Las eternas desigualdades e injusticias del proceso inversor en la economía castrista

Elias Amor Bravo economista

La Oficina Nacional de Estadística de Cuba ONEI acaba de publicar los datos relativos a inversiones en 2022. Se trata de una cifra importante, porque es la primera que permite realizar una comparación entre cantidades homogéneas, tras la unificación monetaria de 2021 que dificultó realizar los contrastes estadísticos.

2021 y 2022 han sido años en que el peso cubano unificado funge como unidad monetaria y, por tanto, es factible la comparación de las magnitudes nominales. Además, las inversiones en la economía cubana son todas de competencia estatal, dada la propiedad colectiva de los medios de producción, de modo que el comportamiento de este indicador es fiel reflejo de la acción política del régimen.

Si se parte de estas consideraciones, lo primero a señalar es que las inversiones en Cuba durante 2022 alcanzaron un importe de 71.069 millones de pesos, con un crecimiento de un 20,5% respecto del año anterior, cuando se alcanzaron 58.965 millones de pesos. Pero este dato por sí solo dice muy poco y obliga a profundizar un poco más en su composición.

Cuando la inflación era apenas insignificante antes de la aplicación de la tarea ordenamiento, el análisis de las inversiones y otros indicadores monetarios podía realizarse en términos nominales. Sin embargo, en 2021 con la unificación del peso, los precios iniciaron una escalada desconocida, con un aumento aquel año del 77,2% de la tasa de inflación interanual.

La aparición de la inflación, que continuó causando estragos en 2022, ha obligado, si se quiere obtener una comprensión más precisa de lo que significan los importes monetarios de las variables, a corregir el crecimiento nominal de la inversión, en este caso, con la tasa de inflación registrada en la economía durante 2022, que fue un 39,1% en tasa interanual. Al realizar esta operación, que deflacta las magnitudes monetarias y las convierte en inversiones en pesos constantes (en valor real) lo que se observa es un descenso espectacular de las inversiones de un 18,6% descontado el aumento de los precios.

Las inversiones reales del estado, que son las que tienen sentido una vez corregido el impacto de la inflación, han descendido casi un 20% en 2022, lo que ofrece una muestra del deterioro de las infraestructuras de la economía y que el régimen mantiene una apuesta principal por la financiación de un gasto corriente descontrolado, en tanto que desatiende la construcción de capital productivo.

Pero es posible obtener más conclusiones a partir del análisis de los datos. La magnitud de la inversión realizada en la economía por el estado comunista se puede desagregar en tres componentes, construcción y montaje, equipos y otros. En el cuadro 1 se presentan los resultados

Cuadro 1.- Componentes de la inversión en Cuba

 Millones de pesos

2021

2022

% variación

Construcción y montaje

33.388,2

41.231,4

23,5

Equipos

17.787,2

20.261,7

13,9

Otros

7.789,6

9.579,2

23,0

Inversión total

58.965,0

71.072,3

20,5

De forma inmediata se empiezan a observar disparidades y desigualdades que se vienen manifestando de año en año.

La primera es el desigual crecimiento registrado por los tres componentes de la inversión.

La inversión en construcción y montaje, que tiene que ver con las infraestructuras físicas (edificaciones, instalaciones, etc.) alcanzó un total de 41.231.4 millones de pesos, el 58% del total de las inversiones realizadas, y un crecimiento del 23,5% respecto del año anterior (superior a la media en 3 puntos porcentuales). El ladrillo, volvió a representar un  año más el componente de mayor concentración inversora y la preferencia del estado. Descendió en términos reales casi un -16% insuficiente para atender las necesidades de la economía.

La inversión en equipos (tecnología, medios informáticos, información y comunicación) sumó 20.261,7 millones de pesos, menos de la mitad de la inversión realizada en construcción y montaje, y apenas alcanzó un 28,5% del total, con un crecimiento respecto del año anterior de un 13,9% 6,6 puntos porcentuales inferior a la media. La inversión real en equipos corregida de la inflación, experimentó un descenso relativo del -25,6%, mostrando así una notable desatención de las autoridades hacia las necesidades técnicas de la economía.

