La capacitación sobre bancarización: recomponer el ordeno y mando
Elias Amor Bravo economista
La prensa estatal comunista anuncia con especial satisfacción que el Banco Central de Cuba inicia capacitación sobre bancarización de transacciones. Muy bien, pero la pregunta debería ser otra, ¿Cuándo comienza la formación a los ciudadanos cubanos para convencerles de las ventajas de la bancarización?
Los comunistas siguen sin querer entender el funcionamiento de las reglas básicas de la economía, y eso que han tenido 64 años para hacerlo. Pero aquí los tienen, organizando un programa de formación para que los trabajadores de la banca cubana entiendan conceptos tan básicos como los canales digitales de pago, los medios de pago, instrumentos y títulos de créditos, la infraestructura con ese fin, la caja extra, el comercio electrónico con sus pasarelas de pago y uso del código QR en las transacciones económicas y la banca remota. Casi nada, y por cierto, ¿A qué hora del día se van a realizar estos cursos tan completos e interesantes para los trabajadores? A ver si con tanta “capacitación”, las oficinas se quedan desatendidas y las colas van a darle la vuelta a Luyanó.
Parecía después de ver la Mesa redonda del otro día que los comunistas habían decidido pasar la bancarización a la cartera de experimentos fallidos antes de lanzarse a la piscina sin agua, pero erre que erre.
Según dice la nota de la prensa estatal, estas acciones formativas además de ir dirigidas a los trabajadores de la banca, pretenden llegar a la población y los actores económicos, “todo ello con el firme objetivo de cumplir las medidas adoptadas por el comité ejecutivo del consejo de ministros”, para implementar, ahora dicen que de forma “paulatina y gradual” la bancarización de transacciones en el país. Como si los cubanos estuvieran interesados en este tema, cuando la preocupación principal de todos los días, es la comida.
Pero ya se sabe, la lógica de la economía política en el régimen comunista cubano, ni es economía ni política. El ordeno y mando vuelve a las suyas, por si alguien pudo pensar en que quedaba atrás. Ahora, en el peor momento posible, anuncian los cursos a los trabajadores de la banca y con ello vuelven a trasmitir el mensaje de jerarquía del principio. A ver quién se escapa.
Se desconoce el nivel de cualificación de los empleados bancarios cubanos, y por tanto no se puede estimar el impacto que van a tener estas acciones formativas en su quehacer cotidiano cuando las redes de internet caigan o tenga lugar un frecuente apagón. Además, cambiar los métodos de trabajo no suele ser fácil, pero si se tiene paciencia y se hacen bien las cosas, puede acabar saliendo bien: la clave está en la motivación del personal, ¿Van a recibir algún incentivo los trabajadores por este esfuerzo suplementario? ¿Están de acuerdo sus representantes laborales de este tipo de medidas jerárquicas?
En cualquier país democrático y libre se anunciarían huelgas generales por imposiciones mucho menores que éstas de Cuba. En todo caso, la patronal, el estado comunista dueño de los bancos, parece tener claro que la preparación y el aprendizaje resultan necesarios para garantizar el éxito del proceso.
No obstante alguien debería preguntar a estos trabajadores en formación si realmente la imposición del régimen puede llegar a ser beneficiosa para la economía y sobre todo la población. Los empleados de los bancos están más cerca de la gente en el día a día y saben que las dudas, temores, incertidumbres y en general, el rechazo masivo de la población a dejar de usar efectivo en transacciones, siguen estando ahí y va a ser muy difícil formar o capacitar a alguien para cambiar un estado de opinión fuertemente influenciado por los valores de la gente.
La normativa puede haber sido publicada y obligada a su cumplimiento, pero de ahí a que la gente la haga suya existe un largo trecho, y si no que pregunten a los que creyeron que la tarea ordenamiento iba a ser el talismán de todos los males de la economía cubana.
Y la capacitación parece que se va a basar, además de una fuerte campaña de propaganda desde el régimen, en conferencias, talleres, forodebates, seminarios y otras acciones de orientación y educación financiera que pretenden ser de alcance nacional. Sería deseable saber a dónde llegan, porque mucho nos tememos que esto no tendrá nada que ver con la “campaña de alfabetización” de los años 60, por mucho que algún ideólogo trasnochado quiera ver algún paralelismo.
Se pretende forzar la participación de las instituciones bancarias, financieras, que acabarán siendo los pagadores de estos estipendios, y se añaden también entidades que colaboran en la adopción de las medidas aprobadas incluyendo, cómo no, a los gobiernos locales, y las organizaciones políticas y de masas, una decisión jerárquica que mantiene al partido comunista como organismo de control de todas estas actuaciones.
Metiendo a los comunistas a dirigir la operación, y con la creación de una figura denominada “facilitadores”, encargados del adiestramiento a organismos, autoridades de cada territorio y a los segmentos seleccionados, y que por tanto serán responsables de multiplicarlo al resto de los destinatarios, la operación jerárquica tiene todos los tintes de maniobra ideológica en momentos convulsos.
Especialmente ahora que el régimen anda explorando vías para acceder a la población cubana y contrarrestar sus niveles crecientes de malestar, y sobre todo, de desapego hacia las autoridades. Este, y no otro, parece ser el sentido de esta iniciativa cuyos resultados, de antemano, se puede afirmar que no van a servir para aumentar la bancarización ni mucho menos para facilitar su despliegue.
Ello a pesar de que desde el régimen se insiste en que, a corto plazo se pretende lograr la sensibilización general sobre la bancarización, en aras de una mayor efectividad de su implementación en todas las entidades participantes y su clientela. Los comunistas son incapaces de entender de qué depende la sensibilización, y por qué determinadas cosas la tienen y otras no.
Excluyendo el mercado como instrumento de asignación y prohibiendo el ejercicio de los derechos de propiedad privada, la sensibilización acaba siendo, como decimos los cubanos “chico pleito”, bobería y por eso esta campaña va a ser un fracaso absoluto. Es decir, lo que el régimen pretende no es mejorar el funcionamiento de la economía, sino movilizar resortes nuevos partidistas e ideológicos, que hagan más fácil el ordeno y mando que, de antemano, se sabe que es contraproducente y que puede acabar causando mayores estragos que la tarea ordenamiento.
Mas a medio y largo plazos, el régimen dice que pretende con esta capacitación, fortalecer la capacidad de respuesta de los organismos, gobiernos y autoridades locales a través de la internalización de conocimiento. Si y esto lo quieren conseguir con los llamados “facilitadores” y la dirección comunista territorial. En fin, un nuevo plan absolutamente alejado de la realidad, y todo ello, sin tener en cuenta si realmente la población cubana tiene algún interés por estas cuestiones. El resultado puede ser fácil de prever.
El resultado de antemano sera contrario a lo que pretenden, la resistencia a lo impuesto hara mella en sus propósitos. La actual desconfianza en las instituciones bancarias de las que los cubanos son cautivos, su pésimo servicio han llevado a la triste realidad, esta bancarización es sin dudas una medida de fuerza del gobierno, lejos de facilitar busca controlar y someter eso se intuye ademas desviar la atención de la crisis alimentaria y de otros sectores que no les encuentran solución Elías.
ResponderEliminarYa aseguraron el material plastico de las tarjetas que seran necesarias? Hace algun tiempo, supe que no habia el plastico para confeccionarlas!
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