Cabrisas se burla de los acreedores internacionales una vez más

Elias Amor Bravo economista

Encima, con la que está cayendo y la que va a caer, el régimen comunista vuelve a burlarse de sus acreedores internacionales. Una política nefasta, otra herencia mortífera de Fidel Castro, que impide a la economía financiarse en los mercados mundiales como cualquier otro país. 

La prensa estatal aludió a una supuesta reunión de trabajo "sorpresa" celebrada en La Habana por el vice primer ministro del comercio exterior y la inversión extranjera, Ricardo Cabrisas Ruiz, con William Roos, copresidente del Club de París; Fabien Bertho, secretario de esa institución financiera, y representantes del grupo Ad Hoc de países acreedores de Cuba.

Al parecer este grupo anduvo de visita de “inspección” (turismo de alto standing a costa del ciudadano cubano que es quien paga) en dos proyectos financiados como el Instituto Finlay de Vacunas y el Taller Ferroviario de Luyanó, con el desarrollo de una actualización tecnológica en la producción de vacunas y la modernización de los talleres ferroviarios. Este tipo de visitas "autorizadas" al parecer, forman parte de la estrategia del régimen para calmar a sus acreedores y evitar males mayores, como el juicio de Londres, pero hay dudas de que esto pueda servir de algo.

La reunión, de la que se acaba de informar, y que al parecer ha tenido lugar tras el periplo africano de Diaz a Canel, ha llevado a Cabrisas a afirmar la plena disposición al diálogo con los acreedores. ¿Qué quieren que les diga? A estas alturas de la historia hay muy poco que hablar, incluyendo las demandas en los tribunales internacionales, las pasadas y las que se ven venir. La política de gestos de los acreedores ya tuvo lugar hacia 2015 tras la expectativas creadas por las relaciones con Estados Unidos, que no fueron aprovechadas por el régimen comunista, y ahora no queda otra cosa que pagar y ponerse al día. No hacerlo es cometer un grave error.

Al parecer, los recientes indicadores de la economía han hecho que el régimen entre en pánico, y Cabrisas dedicó buena parte de su intervención para tratar de explicar la compleja situación económica que atraviesa el país. Y ante este elenco de acreedores, volvió a culpar como responsable del desastre de la economía al “criminal bloqueo de Estados Unidos, la inclusión en la unilateral e ilegítima lista de estados supuestamente patrocinadores del terrorismo, y la activación plena de la Ley Helms Burton”. Nadie hizo ver que la principal fuente de divisas de la economía cubana actualmente son las remesas que envían las familias residentes en Estados Unidos a Cuba. Poco embargo hay en ello.

Y como los argumentos suenan a disco rayado porque se repiten hasta la saciedad, ahora Cabrisas añade “la incertidumbre en la recuperación de la economía mundial, con el alza de los precios de los alimentos y materias primas, y de los costos asociados a la logística internacional”, en una referencia algo trasnochada a los problemas creados por el aliado de la Cuba comunista, Putin, con su guerra destructiva en Ucrania, al que no mencionan. Lo tienen fácil, con no dar apoyo internacional a Putin podrían tener alguna consideración en los mercados financieros internacionales.

Se quejó Cabrisas de que estos factores del entorno global tienen un impacto negativo en una nación como la cubana, con una economía abierta y altamente dependiente del comercio exterior. Pero, curiosamente, no se refirió al fracaso de la tarea ordenamiento que ha roto los precarios equilibrios internos y externos, arrojando a la economía a una peligrosa situación de estanflación de la que no saben salir.

Fue entonces, según la prensa estatal, que Cabrisas anunció ante los acreedores que Cuba “ha estructurado una estrategia para hacer frente a las complejidades presentes, con el objetivo de recuperar gradualmente la economía”. En concreto, aludió, sin hacer referencia detallada, a una serie de medidas, de nuevo desconocidas, cuyo cumplimiento según Cabrisas, "se ha visto ralentizado por la agudización del impacto negativo de un conjunto de factores", como siempre ajenos a la responsabilidad del régimen.

