueblo, “porque la única manera de ayudar al país sigue siendo producir más”. Y punto.
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