La producción agropecuaria no levanta cabeza y las recetas comunistas no sirven

Elías Amor Bravo economista

Con mensajes y demagogia, no se producen alimentos. Deberían saberlo. La crisis del sector agropecuario cubano está siendo muy difícil. Las autoridades han entrado en pánico. Esto es lo que cabe concluir de tres entradas en Granma el mismo día, tituladas “Ante los resultados negativos en la agricultura, acudir más a las soluciones alternativas”, “El principal gestor de la producción de alimentos debe ser el municipio” y “Producir alimentos suficientes exige saltar sobre las limitaciones”.

¿Quién lo iba a decir? Con tiempo más que suficiente, desde la entrada en vigor (primavera de 2021) de aquellas “63 medidas” de la agricultura que lo iban a resolver todo, el régimen no encuentra la forma de activar la producción y sacar a los cubanos de la crisis de alimentos que hace muy difícil la vida cotidiana. Y, además, ahora con las secuelas de la inflación.

En la primera nota, referida a lo tratado en la reunión de balance del Ministerio de la Agricultura, Minag, se analizaron cuestiones como el impacto de los intermediarios en los precios de los alimentos, y la tesis de que estos profesionales venden a costos muy por encima de lo que compran a los productores. La eterna obsesión comunista contra el enriquecimiento. Pero acaso, ¿creen que alguien trabaja y realiza sus funciones por nada? También se pasó revista al fracasado proceso de entrega de tierras, donde por una parte actúa la burocracia y del partido, y por la otra está la evidencia de que los terrenos ya entregados en muchos casos permanecen improductivos. Y claro, los dirigentes no saben que la clave está en la propiedad privada de la tierra. No quieren reconocer la realidad.

Pues bien, asumiendo estas dos restricciones impuestas por el modelo económico, los resultados negativos en la producción de alimentos y demás renglones correspondientes al sistema de la agricultura cubana se manifiestan de forma evidente y hacen muy difícil la vida cotidiana a los cubanos. Desde el régimen no solo se duda de las decisiones adoptadas, sino de aquellas que se piensa poner en marcha a fin de revertir el escenario de crisis. Dicho de otro modo, el Minag no sabe qué hacer.

Y como viene siendo habitual, los dirigentes culparon de la crisis al recrudecimiento del bloqueo económico, la falta de divisas y el déficit de combustible, como principales factores, sin reconocer el fracaso de las 63 medidas o de otras actuaciones implementadas en el sector. Para colmo, dicen que, si las 63 medidas para dinamizar la agricultura no se hubieran aplicado, la situación sería peor, pero se concluyó que estas no se dispusieron solo para detener el deterioro del sector, sino para incrementar la producción de alimentos. Y en eso han fracasado sin paliativos.

La falta de divisas impidió la realización de importaciones necesarias para el sector, pero no se pusieron en marcha soluciones alternativas que rompieran esa dependencia del exterior. Y como viene siendo habitual, los comunistas se engarzaron en una discusión sobre la falta de avances en el control, el hurto y sacrificio del ganado mayor y las deficiencias en el proceso de entrega de tierras detrás de la reconocieron que existe una burocracia y sobre todo, decisiones de partido que rigen la actividad del sector.

A resultas de la gestión ministerial del sector, las producciones no alcanzaron los volúmenes planificados, ni tampoco los objetivos establecidos. En cuanto a la ganadería el caos es total. Se señaló la disminución de 140.710 cabezas con relación al cierre de 2021, con una alta mortalidad de 194.248 cabezas, y el aumento del hurto y sacrificio de ganado mayor en 48.755 cabezas más que el año anterior. Por otro lado, las producciones pecuarias de carne bovina y equina, huevos, leche y carne de cerdo se incumplieron.

En cuanto al control de la tierra se evidenció la necesidad vital de dinamizar el proceso de entrega de tierras ociosas, disponiendo de 258.288 hectáreas ociosas; en tanto que se detectaron 24.821 ilegalidades, de las cuales se ha solucionado el 94%.

En cuanto a las producciones agrícolas, solamente se cumplieron cuatro (maíz, sorgo, frijol y frijol de soya) y se incumplieron cinco (viandas, hortalizas, arroz consumo total, cítricos frescos y frutales). Estas últimas, de un peso importante en la dieta de los cubanos. De las cinco producciones tabacaleras se cumplió solamente una (tabaco mecanizado) y se incumplieron cuatro (tabaco agrícola, torcido, rama negra y rubia, y cigarro total).

Por lo que respecta a los resultados económico-financieros del año pasado, los impagos a productores, al cierre de diciembre, alcanzaron otro ejercicio negro, con 16.842.385 pesos de impagos fuera de plazo.

Mientras que el balance no puede ser peor, el ministro de la agricultura se entretiene anunciando sus planes burocráticos para 2023, con más objetivos macros y 354 criterios de medida, en los cuales destacan el crecimiento en las cinco producciones con destino al encargo estatal, en las producciones agrícolas, pecuarias y agroforestales, así como en el reordenamiento de los programas de mejora genética, la búsqueda de financiamiento y el avance en la aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación. Nadie produce realmente, y así van las cosas.

La segunda nota se titula “El principal gestor de la producción de alimentos debe ser el municipio”.

