El fracaso del sistema educativo castrista al comienzo del curso escolar (I)

Elías Amor Bravo economista

En el país que la revolución comunista fijó la educación como uno de sus “logros” principales, están a punto de empezar un curso escolar en que todo absolutamente todo, son dudas e incertidumbre. En cierto modo, la crisis general del sistema que se avecina, está golpeando con más intensidad aquellos baluartes que el régimen tenía como carta de presentación a nivel mundial. Y ahí están los resultados. Los nietos de Fidel Castro no saben qué va a pasar este año con la educación.

Para empezar, la nueva ministra de educación, la Dra. Naima Ariatne Trujillo Barreto, ha heredado buena parte del desastre que le dejó su antecesora, poco interesada en asumir retos para un sistema educativo que ahora está en sus horas más bajas. Y como ocurre en estos casos, fue invitada a Mesa redonda a hablar y hablar sin nadie que pudiera cuestionar sus mensajes. Es lo que ocurre cuando se conculcan las libertades.

La ministra, de formación maestra de primaria "vestida de verde" prestó servicios durante años en una escuela primaria rural. La supuesta experiencia en gestión directiva pública, o el conocimiento de técnicas de dirección o competencias para dirigir equipos le llegó muchos años después al frente de distintas rectorías universitarias. Esto es lo que hay, alguien que cree que, y lo dice, que “el magisterio es una profesión que uno va entendiendo en la medida en que se desempeña".

Alguien que dice que “no es posible describir lo que implica para la vida de un ser humano dedicarse a la actividad pedagógica y que en el programa de la televisión castrista, sin nadie que cuestione su discurso, se dedica a glosar su vida laboral en los términos descritos, realmente llega hasta donde llega. Su curriculum, tal vez adecuado para dar clases, de competencia directiva tiene poco. Es posible que su designación tenga más que ver con la pertenencia al partido que con cualquier otra cosa. Ya me dirán que puede salir de aquí.

No obstante, la ministra, sin nadie que la cuestione públicamente lo que decía, defendió su experiencia al trabajar en instituciones diferentes, siempre dependiente de los ministerios y del conocimiento de los grandes modelos de formación. En fin, una tarjeta de presentación a la medida. A ver en qué acaba  todo.

Porque según sostuvo, el sistema educativo cubano es extraordinariamente completo, pero si se pregunta a los padres cubanos, la respuesta, al menos en la actualidad, sería muy distinta. Pero claro, en un contexto como el de Mesa redonda, la nueva ministra no tuvo la menor intención de abordar los problemas del sector. Para empezar, ni siquiera se remontó a las consecuencias de la  pandemia del COVID-19 que alteraron de forma notable la vida académica a todos los niveles, con parálisis y suspensiones de jornadas lectivas sin contar con medio adecuados para la formación online, y que supuso, para la educación castrista, dificultades muy superiores a las de otros países para regresar a la normalidad. En definitiva, años perdidos.

De hecho, todavía el curso de 2022-23 tuvo 12 semanas menos que el venidero periodo lectivo porque según dijo la ministra, “se debió priorizar las adecuaciones a causa de la pandemia, sin embargo, se logró avanzar en determinadas prioridades prácticamente todos los niveles educativos” y al respecto, citó la extensión de la experiencia de las casitas infantiles, centros que ya ascienden a 130 en todo el país. Para reafirmar su argumento, dijo también que “todo lo que ha ido surgiendo está en muy buenas condiciones y la experiencia está siendo bastante favorable” en función de la evolución demográfica del país que precisamente reduce de forma notable el número de niños, quitando presión al gasto.

La ministra habló de otro de los programas priorizados para su ministerio, la llamada “atención al talento”, según dijo, “resultado de otras experiencias que se van a fortalecer el próximo curso”. Pero lo cierto es que poco saben los cubanos de este programa dirigido a los estudiantes de noveno grado en los IPVCE a través de los centros de entrenamiento territoriales junto al CITMA y otras entidades. Programa desconocido de escaso impacto, por no decir, nulo, a nivel social.

