Las sombras de una pésima campaña turística en Cuba

Elías Amor Bravo economista

El desastre de la campaña del turismo en Cuba durante 2023 debería haber llevado a las autoridades a reaccionar. Ya no cabe duda que alcanzar el objetivo de 3,5 millones de turistas internacionales en este año no se va a poder conseguir. E intentar insistir en ello es una pérdida de tiempo, de recursos y de medios, que mucho recuerdan la obsesión de Fidel Castro con la campaña azucarera de 1969 de "10 millones". Aquello fue un fracaso absoluto que marcó, según algunos, el final de la llamada revolución cubana, y en 2023 el desastre del turismo puede ser el final de algo más relevante. Nadie cree que la meta se va a cumplir. Lo recomendable seria rectificar, pero entonces, ¿Qué?

Son muchos los analistas que calificaron, en su momento, la apuesta  del régimen por el turismo como principal fuente de divisas de la economía, como una aventura compleja, de difícil concreción y sometida a los vaivenes de la competencia global. Un régimen comunista, con sus oscuros no es el sistema más adecuado para potenciar el turismo. La prueba es que hay pocos o ningún país comunista en el mundo que se haya especializado en turismo.

De modo que 30 años después de que Fidel Castro abriese al turismo internacional la economía cubana, se piensa que la apuesta no fue del todo acertada. Otro fracaso más en la nómina del dirigente comunista que en una rueda de prensa celebrada en aquellos años, y ahí están las hemerotecas para comprobar, justificaba de forma inaceptable, ante una periodista argentina, por qué se prohibía la entrada de los cubanos en los hoteles para turistas internacionales. Fidel Castro se quedó perdido en aquel mundo, del que nunca quiso despertar, pero luego, en su vida y después de él, ocurrieron muchas cosas en el turismo cubano. Algunas que él nunca hubiera permitido.

Y ahora, los nietos de la revolución, se pasan el tiempo contando los turistas que llegan a la Isla, y se vanaglorian de que durante los primeros siete meses de 2023 cerca de 1,5 millones de visitantes extranjeros arribaron a Cuba. Los más optimistas consideraron un éxito la cifra, en la medida que suponía un aumento de un 178,4% más que en igual periodo del pasado año, pero claro, esas cifras de comparación no son las más adecuadas, si se tiene en cuenta que el año 2022 fue negativo por culpa del COVID-19 y que si los datos actuales se comparan con 2019, el último con datos objetivos antes de la pandemia, el resultado es que estamos en un 49% inferior. De paulatina recuperación del sector, nada de nada.

Además, como si nada hubiera cambiado desde entonces, los turistas proceden, fundamentalmente, de Canadá (630.041) que sigue siendo el mercado principal, pero muy rebajado porque los nacionales de este país ya se dirigen a otros destinos más competitivos del Caribe y rara vez repiten. 

En segundo lugar, a pesar del embargo o bloqueo, los turistas de Estados Unidos (99.012) fueron una fuente clave de ingresos, y en tercero  Rusia (87.509), España (48.762), Alemania (41.878) y Francia (36.549), todos ellos con cifras inferiores en promedio a un 52% a los resultados alcanzados en 2019.

Y con estos datos en la mano, los dirigentes se asombran al señalar que resulta notable que los cubanos residentes en el exterior aportaron 210.019 viajeros, lo que los convierte realmente en el segundo mercado de origen,  y todavía lo más sorprendente, que los residentes en la isla sumaron 431.580 vuelos, muchos de ellos con una motivación distinta de la turística.

En este blog anunciamos que, con tiempo suficiente y salvo manipulación de datos, el objetivo de alcanzar los 3,5 millones de turistas internacionales en este año no se va a lograr, y por  ello, sería bueno que se modificaran todos los cálculos del plan de la economía que están vinculados a esta cifra. No hay que esperar a la temporada alta. La meta es inalcanzable.

Mientras tanto, prosigue el despilfarro inversor, y el ministro de turismo Juan Carlos García informó que durante el mes de julio se procedió a la recuperación de 5.528 habitaciones que se encontraban fuera de orden de la industria turística nacional. Las autoridades mantienen la inversión en obra nueva y reposición hotelera, pero luego solo un 27% de las habitaciones son ocupadas por los turistas que llegan al país. 

Se observa así que la recuperación planificada se cumple, pero las llegada de turistas no, y aquí la disparidad entre inversiones e ingresos, va en contra de la ley que obliga a realizar inversiones solo en aquellas actividades que generen divisas. En cuanto al turismo esa ley ha sido un auténtico fracaso.

Los meses de verano que siguen a julio y la temporada ciclónica espantan a los turistas de destinos como Cuba, de modo que solo habrá recuperación de las cifras, si tiene lugar, en noviembre y diciembre. Tarde muy tarde para elevar los indicadores, lo que supondrá una nueva temporada turística perdida. 

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