En la misma, se hace referencia a las declaraciones de Marrero en la misma reunión de balance del Ministerio de Agricultura, en las que dijo que “los actores de la economía local –dígase industrias o minindustrias– deben explotar más las potencialidades de sus territorios en la producción de materias primas para la elaboración de alimentos, para lograr el tan anhelado autoabastecimiento municipal”. Un experimento que lleva todas las de convertirse en otro fracaso a la vista.  

La tesis de Marrero es que la industria nacional solo debe llevar al municipio aquellos productos que, por diferentes factores, no puedan ser producidas allí. Y por ello se preguntó algo asombroso “si hay un municipio que es netamente arrocero, ¿por qué seguirle enviando para la canasta básica el arroz importado, si es capaz de producirlo?”. Realmente estas cosas que ocurren en la Isla no tienen explicación posible, pero así son.

Marrrero dijo ante los interlocutores del sector agropecuario lo mismo que días antes hizo ante los del turismo. En esencia, que hay que “velar por la calidad e inocuidad de los productos, que estamos teniendo menos recursos, faltan materias primas, pero aun así el producto terminado tiene que cumplir con los estándares establecidos”. Cambien producto de nombre y verán el discurso que se repite. Y luego añadió su nuevo mensaje igualmente repetitivo, “haciendo un poco más de lo mismo, no se resuelve el problema, hay que cambiar, y no podemos estar satisfechos con tener brillantes ideas cuando el pueblo no está viendo nuestros resultados”.

Marrero también recordó que el Minag fue un ministerio pionero en lograr inversiones de capital extranjero, que se hicieron insostenibles porque las producciones iban destinadas casi totalmente al propio mercado nacional y en gran medida a la canasta básica familiar. Puso el ejemplo de que el ministerio ha facilitado a las micro, pequeñas y medianas empresas la importación de cervezas, rones, refrescos extranjeros, que no aportan nada, que no ayudan a detener la inflación, que no bajan los precios. Error. Las importaciones libres precisamente ayudan a contener los precios. Marrero, en cambio, no opina lo mismo y dijo que este es un grave problema, y señaló que del ministerio no han salido sugerencias para frenar esta inundación de productos extranjeros. Lo tiene difícil, si a nivel nacional se producen pocos y con precios elevados, la solución es importar. Y la clave está en lograr que esas importaciones se puedan financiar con recursos obtenidos en otras actividades.

En ese sentido, pidió atraer “producciones para la exportación, de modo que se generen ingresos en divisas que, a su vez, permitan comprar más materia prima y asegurar las producciones que demanda el país”. Y de ese modo, Marrero se olvidó del consumo prioritario de los cubanos, nada. A comerse las sobras que quedan a nivel local, si es que queda algo.

También se habló de la Ley de Pesca, que entre sus principales dificultades está que los actores que participan en la actividad “refieren que la norma es inflexible, genera trabas y la visualizan como la principal causa de la escasez de productos pesqueros en nuestros mercados nacionales”. En el capítulo de incumplimientos, se citó el programa de desarrollo acuícola, que contempla la acuicultura en agua dulce y el cultivo del camarón, por la falta de financiamiento y el déficit de combustible.

En cuanto a los datos, se dijo que, en comparación con 2021, las producciones de alimentos decrecieron en 208.721 toneladas de alimentos y bebidas, concentrándose principalmente esta baja en el yogur de soya, la harina de trigo, croquetas y conformados, camaronicultura, bebidas alcohólicas nacionales, refrescos y carne de cerdo. Malos datos.

La tercera colaboración se titula “Producir alimentos suficientes exige saltar sobre las limitaciones” y hace referencia a una reunión de Valdés Mesa con productores locales de nueve municipios en Santiago de Cuba, en la que se planteó igualmente el tema de la urgencia de atender las necesidades alimentarias de la población y las acciones previstas en el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional. Otro plan del que nada se sabe.

Allí en el extremo oriental de Cuba, Valdés Mesa visitó patios de gallinas camperas para la producción de huevos en condiciones semi rústicas, un capítulo que sustituye importaciones y aporta al autoabastecimiento (pero que puede explicar por qué la docena de huevos alcanza los 500 pesos, cuando se encuentra). También estuvo observando las potencialidades para lograr la soberanía en las viandas, hortalizas y frutas, así como para un mayor aporte a la economía nacional, con fondos exportables como el café y el cacao. Finalmente recomendó buscar alternativas para multiplicar la obtención de leche, granos y carnes, y aprovechar todo cuanto permita la autonomía municipal. Todo muy teórico y general. De poco impacto.

También se refirió a los impagos a productores diciendo que muchos dependen de cuestiones organizativas, inconcebibles en estos tiempos, e indicó que se deben resolver con inmediatez, ponerse al día; no es posible estimular la producción si se le debe al que produce. Que visite algunos bancos que le explicarán el problema de los impagos. 

Hay más desesperación con la producción agropecuaria de lo que parece. Detrás de la inflación y en estrecha relación con este problema, los cubanos se quejan de la falta de comida en este comienzo de 2023 y de los precios que alcanzan los productos. La producción agropecuaria no levanta cabeza y las recetas comunistas no sirven. Hay que pensar en dar un giro de 180º y volver a empezar. Cuanto más se tarde, peor será.

Comentarios

  1. Muy atinado su comentario, las dificultades en los balances de estos Ministerios son un corta y pega de años anteriores sin aportar soluciones. Pobres municipios que de repente estan cargando las culpas. Las 63 medidas carecen de dinamismo y ahi estan y de soberania alimentaria nada. Gracias a usted por sus analisis.

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