La lucha fracasada contra la inflación de los gobiernos de izquierda de América Latina
Elías Amor Bravo economista
Puede acabar siendo peor el remedio que la enfermedad.
Cuidado. Cuando se juega con fuego, tarde o temprano uno se quema.
La información, publicada en la prensa estatal comunista de
Cuba, anuncia un posible acuerdo entre algunos países latinoamericanos para
contener la inflación. Ojalá que no lo hagan.
La iniciativa, al parecer, surgió de Alberto Fernández,
desde Argentina, que al parecer está intentando impulsar un acuerdo entre su
gobierno y los de México, Brasil, Colombia y Cuba para afrontar la inflación y
contenerla. Se cree que el acuerdo podría firmarse en los próximos días. Un
desastre anticipado. Una cumbre regional de países gobernados desde posiciones
de izquierda para combatir la inflación, con la participación de Díaz Canel, no
puede acabar bien.
Lo primero que llama la atención es la notable dispersión de
las tasas de inflación en estos países, como se observa en el Cuadro siguiente.
|
Tasa inflación enero (%) |
Tasa inflación dic. 22 (%) |
Tasa inflación dic. 21 (%) |
Argentina |
98,8 |
94,8 |
50,9 |
Colombia |
13,3 |
13,1 |
10,2 |
México |
7,9 |
7,8 |
7,4 |
Brasil |
5,7 |
5,9 |
5,6 |
Cuba |
42,2 |
39,3 |
77,3 |
Argentina se destaca del resto de países, de ahí la preocupación de su presidente, que siente pavor de que el país caiga en los episodios de alta inflación de comienzos de los años 90. Colombia registra un 13,3%, México un 7,9% y Brasil con tendencia a la baja, un 5,7%. Nada que ver con Cuba, que en enero registró un 42,2% y en 2021 un 77,3%.
Por otro lado, en perspectiva histórica más amplia, aunque
las tasas de inflación de América Latina, a corto plazo, puedan parecer
elevadas, lo cierto es que se muestran mucho más estables que si se comparan
con las ocurridas a comienzos de los años 90, cuando tuvo lugar un episodio de
alta inflación desconocido en la historia. Fue entonces que la inflación llegó
a acercarse, en promedio, a tasas del 1.200%. Aquel episodio, recordado y
temido, porque causó graves daños a las economías de todos los países, no tiene
nada que ver con las tasas de inflación actuales. Si se atiende a la evolución
de los precios en América Latina con datos de CEPAL, desde 1971, el
comportamiento de los precios tras el episodio citado de alta inflación, a
partir de 1995 se puede calificar de modélico, con aumentos medios del entorno
del 5-9%.
Y ahora en 2022, la tasa promedio de inflación en la región
se ha elevado al 15,3% en un corto período de tiempo con ese récord de Argentina
cuyo presidente, Alberto Fernández ha decidido enfrentar convocando a varios
socios latinoamericanos, entre ellos, Cuba. Es extraña la ausencia de Venezuela
(de la que se estima una tasa de inflación del 500% que nada tiene que ver con
lo que ocurre en el resto de los países) en esa cumbre que pretende lograr un
acuerdo cuyo contenido es, cuanto menos, desconocido.
Lo cierto es que, en Cuba, los dirigentes siguen sin asumir que
las tasas de inflación en la Isla, 42% en enero, superan en más de 25 puntos
porcentuales a la media de la región. Los precios en Cuba crecieron mucho más
que en Brasil, México o Colombia, y lo que es peor, están fuera de control. A
pesar de ello, nadie debe esperar decisión alguna de política económica para
contrarrestar la inflación en la Isla salvo acciones de represión, vigilancia y
control contra los vendedores que califican de ilegales. Por eso, no es extraño
que en La Habana estén aplaudiendo el acuerdo propuesto por el presidente argentino.
Ya se sabe, mal de muchos, consuelo de ….
Al parecer, de lo poco que ha trascendido del acuerdo, la
idea es que los gobiernos cooperen para reducir la tasa de inflación ¿Cooperar
en qué y para qué? Pues, según han dicho, se pretende promover una estrategia
de intercambio de productos y servicios que permita facilitar las importaciones,
a menor valor, de artículos con precios elevados, y de ese modo, evitar la
incidencia en el precio de las canastas básicas que se ofrecen en estos países
siguiendo el modelo comunista cubano.
Es la misma historia fracasada de siempre. No
salen del círculo vicioso. Topar precios en las importaciones implica que, en
cuestión de semanas, el comercio se reducirá en términos cuantitativos. Nadie
querrá vender perdiendo dinero. Es fácil predecir lo que podría ocurrir
después. Fábricas vacías, gente desempleada, salarios más bajos, pérdida de
renta y riqueza económica. Pobreza, en definitiva, que es lo único que saben
generar estos políticos de la izquierda. Por intentar luchar contra la
inflación aplicando medidas intervencionistas del estado, van a poner fin a una
etapa relativamente favorable en la que el comercio, las inversiones, los
movimientos de capitales han funcionado en la región, propiciando el desarrollo
de los países.
El acuerdo no tiene desperdicio. Se plantea que, si Argentina
experimenta aumentos injustificados en un rubro como la indumentaria, podría
acudir a uno de los socios, como Brasil, para obtener el producto a menor valor
por un periodo determinado, a cambio de otro artículo más asequible a nivel
local, como la soya. Nadie se pregunta por qué Argentina tiene que experimentar
aumentos de precios en la indumentaria. Y, además, qué se entiende por aumentos
injustificados de precios. Es más, ¿Quién puede asegurar que Brasil cuente con
los productos que Argentina necesita y en el momento preciso?
Cuando el mercado sanciona con precios altos, la
intervención gubernamental acaba siendo contraproducente. El ajuste es mucho
más sencillo. Los compradores ya se encargan de ajustar cuentas con aquellos
que venden caro. Hacer pasar a los países de América Latina de un modelo de
comercio organizado y global, a un trueque informal regional supone dar un paso
atrás en el tiempo que a los únicos que acabará perjudicando será a los
habitantes de los países, haciéndolos más pobres.
Lo dicho. Ojalá que este acuerdo no llegue a ningún sitio, y
que den marcha atrás, antes que sea demasiado tarde. Ellos solos se meten en
líos de los que, luego, no saben salir.
Comentarios
Publicar un comentario