Imaginen ustedes a un deudor bancario que después de rechazar, de forma reiterada, los reclamos de su entidad para que pague lo que debe, argumenta su incumplimiento con un análisis simplón e intrascendente como el realizado por Cabrisas. Todos ustedes, amables lectores, conocen cuál sería el resultado final del proceso. En el caso de Cuba, lo que cuesta entender es que los acreedores institucionales, se callen, acepten los argumentos falaces de Cabrisas y se queden tan tranquilos. ¿Por qué ocurre este tipo de cosas? ¿Qué diferencia al régimen comunista cubano de cualquier otro deudor para que se le conceda este trato tan especial y distinguido? ¿Es que quizás estos acreedores anden buscando algún beneficio de esta complacencia con los comunistas cubanos?

Estamos hablando de impagos que tienen más de 40 años, muchos de ellos ya producidos en los tiempos en que Fidel Castro condenaba a los imperialistas acreedores de la deuda internacional en sus incendiarios discursos. Y encima, los acreedores reunidos en La Habana tuvieron que volver a escuchar a Cabrisas, confirmar “la voluntad del gobierno de honrar los compromisos asumidos para el pago de la deuda”. ¿En qué fechas, en qué plazos, en qué condiciones?

De esto nada. La última palabra se la concedieron de forma incomprensible a quien no paga, que espeta en la cara de los acreedores que se cumplirá con la deuda “siempre en condiciones que sean realmente cumplibles por la parte cubana”. Nadie puede entender que este tipo de cosas se permitan a un mal pagador internacional como el régimen cubano, y encima, que Cabrisas,  solicite a sus interlocutores “comprensión y flexibilidad para llegar a acuerdos sobre bases objetivas”. Más aún, ¿Es que no tiene bastante? ¿Qué hay detrás de este juego peligroso?

Aquí viene lo mejor. Porque el representante de los acreedores, William Roos según la prensa estatal cubana (vaya usted a saber si esto fue lo que ocurrió realmente) dijo “tener total comprensión de la compleja situación que vive Cuba en este 2023, muy semejante a los años anteriores, en que se dialogó con los acreedores”. Realmente, es una situación estructural que tiende a repetirse a lo largo del tiempo y que rara vez cambia.

Después, Roos reivindicó su grupo como un “espacio de negociación entre naciones acreedoras y deudoras, creado en 1965, con el propósito de renegociar, de forma coordinada y conjunta, las deudas externas de los estados”. Tal vez un mensaje de apoyo de Cuba a sus aliados del tercer mundo para que acepten a este grupo. No conviene olvidar que en unos días se reunirán en La Habana los miembros del Grupo de los 77 + China y los BRICS donde se encuentran algunos de los países más endeudados del mundo. 

Quien sabe si esta reunión de Cabrisas tiene que ver con alguna petición de este grupo de acreedores en lo que se podría calificar de campaña de marketing de relaciones institucionales. No parece descabellado, en la Responsabilidad social empresarial tan de moda, cabe de todo. Mas aun cuando se puede comprar influencia a bajo precio. Sin embargo, surge alguna duda ¿Por qué Grecia en 2008 no fue tratada en estos mismos términos? Es tan solo un ejemplo de situaciones que no han recibido las mismas contemplaciones que los comunistas cubanos.

De la deuda cubana, su monto, composición, plazos e incumplimientos se conoce realmente muy poco y es uno de los puntos negros de la economía que se tendrá que asumir por un gobierno democrático tras la debacle castrista. No hay forma de recuperar la nación si no se cumplen los compromisos de deuda internacional. Hay que desterrar para siempre la irresponsabilidad de Fidel Castro, otra de sus herencias mortíferas para el pueblo cubano, y asumir los compromisos. No hay otra forma de actuar.

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