Cuba no aprovecha la coyuntura mundial de precios del azúcar en aumento
Elías Amor Bravo economista
A comienzos de este siglo fue cuando Fidel Castro, en un arrebato de locura, de los que presentaba cada vez con más frecuencia, decidió de forma unilateral y sin escuchar consejos de nadie, cerrar los ingenios azucareros cubanos y abandonar los fértiles campos de caña de azúcar al marabú. En cierto modo, era una decisión que había estado esperando casi 30 años desde el fracaso personal y la pésima imagen internacional que logró con la llamada zafra de los 10 millones.
La tesis del dirigente comunista era que el azúcar se producía a unos costes muy elevados y no era un producto rentable. Y en concreto, para el caso cubano, tenía razón. Décadas de irresponsable falta de inversiones en equipamientos, infraestructuras, tecnología y sobre todo, atenciones, llevaron al sector del azúcar cubano a una situación complicada en la que Castro tenía muy claro lo que había que hacer: cerrar y enterrar para siempre siglos de historia y de cultura de la Nación.
Las consecuencias de aquella decisión se notaron en que otros países irrumpieron con éxito en los mercados mundiales, y ocupando el espacio abandonado por Cuba, obtuvieron ingresos elevados de la venta de azúcar y, sobre todo, de derivados. Ahora, dos décadas después de aquella destrucción organizada del azúcar cubano por Fidel Castro, el cambio en la producción mundial en India y Brasil, grandes beneficiados de la ausencia de Cuba, unido a los efectos de la guerra en Ucrania, está provocando un aumento del precio del azúcar en los mercados mundiales que beneficia de forma notable a los productores y del que Cuba queda al margen.
Si Cuba estuviera entre los productores, los ingresos del azúcar serían elevados, pero para 2023 el régimen prevé una zafra inferior a la del año anterior, que no llegó al medio millón de toneladas. Apenas habrá azúcar para consumo nacional e incluso, algunos piensan que igual se tiene que importar para atender necesidades internas. Imaginen qué escenario, Cuba comprando azúcar con precios altos porque no produce suficiente ni para las necesidades internas.
La razón de todo ello es que, en los últimos años, el azúcar se ha consolidado como commodity principal en el comercio mundial, por su participación creciente en una amplia gama de productos, como el chocolate y las bebidas de todo tipo, hasta los embutidos. Por tanto, Fidel Castro se equivocó: el aumento de la demanda ha supuesto un crecimiento continuo de los precios del azúcar, con un impacto en los costes industriales y los presupuestos familiares. En 20 años se podrían haber obtenido más de 120 mil millones de dólares vendiendo azúcar. Una auténtica desgracia.
El pasado mes de marzo, el precio global del azúcar aumentó un 11,5%, el mayor aumento mensual desde 2021, y multiplicó por dos el precio de dos años atrás. De modo que el precio del azúcar superó los niveles alcanzados desde 2016, que fue otro año récord, encendiendo las alarmas en los mercados desarrollados de Europa ante la eventualidad de que los próximos meses sean mucho más difíciles para contener esos aumentos de precios.
La información de la Comisión Europea revela un fuerte aumento interanual del precio del azúcar el pasado mes de febrero, en concreto un 78,5%, el mayor de todas las materias primas incluidas en la estadística de la Unión. Un aumento muy superior al registrado por otros productos que igualmente ven crecer sus precios, como la carne de cerdo (+64,5%), el queso (+25.8%) y el maíz (+14,1%). El dato es contundente, la tonelada de azúcar blanco alcanzó el pasado mes de febrero, 773 euros la tonelada, aumento del 18% solo 30 días. Pero es que el precio de la tonelada era de 379 euros en enero de 2021, por lo que el aumento en ese período ha sido de un 104%.
Otro ejemplo que merece ser tenido en cuenta se encuentra en el índice de precios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que se refiere a un total de 55 productos agrícolas y que en marzo de 2022 alcanzó su máximo histórico como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, encadenando a partir de entonces un descenso continuo. De modo que mientras que los precios de los aceites bajaron un 48% y los cereales un 19%, el azúcar fue la gran excepción con un aumento de los precios del 8% a nivel mundial.
Estos aumentos de precios del azúcar obedecen a razones concretas que algunos analistas creen que no se van a superar tan fácilmente. En particular, la crisis energética provocada en Europa por la guerra en Ucrania ha tenido efectos secundarios inesperados sobre el precio del azúcar. Básicamente por la estrecha relación que tiene con los precios de la energía. Los ingenios azucareros en los que se produce el azúcar han realizado ingentes esfuerzos tecnológicos para consumir energía de biocombustibles y renovables, pero la evidencia es que no ha sido suficiente, sobre todo en uno de los países productores principales, Brasil.
