Balance del MEP: en seis meses, peor que ahora
Elías Amor Bravo economista
Con la presencia del primer ministro, Marrero tuvo lugar el pasado miércoles el balance anual del Ministerio de Economía y Planificación, a cargo del ministro Gil. En el encuentro, que tuvo una nutrida participación, también estuvieron presentes, el dirigente comunista del departamento económico productivo del partido, Joel Queipo, la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó y el flamante ministro-presidente del Banco Central de Cuba, Joaquín Alonso Vázquez.
De este cónclave económico de la cúpula dirigente se pueden obtener varias conclusiones que se destacan en este blog.
En primer lugar, Gil, y todo su ministerio, se equivoca planteando un crecimiento del PIB del 3% en la economía cubana en 2023. Sin reformas no hay posibilidad de crecer más, salvo manipulación. Reformas estructurales en profundidad que eliminen los obstáculos y trabas que impiden el encadenamiento efectivo de los sectores y actividades productivas. Llevan planteando este tipo de mensajes desde que lanzaron los Lineamientos, pero los resultados no se ven. Además, crecer un 3% es plantearse una cifra poco ambiciosa, que no solo impide devolver a la economía a la situación anterior a la pandemia, sino que es insuficiente para corregir los graves problemas, como la inflación o la depreciación de la moneda.
En segundo lugar, a tenor de lo expuesto en la reunión, la economía cubana se estancará en 2023, y ello tendrá lugar porque seguirán sin solución los efectos adversos de la dolarización de la economía, la inflación minorista, el acceso centralizado a las divisas, la inserción efectiva de los nuevos agentes económicos y los resultados adversos de las empresas con pérdidas, más de 400 todavía. Efectos que no son los únicos, porque apagones, falta de comida y deterioro de infraestructuras, tienen una influencia incluso más negativa. La economía cubana arrastra varios años consecutivos problemas que mezclan aspectos coyunturales y estructurales y ello puede hacer más difícil la corrección de los desequilibrios y frenar el crecimiento.
En tercer lugar, la receta planteada por Gil, basada en consolidar la restructuración del mecanismo de asignación de divisas de la economía, la descentralización de competencias a los territorios y la transformación integral de la empresa estatal socialista no es la que necesita la economía cubana en estos momentos. Se queda corta y esto puede deberse o bien a desconocimiento técnico de las reglas de funcionamiento de una economía o a la carencia de instrumentos efectivos para afrontar los problemas. O las dos cosas a la vez.
La economía cubana precisa un policy mix más efectivo de políticas monetarias y fiscales podría ser el indicado para promover el crecimiento. Dilatar en el tiempo decisiones puede agravar más el actual escenario. Por ejemplo, plantear en estos momentos la descentralización del gasto a los territorios corre el peligro de aumentar más el gasto, déficit y endeudamiento, que es justo lo que no se necesita en estos momentos. De igual modo, los comunistas cubanos dicen querer avanzar en la estabilización macroeconómica del país en 2023, pero ni adoptan medidas ni saben en qué dirección tienen que moverse para ello. El resultado será un fracaso.
En cuarto lugar, y sobre los actores económicos, Marrero dijo que aún quedan distorsiones que se deben corregir para seguir desarrollando su actividad y participación activa en la sociedad, un mensaje inquietante si no se especifican de qué se tratan esas distorsiones que, en cualquier caso, tienen su origen en el modelo intervencionista del régimen ya que solo se encuentran en Cuba. En ese sentido, las propuestas de Gil para los actores económicos, consistentes en crear un instituto y una dirección general del ministerio para atención, coordinación y control de los actores económicos, más burocracia e intervención, tiene como objetivo principal supeditar más aún la actuación de actores económicos a las decisiones del régimen. Adiós a la libertad económica.
En ese sentido, los anuncios de estímulos fiscales solamente a los agentes económicos dedicados a producir e importar bienes y materias primas en la economía cubana para realizar encadenamientos productivos con la empresa estatal socialista, parecen más un gasto improductivo que no sirve de nada que un programa orientado a consolidar las estructuras productivas de la economía. ¿Por qué no estímulos a todos? En realidad este tipo de medidas asimétricas y parciales en vez de mejorar el funcionamiento general de la economía, ocasionan efectos negativos con peligrosos trasvases intersectoriales de recursos.
En quinto lugar, y por lo que respecta a la transformación de la empresa estatal socialista, Gil dijo que para avanzar en este ámbito y lograr el desempeño efectivo como actor principal de la economía en la producción de bienes y servicios, se precisan dos cosas: iniciar la clasificación de las empresas estatales, lo que tiene todo el aspecto de tarea burocrática, y presentar la propuesta de ley de empresas que, a todas luces, parece mostrar una preferencia por la empresa estatal y olvida cualquier resquicio para las privadas. Las 400 empresas en pérdidas no verán mejorar su situación con ello.
En sexto lugar, y con estrecha relación al diseño de las políticas económicas, de nada sirve que Gil defienda mantener los principios de más equidad, justicia social y beneficios a la población si no se produce más y mejor. Esto no se logrará si la prioridad no se establece de forma correcta. Y no parece que en esta reunión de balance se asigne la importancia que tiene a la producción y la oferta.
Conclusión, más de lo mismo, sin que se puedan apreciar signos de mejora en la economía cubana. En seis meses la economía cubana estará mucho peor que ahora ¿Qué sentido tiene votar el 26 de marzo?
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