También dijo la ministra que se trabajó en la categorización de los profesionales de la educación estimulando a los profesores con determinados resultados y determinadas condiciones a alcanzar su categoría. Aumentos de costes salariales con escaso impacto en términos de productividad que incrementan el déficit público.

Su argumento se dirigió a señalar que pese a la compleja situación económica, también hay resultados visibles en términos de infraestructura, sumando escuelas con evaluaciones buenas en términos de infraestructuras, lo que acaba inevitablemente creando desigualdades que van en contra de los principios marxistas leninistas de la educación cubana.

Incluso al referir la continuidad del III Proceso de Perfeccionamiento, acabó diciendo que el curso anterior sirvió para establecer pautas importantes para cuando ya se pueda estar en un curso de presencialidad total. Una vez más, el sistema educativo cubano mostrando un notable retraso para superar la pandemia con respecto a otros países del mundo.

Fue entonces que la ministra se refirió a las condiciones en que se iniciará el nuevo curso escolar el 4 de septiembre precedidas por un ciclo de seminarios de preparación metodológica del curso, que comenzó en el mes de abril en el organismo central y llegó hasta la institución educativa después.

La organización comunista manipula y controla así el sistema educativo en doble dirección, de la escuela, la institución, el municipio, la provincia, al gobierno central y viceversa. La educación al servicio del poder político con una finalidad de control y homogeneidad que se ha mantenido prácticamente en los 64 años de castrismo. El balance actual deja mucho que desear por ese mecanismo de control asociado a las visitas y recorridos de las autoridades, donde se busca más la adhesión a las propuestas ideológicas que los contenidos que permitan al sistema educativo prosperar y desarrollarse. 

Un buen ejemplo, el caso de los profesores que habían decidido acogerse a su jubilación y han retornado a las aulas porque se les necesita. ¿No será acaso porque las pensiones que reciben son tan bajas que no llegan a fin de mes? Este tipo de interpretaciones de la ministra, al no tener a nadie que le pregunte en la Mesa redonda, deja  poco espacio para el cuestionamiento.

La ministra reconoció en otro punto del programa las desigualdades en el territorio del sistema educativo y citó expresamente la situación de déficit de cobertura docente que en el Oriente es mucho más favorable que en las provincias del Centro y Occidente, como La Habana, Artemisa, Mayabeque, Sancti Spíritus, Camagüey y Ciego de Ávila. Y ello provoca movimientos de docentes en el territorio, que tampoco son del agrado de los padres cubanos, que tampoco se muestran favorables a que sus hijos reciban las clases de alumnos aún no graduados de las escuelas pedagógicas y universidades, que carecen de la necesaria experiencia para trasmitir conocimientos.

Y tal como está la inflación actual en Cuba, que presiona notablemente sobre el poder adquisitivo de las familias, la ministra abordó la garantía de la literatura y el material docente para el nuevo curso escolar, tan solo por medio del racionamiento y la elección concreta de determinados cuadernos que se estiman por el ministerio como aquellos que deben recibir apoyo. ¿De dónde van a sacar dinero los cubanos para afrontar los gastos de comienzo de curso? De eso no habló la ministra.

Eso si, reconoció que se ha evaluado el impacto negativo del déficit de cuadernos con medidas para que sea el menor posible para el estudiante. En el caso particular de los libros de texto, explicó que no se han estado imprimiendo libros del modelo anterior al tercer perfeccionamiento del sistema de educación con la colaboración de “un país amigo” que no mencionó y al que habrá que pagar en divisas, tal y como está la situación. En todo caso, no parece que estos textos estén a tiempo para el curso escolar, y si llegan ya se verá en qué condiciones se distribuyen a los destinatarios.

Con las libretas, lápices y otros materiales del curso que ya se trasladan hacia cada territorio, ocurre lo mismo. Suerte es que los cubanos que se dedican a la importación no comercial han apostado por estos productos y la gente los puede adquirir en los mercados informales, eso sí  a precios prohibitivos.

Mal comienzo de curso, por mucho que la ministra y Mesa redonda se empeñen en decir lo contrario. En una próxima entrada analizaremos el curso en la educación superior. Los logros de la revolución están agotados y no dan para más. 

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