La bancarización y el sistema tributario en el régimen comunista cubano: otra vía torcida

Elías Amor Bravo economista

Realmente, la bancarización beneficia al sistema tributario o ¿debe ser al revés?

Desde hace días, la prensa estatal se está implicando a fondo en hacer propaganda y demagogia sobre las medidas asociadas al proceso de bancarización, y día si al otro también, publican artículos haciendo referencia al impacto positivo sobre la sociedad. En una entrada reciente se han dedicado a los contribuyentes, el pago de impuestos, señalando que la bancarización favorece la transparencia y facilita los movimientos de sus sistemas financieros.

Al parecer es la ONAT la Oficina Nacional de Administración Tributaria, la encargada de apoyar con supuestas facilidades tributarias la bancarización en el pago de impuestos y tributos. Mucha gradualidad, igualdad de condiciones para todos los actores económicos (ya sean estatales o del sector privado), y sin que se elimine el efectivo en la aplicación de la orden jerárquica de la bancarización, pero el caso es que el proceso continúa, y el régimen no escatima esfuerzos.  

Como instrumento al servicio del régimen, la ONAT está especialmente interesada en la bancarización y por eso, desde 1995 empezó a vincular sus operaciones con tributarias con el sistema bancario. Un hito en el proceso fue la creación en 2018, por el Ministerio de Finanzas y Precios de la cuenta bancaria fiscal, con objetivos tributarios publicó las resoluciones 197 y 904 de ese año, relacionadas con la creación de la cuenta bancaria fiscal, o con propósitos fiscales. 

Más tarde, en 2021 se publicó la Resolución 347, que extendió a todos los trabajadores por cuenta propia, que tributan bajo el régimen general, la denominada cuenta bancaria fiscal. Y finalmente en 2023 se permitió a todos los trabajadores por cuenta propia pasar a dicho régimen general. A partir de ahí, las cuentas bancarias sirven para operar en los negocios, y tienen que ser declaradas ante la administración tributaria. Un instrumento de control económico sofisticado que el régimen exhibe con especial dedicación. Que nadie espere otra cosa.

Al mismo tiempo, y viendo que el proceso bancario no iba al ritmo deseado, en la ONAT durante todos estos años fueron eliminando toda una serie de trabas relacionadas con la operatoria para el ingreso del efectivo, pues en el proceso del perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia se dieron facilidades, teniendo en cuenta que durante la aprobación del proyecto ya se abrían las cuentas bancarias de oficio.

Al parecer desde la ONAT se reconoció que ha sido complicado operar con la cuenta bancaria fiscal debido a que no estaban tomadas todas las medidas para poder hacerlo. Básicamente, el contribuyente tenía que ir a depositar efectivo en la cuenta, y luego debía extraerlo para hacer otros pagos. Bancarización, cero.

Es por ello, que desde la ONAT se defienden las nuevas medidas jerárquicas de bancarización y afirman que tendrán un impacto positivo en los contribuyentes, ya que, como señalan los directivos de la agencia tributaria, “mientras más dinero del que le llega a la cuenta del contribuyente se capte por los canales electrónicos, menos veces esta persona tendrá que ir al banco a depositar efectivo”.

Una primera observación a tener en cuenta en todo este batiburrillo comunista. Nada garantiza que estas medidas del Banco Central de Cuba, contenidas en la Resolución 111/2023 vayan a concluir en un proceso transparente y ágil de declaración de tributos. Como se verá, operar con cuenta bancaria para afrontar los pagos de impuestos es lo mismo que hacerlo en efectivo, con la diferencia, y volvemos al principio, de que muchos cubanos, casi el 40% del total, prefieren usar el efectivo en sus transacciones. Y esto no va a cambiar.

Por otro lado, creer que habrá más disponibilidad de efectivo para la población cuando en las relaciones comerciales entre actores económicos medien los instrumentos de pago electrónico que el banco está proponiendo es una idea peregrina e inocente que confirma que la ONAT no sabe qué es la demanda de dinero y cómo se conforma este indicador en las economías. Si a la población se le ofrece la opción de elegir el método de pago, que no lo duden ni el Banco Central, ni la ONAT, ni Diaz Canel. La gente elegirá el efectivo, y no solo para tributos menores. La ONAT también se va a llevar un bofetón.

En cuanto a la operatoria transparente de las relaciones tributarias de la población, tampoco se va a conseguir gran cosa con el proceso de bancarización. Si a lo que aspiran las autoridades es a que se reduzcan las visitas frecuentes al banco para efectuar depósitos de efectivo, lo tienen claro, ya que muchas cuentas se pueden quedar paralizadas al no realizarse las oportunas transferencias.

Y si hacen referencia a procesos de auditoría o de control de la administración tributaria al cliente, todavía espantan más a los pocos que pueden sentirse interesados en manejar las tarjetas electrónicas. Los cubanos no quieren estar vigilados por el fisco.

Que la bancarización finalmente consiga que la administración tributaria sea más eficiente en la gestión de los tributos es otra entelequia que tampoco está demostrada y que puede dar sorpresas más que desagradables, al menos ahora la gente paga en efectivo. La idea de que la bancarización debe servir para aumentar los ingresos del Presupuesto del Estado y de los gobiernos locales y territoriales, tampoco se sostiene, ya que son las bases imponibles las que permiten lograr ese objetivo y no parece que se vean beneficiadas por  los cambios de la bancarización. A la ONAT le preocupan otras cosas, como la subdeclaración y las conductas de evasión, pero nada indica que se pueda actuar contra ellas por medio de la bancarización.

Hay mucho camino por recorrer a la vista de los datos. Según se informa por las autoridades, actualmente solo tienen cuenta bancaria fiscal los cuentapropistas, y existen en el país más de 273.000 cuentas bancarias fiscales abiertas, y más de 410 proyectos de trabajo por cuenta propia aprobados.

En tales condiciones, las autoridades vuelven a la gradualidad y señalan que se ha establecido en la norma que el pago de los tributos se haga desde la cuenta bancaria fiscal de forma paulatina. Que nadie tenga prisa. Hay que atar tantos flecos, que todo puede venirse abajo en cualquier momento. De hecho las autoridades creen que deben trabajar en crear otras facilidades para que las personas puedan abrir sus cuentas bancarias fiscales sin necesidad de que sea solo de forma presencial en las sucursales del banco, sino mediante una aplicación móvil que pueda emplearse desde la comodidad del hogar o desde otro sitio. Y esta opción, como se pueden imaginar, está muy verde.

Algunos datos pueden servir para calificar el escenario. En 2020 comenzó en el país el proceso de pago de tributos por los canales electrónicos, que arrancó apenas con el 6,2% del total de pagos realizados a la ONAT. En estos momentos, la cifra asciende a un 55,8%. En el caso de las personas naturales, un 53,2% realiza el pago de sus tributos por dichos canales electrónicos, mientras que en el caso de las personas jurídicas, se ha alcanzado el 65,2%. Dicho de otro modo, un 45% no tiene el menor interés de operar el pago de tributos por canales electrónicos. La tarea es inmensa.

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