El componente “otros” con 9.579,2 millones de pesos, alcanzó el 13,5% restante con un avance del 23% respecto del año anterior, e igualmente descendió un 16% en términos reales.

La segunda desigualdad relativa a las inversiones realizadas por el estado comunista tiene un marcado carácter territorial y se observa en el cuadro 2.

Cuadro 2.- Distribución territorial de las inversiones en Cuba

 

2021

2022

% variación

Pinar del Río

582,0

1.004,9

72,7

Artemisa

4.515,4

4.702,4

4,1

La Habana

38.182,3

41.621,6

9,0

Mayabeque

641,2

2.158,2

236,6

Matanzas

2.397,1

2.375,5

-0,9

Villa Clara

1.174,7

1.792,2

52,6

Cienfuegos

549,2

954,8

73,9

Sancti Spiritus

728,1

905,4

24,4

Ciego de Ávila

838,4

1.193,2

42,3

Camaguey

1.753,6

2.826,3

61,2

Las Tunas

422,5

610,8

44,6

Holguín

2.746,7

4.175,7

52,0

Granma

629,2

915,0

45,4

Santiago de Cuba

3.202,0

4.936,5

54,2

Guantánamo

502,9

749,2

49,0

Isla de la Juventud

99,7

147,3

47,7

Inversión total

58.965,0

71.069,0

20,5

Las diferencias en los volúmenes de inversión territorial no guardan relación con la distribución de la población, y tan solo se observa una discrepancia relevante. La Habana, por ejemplo, representa el 19,3% de la población, pero absorbe un 58,9% de las inversiones.

Los datos se presentan en el cuadro 3.

Cuadro 3.- Concentración territorial de inversiones y población

 En % sobre total

Inversiones

Población

Diferencia

Pinar del Río

1,4

5,2

-3,8

Artemisa

6,6

4,6

2,0

La Habana

58,6

19,3

39,3

Mayabeque

3,0

3,4

-0,4

Matanzas

3,3

6,4

-3,1

Villa Clara

2,5

6,9

-4,4

Cienfuegos

1,3

3,6

-2,3

Sancti Spiritus

1,3

4,1

-2,9

Ciego de Ávila

1,7

3,9

-2,2

Camaguey

4,0

6,8

-2,8

Las Tunas

0,9

4,8

-3,9

Holguín

5,9

9,1

-3,2

Granma

1,3

7,3

-6,0

Santiago de Cuba

6,9

9,4

-2,4

Guantánamo

1,1

4,5

-3,5

Isla de la Juventud

0,2

0,8

-0,5

Total inversión

100

100

0,0

Todas las provincias, excepto La Habana y Artemisa, obtuvieron una participación en las inversiones del estado inferior a la que les corresponde por el tamaño de su población. Todas tienen motivo de queja por la pésima asignación realizada por el inversor central, que debería explicar mejor en qué fundamenta estas decisiones en principio arbitrarias.

También se observaron disparidades en la cifra de crecimiento de las inversiones entre 2021 y 2022 (ver cuadro 2) que dibuja unos territorios “afortunados”, en cuanto a la atención inversora recibida, y otros, simplemente desatendidos en el diseño del programa inversor por parte del gobierno. Conviene recordar que toda la inversión es estatal y realizada por el régimen.

De modo que entre el 236,6% de incremento en Mayabeque y el 73,9% de Cienfuegos o incluso el 72,7% de Pinar del Río (afectada por el paso del ciclón), y el descenso de Matanzas con un -0,9%, o los bajos aumentos de Artemisa 4,1% o La Habana 9% las disparidades son muy significativas.