También se han dedicado recursos a producir el etanol de biomasa que, añadido a la gasolina, se puede utilizar como carburante, lo que ha reducido los recursos destinados a la producción de azúcar. A ello se añaden los impuestos federales de Brasil sobre los combustibles, suspendidos durante la pandemia pero que vuelven a entrar en vigor, lo que podría hacer que los productores redujeran sus exportaciones ante una mayor demanda de alternativas “verdes”, que pagan menos impuestos. A ello se añaden las circunstancias financieras que llevan a los productores de azúcar a considerar que es más rentable mantener su dinero en el banco que en nuevas plantaciones de caña de azúcar. Según datos del grupo Czarnikow, los precios del azúcar a finales de 2023 se situarán un 12% por encima del coste de producción, por debajo de los tipos de interés de referencia en Brasil, que llegan al 14%.
También preocupa a los analistas la situación de India, el segundo productor mundial de azúcar y también el mayor consumidor global. Allí el gobierno ha planteado frenar el aumento de la inflación, un 5,7% en 2022, por medio de restricciones en las exportaciones de cereales, trigo y azúcar. Esta decisión ha supuesto una disminución de las exportaciones de India de al menos un 45% con respecto al año anterior, al tiempo que los analistas destacan que no ha tenido el efecto deseado, sino más bien el contrario: el precio del azúcar aumentó un 6% solo en las dos primeras semanas de abril.
De modo que junto a la inflación doméstica y el efecto de la crisis energética, el azúcar afronta por los motivos expuestos, una demanda constante, incluso en los países de nivel de renta más elevado donde la población está más preocupada por el impacto del azúcar en la salud. Según OCDE el consumo mundial de azúcar aumentará en 2023 un 0,9% como consecuencia del crecimiento en Asia y África que van dejando atrás a los mercados europeos de consumo.
De ese modo, los analistas ven muy difícil interpretar qué puede ocurrir en los próximos meses. La crisis energética que ha llevado a priorizar la producción de etanol a expensas del azúcar puede reducir los costes de producción de los alimentos y de paso aumentar su oferta, reduciendo los riesgos para el sistema global de alimentos y la seguridad alimentaria, que tanto afecta a la economía cubana. Hasta en eso, la decisión de Fidel Castro ha sido perjudicial para los cubanos.
Por otra parte, la actual coyuntura de precios en aumento ha permitido a los principales productores de azúcar superar los resultados negativos de años anteriores. Los ciclos económicos sirven para algo, y las razones del aumento de precios del azúcar obedecen en buena medida a que Europa se ve perjudicada en su producción del oro blanco por la reducción de las áreas de cultivo, la sequía y un descenso de la rentabilidad de la producción, lo que, unido a los vaivenes de los principales productores globales de azúcar, lo que apunta a un escenario de creciente tensión y volatilidad en los precios de cara a los próximos meses.
Qué distinta sería la situación actual para el régimen comunista cubano si Fidel Castro no hubiera decidido poner fin al principal sector de la economía hace 20 años. Cuba, exportando 8 o 9 millones de toneladas, estaría obteniendo unos ingresos directos por encima de los 6.000 millones de dólares e incluso más, sin necesidad de una dependencia de los Estados Unidos, por cuanto Europa, junto a Asia y África son los principales mercados en que se dilucida la partida actual.
Visto en perspectiva histórica, no hay justificación alguna para explicar por qué Castro embarcó a la nación en una de las peores decisiones de la historia económica de Cuba. Cierto que el consumo de azúcar a nivel mundial no es el mismo de hace medio siglo y que el sector atraviesa etapas de crisis y auge que se tienen que medir y compensar mediante acciones adecuadas, pero al final, el resultado es el que viene a señalar que el azúcar es una fuente de ingresos, rentabilidad y divisas, que Cuba ha perdido para siempre. Otro legado fatal de Castro.
El artículo explica por si sólo la situación actual de Cuba, las malas decisiónes han sido muchas pero esta de acabar con la agroindustia azucarerera cubana fue realmente criminal por parte de los gobernantes cubanos.
ResponderEliminarElias, usted no se da cuenta que los cubanos no van a depositar dolares porque saben que es un engaño..el alimento basico solo se consigue con pesos cubanos en la calle..oiense en eso..
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