Sistema de pago con código QR en Asia: ¿alternativa al dólar?
Elias Amor Bravo economista
La prensa estatal comunista vuelve a las andadas. Y tras presentar la reunión de los BRICS en Suráfrica como un gran éxito internacional, ahora lanzan todo tipo de alabanzas a la supuesta creación de un sistema de pago con código QR interconectado entre Vietnam, Filipinas y Brunéi, países que son miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). Un sistema que nace con el objetivo de potenciar el uso de las monedas locales y reducir la dependencia del dólar estadounidense. Cualquier cosa para ir contra Estados Unidos, aunque saben que no van a llegar a ningún sitio.
Hablando de estas cuestiones, el economista español Daniel Lacalle apuntaba en un artículo reciente en La Razón, que “con la cumbre de los BRICS se han generado una gran cantidad de titulares sobre el impacto de estos países, incluyendo especulaciones sobre el fin del dólar como moneda de reserva y que se perciba este grupo de naciones como una amenaza para Estados Unidos y hasta el Fondo Monetario Internacional”.
Y añade a continuación, “la ampliación del grupo de países ha generado especulaciones sobre el final del dólar como moneda de reserva global. En los últimos 10 años, las monedas de los BRICS se han depreciado frente al dólar masivamente. Además, unir monedas débiles no crea una moneda fuerte y ser una potencia militar no garantiza nada”.
Y esta es la cuestión.
La iniciativa asiática de conectividad de pagos acordada en la cumbre de Asean de mayo pasado, no pasará de ser un intento más, destinado al fracaso, sobre todo conforme más países se añadan a la operación, como Indonesia, Tailandia, Malasia y Singapur que por su parte, ya empezaron a implementar las transacciones bilaterales utilizando códigos QR.
El uso del código QR en los pagos transfronterizos no garantiza que sean seguros y que no tengan contratiempos, y lo más importante, no sustituye a las monedas que fijan los intercambios a nivel mundial y que otorgan solidez a las transacciones, como el dólar. Que los países se conecten en sus pagos utilizando monedas locales puede ser una oportunidad, pero ninguno, en su sano juicio, puede rechazar el dólar como referencia.
Porque si la moneda estadounidense desaparece, ¿Cuál sería el recambio? Aquí es donde surgen las principales dudas. China, que mantiene rigurosos controles de capitales, no tiene el menor interés de convertirse en una potencia económica con reserva global de su moneda que apenas se utiliza en el 5% de las transacciones globales, según el Bank Of International Settlements, citando a Lacalle.
Rusia tiene igualmente controles de capitales y a nadie le pasa por la cabeza que el rublo se puede convertir en moneda de reserva global en tales condiciones. La situación de la economía rusa no está para juegos ni experimentos. La conclusión es clara: no hay país alguno en los BRICS que puedan garantizar una moneda fiduciaria estable con las adecuadas reservas de oro que la respalden.
Lo que olvidan países, como Cuba que siguen creyendo en un espacio monetario alternativo al dólar, es que antes de nada hay que diseñar y lograr la plena libertad económica de intercambios, la seguridad inversora y jurídica, y el libre movimiento de capitales, además de tener un sistema financiero abierto, transparente y diversificado. Estos parámetros no se encuentran fácilmente entre los BRICS. Más bien, todo lo contrario.
La iniciativa asiática significa que algunos bancos centrales han puesto en marcha un enlace transfronterizo que permite que los ciudadanos de determinados países, no todos, de momento, malasios e indonesios principalmente, pagar sus compras escaneando códigos QR con sus teléfonos móviles cuando se encuentran en el país vecino. Para complicar más aun las cosas, en las operaciones se utilizan el ringgit malasio y la rupia indonesia, eliminando la necesidad de utilizar el dólar estadounidense como moneda de cambio, con lo que ello puede suponer de inestabilidad e incertidumbre de la cotización de dos monedas muy inestables en los mercados cambiarios.
Desde la prensa estatal cubana se defiende que esta iniciativa se vaya ampliando a otros países para fomentar las transacciones en moneda local, por sus efectos positivos, dicen, en la estabilidad de la economía y del sistema financiero.
¿Será que quieren meter a Cuba en este sistema asiático de pagos con QR?
Iniciativas de este tipo veremos muchas, aunque será difícil que dentro de los BRICS se pueda avanzar hacia una moneda de referencia como señala Daniel Lacalle. Y argumenta diciendo que esto no ocurrirá no sólo porque China o Rusia no están interesadas en ello, sino porque visto en perspectiva en los últimos diez años, las monedas de los países BRICS se han depreciado masivamente contra el dólar, incluido el yuan chino, por sus excesos monetarios además de por su falta de demanda global y por tanto, unir monedas débiles no crea una moneda fuerte.
Y en este sentido, Lacalle señala que para que una moneda fiduciaria sea estable se necesita que el emisor defienda la moneda como reserva de valor, método de pago generalmente aceptado (no impuesto, ojo) y unidad de medida. Además, se necesita libertad de capitales e instituciones independientes que den seguridad jurídica a inversores doméstico e internacionales.
En tales condiciones, nadie debe tener la menor duda que la Reserva Federal seguirá desempeñando su papel de banco central del mundo, actuando de forma independiente para respaldar la moneda fiduciaria, el dólar. Ni siquiera la zona euro y el BCE, se plantean jugar un mismo papel, y si ello es así en la otra zona avanzada del planeta, ¿Qué se puede esperar de las actuaciones de los gobiernos de los BRICS?
El desenlace de esta historia es que proliferarán, al margen del espacio general de los BRICS, iniciativas como esta de los bancos centrales asiáticos, limitadas a los pagos fronterizos en moneda nacional, y poco más. Iniciativas que servirán para que la propaganda castrista imagine un universo alternativo sin dólares, pero la realidad es bien distinta. El alcance de estas operaciones ni creará problemas de reemplazo al dólar ni de pérdida de influencia mundial de la economía de Estados Unidos. Y los dirigentes comunistas cubanos seguirán en lo mismo de siempre.
Es decir, continuarán desinformando a los cubanos desde la controlada prensa estatal sobre este tipo de iniciativas y aventuras, e incluso la diplomacia comunista tratará de engancharse, en vano, a alguna de ellas, pero los resultados no serán los deseables. En la economía mundial, países con una data, como Cuba de impagos en deudas, desequilibrios macroeconómicos, descontrol monetario y fiscal y pésima gobernanza no suelen tener una fácil aceptación.
Para los BRICS o para cualquier otro conjunto de países lograr una moneda sólida no es solo una cuestión de ideología política sino de realizaciones estratégicas y no de actuaciones puntuales como el pago con código QR.
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