De hecho, la concentración de las inversiones en La Habana, el 58% del total, ayudan a entender el crecimiento global del 20,5% a nivel nacional. La inversión en equipos en La Habana se contrajo un -6,5%, mientras que en Pinar el Rio la inversión en construcción prácticamente se duplicó pasando de 331,9 millones de pesos en 2021 a 682,1 millones en 2022. El aumento de la inversión en Mayabeque corresponde al componente de “otros”, con una variación del 825%.

La tercera desigualdad de las inversiones tiene que ver con los sectores y actividades económicas y se presenta en el cuadro 4.

Cuadro 4.- Inversiones en Cuba por actividades económicas

 

2021

2022

% variación

Agricultura, ganadería

1.691,4

1.855,0

9,7

Pesca

345,9

511,9

48,0

Explotación minas y canteras

5.808,0

5.066,3

-12,8

Industria azucarera

232,8

410,1

76,2

Industria manufacturera

8.480,6

12.304,6

45,1

Electricidad, gas agua

4.252,9

6.988,6

64,3

Construcción

984,0

1.016,6

3,3

Comercio

1.454,9

2.506,1

72,3

Hoteles y restaurantes

1.427,6

3.226,5

126,0

Transporte almacenamiento

7.741,9

7.316,1

-5,5

Intermediación financiera

97,4

101,5

4,2

Servicios empresariales

20.735,1

23.359,6

12,7

Administración pública

2.275,9

1.761,7

-22,6

Ciencia y tecnología

400,5

531,7

32,8

Educación

678,4

819,9

20,9

Salud pública

1.013,5

1.519,9

50,0

Cultura deportes

727,9

1.094,0

50,3

Otros servicios sociales

616,2

678,9

10,2

Inversión total

58.965,0

71.069,0

20,5

La preferencia por la inversión en el componente de construcción y montaje (el ladrillo) tiene mucho que ver con la ampliación de la planta hotelera, en tanto que la escasa atención a equipos (tecnología, innovación)  deja a otras actividades en una situación de inferioridad a sectores como Transportes, Explotación de minas y canteras o Administración pública, donde ha tenido lugar un importante ajuste de las inversiones en 2022.

Se observa que las inversiones en hoteles y restaurantes crecieron un 126% seis veces más que la media, pero que, en Servicios empresariales, inmobiliarias, donde se concentró el mayor volumen de inversiones, con 23.359,6 millones de pesos, el 32,4% del total, el crecimiento anual fue inferior, 12,9% casi 8 puntos menos que la media. Parece que el régimen ha trasvasado inversiones de hotelería a la correspondiente actividad sectorial jugando con las estadísticas.

Y mientras que la inversión en hoteles absorbió en conjunto más del 37% del total, sectores clave para la economía nacional, como el agropecuario, apenas alcanzaron un 2,6% del total, con un crecimiento anual de un 9,7% inferior en casi 11 puntos a la media. La construcción, donde se sitúa la inversión en vivienda, tan solo creció un 3,3% y Otros servicios sociales también se situó por debajo de la media, con un 10,2%.

Se insiste en que resulta necesario explicar la lógica que se relaciona con estas decisiones inversoras por parte del régimen y si responde a criterios de rentabilidad o a otro tipo de indicadores. En cuanto a los logros de la revolución, la inversión en Salud aumentó un 50%, pero en Educación creció solo un 20,9% similar a la media.

¿Qué cabe señalar de este patrón de comportamiento de las inversiones? Pues que se mantiene el mismo escenario de ejercicios anteriores dominado por las disparidades y agravado por el impacto negativo de una mayor inflación que reduce el crecimiento real de las inversiones, haciendo que sea negativo en muchos casos.

Las disparidades que provoca la política inversora del régimen comunista por componentes, territorios y actividades tienen muy poco que ver con el modelo económico socialista de planificación central, al que cabría suponer más objetividad y sensatez, y desde luego, mucha menos arbitrariedad política, que es lo que confirman estos datos. Una inversión capitaneada por el sector privado tendría un enfoque de rentabilidad, al menos.

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